El termómetro que mide la paciencia explotó en La Ciudadela. A pesar de las dos derrotas al hilo en el campeonato y de que el partido se disputaba un día laboral, el hincha “santo” acompañó al equipo que nuevamente se quedó sin respuestas y no pasó de un pobre empate. Los dos remates de Nahuel Banegas que devolvieron los parantes y el mal despeje de Matías García en las piernas de su compañero, fueron algunas jugadas que describieron lo que fue la pobrísima noche de San Martín de Tucumán contra Quilmes.
Lo sucedido la fecha pasada parecía haber quedado en el olvido y los fanáticos se agolparon en el estadio para ver la recuperación de los dirigidos por Diego Flores. Sin embargo, tal como sucedió en Los Polvorines, el “santo” salió de los vestuarios obnubilado, algo que no se puede permitir en este tipos de torneos y menos pensando en llegar a los primeros puestos.
Mientras la línea defensiva estaba en una llamativa siesta, el delantero Tomás González, fiel a su apodo, encendió ese “rayo” que le faltó a la noche tucumana y generó peligro en el área de Darío Sand.
Apenas en un minuto de partido llegó la primera del “10”, que tuvo tres situaciones claras para poner al “cervecero” en ventaja.
Mientras tanto, cómo si estuviera jugando lejos de casa, el medio campo del “santo” era pura incertidumbre. El debut como titular de Pablo Hernández dejó mucho que desear y Gustavo Abregú continúa en muy bajo nivel. La conclusión parece ser que falta un futbolista “distinto” que los acompañe y genere situaciones de gol.
Juan Cuevas, que solía ocupar ese sector, esta vez estuvo parado como extremo izquierdo. Todo fue confusión; esa misma que se generó a los 84’ entre tantos cambios que realizaban los dos entrenadores con tal de quedarse con el partido.
Las preguntas que se hacían los hinchas en varios puntos del estadio concordaban demasiado. ¿A qué está jugando? Claro, los mediocampistas jamás lograron asociarse y para colmo los extremos debían bajar unos metros para colaborar en defensa como si no faltaran futbolistas en esa posición.
Lautaro Fedele se transformó en la sombra de lo que fue en los últimos minutos contra Deportivo Maipú y a eso, Junior Arias lo extrañó demasiado. El uruguayo, que volvió a mostrar entrega y sacrificio, sólo tuvo una situación de cara al arco de Esteban Glellel: un cabezazo débil que no le hizo ni cosquillas al arquero.
Tan pocas acciones de buen juego tuvo el partido que el empate fue lo más lógico que sucedió en la noche. Desde el resbalón de Ramiro Luna a la hora de ejecutar el córner hasta la serie de rebotes que tuvo San Martín en su búsqueda de abrir el marcador: Arias para Fedele, que tiró el centro y Banegas, uno de los pocos rescatables, no controló bien y chau oportunidad.
En la semana Flores había asegurado que todos los técnicos realizan modificaciones tácticas en la categoría, pero otra vez falló.
El equipo jamás tuvo claridad para pasar al ataque, se acopló con mucha gente en los últimos tres metros y perdió muchas pelotas en la mitad de la cancha.
El DT demoró en los cambios y eso fue otro disgusto para los fanáticos.
Hubo silbidos ante el cambio de Hernández, que según el hincha podría haber seguido unos minutos más y en ese sentido, toda la responsabilidad recayó en un hombre de la “casa”: Gonzalo Rodríguez.
El extremo derecho tuvo su presentación de manera oficial con la “rojiblanca” en la temporada y recibió el cariño de los fanáticos; como si se tratara de una especie de superhéroe que ingresa para terminar con el villano, en este caso, resumido en el mal momento que transita el equipo.
No hubo caso. San Martín volvió a dejar dudas en todas sus líneas y el hincha se quedó sin paciencia. A pesar de que todavía falta mucho, deberá dar vuelta la página cuanto antes en todos los sentidos.