La afirmación de que el rugby tucumano es uno de los más apasionantes del país puede sonar empalagosamente localista, pero no por ello es menos cierta: el abanico de equipos con argumentos para aspirar a un título es sin dudas más amplio que en los torneos de la mayoría de las uniones y regiones, lo que le da un componente de incertidumbre y suspenso muy beneficioso para el espectáculo. Así y todo, a lo largo de su historia, el Anual tucumano ha tenido varias rachas de dominio prácticamente absoluto de algún equipo, aunque ninguna se equipara a la hegemonía que ejerció Tucumán Rugby entre 1988 y 1993: fueron seis títulos anuales consecutivos, récord que superó el pentacampeonato ininterrumpido amasado por Los Tarcos en los años inmediatamente previos. Y fueron precisamente los "rojos" los que en 1994 vinieron a terminar con el monopolio de la máquina "verdinegra".
Después de años turbulentos, en los que acusó los efectos del recambio, Los Tarcos comenzó el Anual "Ingeniero Alberto Nieva" en quinta marcha. El equipo dirigido por Luis "Cacho" Castillo y Marcelo "Pescao" Ricci ganó sus siete primeros partidos en fila, apuntalado por un rendimiento integral posibilitado por el equilibrio entre la experiencia y la juventud tanto en su pack de forwards (históricamente su mayor fortaleza) como en su renovada línea de tres cuartos. A la solvencia de Carlos "Chiqui" López y Fernando Soto se les sumó la aparición del fullback Leonardo Gravano y del wing Federico Cansinos. En la conducción, la experiencia de Javier Martínez Riera se complementaba a la perfección con el buen momento del medio scrum Marcelo Pasqualini.
"Ya teníamos un buen pack, pero ese año se armó una línea de tres cuartos infernal. Fue una consolidación entre algunos que éramos históricos, por así decirlo, y los jóvenes", recuerda Martínez Riera, goleador de aquél Tarcos y segundo máximo anotador del torneo, con 340 tantos. "En lo personal fue un año formidable para mí, porque siempre había sufrido de lesiones, pero en esa ocasión jugué prácticamente todo el torneo. Fueron 20 de 21 partidos", recuerda el apertura. Ese que le faltó para la asistencia perfecta no fue un partido cualquiera: se perdió nada menos que la final contra Universitario, por una dura lesión ligamentaria que sufrió en el partido previo contra Tucumán Rugby, en un choque contra José Santamarina.
El desarrollo del campeonato fue apasionante: el avance parejo de los candidatos hizo que la cima cambiara de manos de manera constante, hasta que la fecha final encontró a Universitario y a Los Tarcos igualados en el primer puesto, ambos con 33 puntos, a Natación con 30 y a Tucumán Rugby con 29. Finalmente, todo quedaba en manos de "serpientes" y "rojos", que volvían a cruzarse en una final después de 18 años.
La jornada definitiva tuvo lugar en el reducto de la "U". En el duelo preliminar por el tercer puesto, Tucumán Rugby superó sin problemas a Natación por 49-22 y tuvo al menos algo de consuelo por la racha de tres derrotas consecutivas que arrastraba y que lo habían dejado sin chances de aspirar al heptacampeonato consecutivo.
Luego sí, llegó el mano a mano final entre los clásicos rivales. "Defendemos bien, tenemos que salir a atacar más. Para ser campeón tenés que demostrar que jugás bien y que sos el mejor", había anticipado el capitán Luis "Conejo" Ledesma, hoy presidente del club. "El que tenga la pelota y pueda poner el equipo adelante será el ganador. Será un test-match", fue el análisis de Leonardo Gravano, hoy entrenador asistente de los mejores Pumas 7's de la historia, y en aquél entonces tryman de Los Tarcos, con 13 conquistas.
Universitario, dirigido por Daniel Hourcade y Franco Veglia, formó con: Gonzalo Triviño, Luis Cornelli y Fabián Reyes; Gustavo Cuadrado y Pablo Rossi; Cristian Más, Oscar Prado y Marcelo Lobo; Carlos Villalonga y Daniel García; Guillermo Centurión, Máximo Peralta, Luis Ledesma, Sebastián Adorno y Pablo Ousset.
Por su parte, Los Tarcos salió con: Fernando Ruiz, Carlos Gallo y Daniel Urueña; Omar Portillo y Pablo Buabse; Fernando Buabse (capitán), Carlos Riscala y Miguel Fernández; Marcelo Pasqualini y Alejandro Vallejo; Federico Cancino, Sebastián Alonso, Sergio Palavecino, Fernando Soto y Leonardo Gravano.
De ambos lados había argumentos rugbísticos de sobra, pero los nervios conspiraron contra el nivel del juego. Universitario mostró algo más de intenciones ofensivas, pero cometió muchos errores en el manejo, amén de que el trabajo defensivo de Los Tarcos fue impecable. Los "rojos" tomaron la delantera en el primer con un try de Vallejo, después de taparle un kick al apertura García, y en el complemento la balanza terminó de inclinarse cuando Fernando Buabse lideró el empuje del pack tras un line y marcó un nuevo try. No obstante, las infracciones defensivas del visitante le dieron a García varias posibilidades de sumar con penales. Sobre el final, el 10 tuvo la chance de igualar el tanteador, pero su disparo se fue ancho, y luego de la corneta, un penal de Palavecino selló el 18-12 definitivo.
"El partido fue durísimo, como siempre es, fue y será contra ellos. Por suerte contábamos con jugadores impresionantes como (Sergio) Bunader, los Buabse, Leo Gravano, 'Pollo' Fernández y muchos otros. Era un equipo increíble que volvió a poner a Los Tarcos donde siempre tiene que estar", recuerda Urueña. "Además, ese gran campeonato nos permitió cortar la racha de Tucumán Rugby, que tenía un equipazo. Universitario ya tenía todo listo para festejar en su club, pero el festejo se fue para la Brígido Terán. Fue una caravana impresionante, tardamos como tres horas en llegar a Los Tarcos", describe el primera línea.
Más de 8.000 personas fueron testigos de la consagración de un equipo que supo conjugar varias virtudes un pack sólido y efectivo, una pareja de medios consolidada, una idea definida de juego, la capacidad goleadora de Martínez Riera y Gravano, y el carácter para imponerse en los partidos difíciles. De 21 encuentros, ganó 17, empató uno y perdió tres. Martínez Riera comparte un detalle: en el quincho de su casa, hay una pared blanca con recortes de su carrera (un regalo de su hermana), y los de aquella conquista tienen un lugar especial: "a mí me gustan mucho las estadísticas y ese año, de los 92 tries que hicimos, el 40% los hicimos de primera fase con los tres cuartos. Para mí eso era un orgullo. Fue un año redondo por donde lo mires, sobre todo porque veníamos de una etapa de amplio dominio de Tucumán Rugby, lo que lo hizo doblemente satisfactorio".
"Para mí ese año fue espectacular. Yo tenía 20 años y en el equipo estaban grandes jugadores que yo miraba todos los fines de semana. Era jugar con todos mis ídolos del club y encima nos entrenaban el 'Pelao' Ricci y 'Cacho' Castillo", recuerda Leo Gravano. "Por suerte pude adaptarme al equipo, jugar todo el año y disfrutar de compartir con esos jugadores. Fue un año especial. Tucumán Rugby venía ganando todo y logramos ganarle en la ronda final y ser campeones en cancha de Universitario con la cancha llena de gente. Fue espectacular".