El comienzo de un nuevo mes. La presencia en el estadio del nuevo entrenador. El regreso de un jugador querido por la hinchada como Tomás Marchiori y la presencia en el banco de un DT interino muy representado con los colores, y también con mucho respaldo de los fanáticos. Había varios factores que podían llevar a que el duelo entre Atlético y Vélez estuviera cargado de ilusión y esperanza para el pueblo "decano". Pero pasó todo lo contrario: el estadio fue un cúmulo de tensión y calentura, y el flojísimo empate 0-0 no contribuyó a calmar los ánimos.
Por supuesto, fueron varios los detonantes del enojo de los fanáticos del equipo de 25 de Mayo y Chile; un rejunte de factores que hoy terminó por explotar. Por un lado, obviamente, lo futbolístico; Atlético lleva ya nueve partidos consecutivos sin ganar y se mantiene en el fondo de la tabla, tanto de la zona A como de la tabla anual. También acumula seis encuentros sin victorias en casa.
Pero claro, además de esta mala racha, el conflicto entre Joaquín Pereyra y la dirigencia, que derivó en declaraciones explosivas del "10" por no poder ser transferido al New England Revolution de Estados Unidos, fue la gota que rebalsó el vaso. Eso pareció terminar de desencadenar la bronca contenida y hacerla aparecer en el partido de hoy.
El primer blanco fue, justamente, la comisión directiva. "El "deca" va a salir campeón el día que se vayan todos los de la comisión", entonaron las tribunas al unísono antes del arranque del partido. Obvio, con alguna palabrota en el medio. Una evidencia clara del enojo que reina entre los "decanos".
Pero los jugadores también fueron apuntados. "Movete, deca movete", y el clásico cántico que comienza con "Jugadores", continuado de un insulto y del pedido de más garra, se escucharon varias veces durante el partido. También otro que reza "la camiseta del deca se tiene que transpirar".
Y no sólo fueron los cánticos. La exigencia en cada jugada, el insulto rápido ante algún fallo o una decisión equivocada, fueron mordaces y en aumento con el correr de los minutos. También fueron punzantes los silbidos que despidieron al equipo, tras el final del primer tiempo, y tras concluido el encuentro. Salvo el cuerpo técnico interino, comandado por Diego Barrado, no se salvó nadie en el José Fierro. Tampoco en el cierre del partido: "que se vayan todos, que no quede ni uno solo", fue entonado unánimemente por los cuatro costados del estadio. Además, hubo versos dedicados directamente al presidente Mario Leito, pidiendo por su salida.
Lo futbolístico quedó en segundo plano. En gran medida, porque ambos equipos llevaron a eso. Atlético intentó ser un poco más agresivo, pero quedó sólo en eso: intenciones. Sin Pereyra, carece de un conductor claro, y las ganas de los que están llamados a ocupar su lugar (Justo Giani y Coronel) no alcanzaron para suplir lo que aportaba el "10". Y encima, sigue enemistado con el gol: Matías Orihuela erró una chance clarísima, y en los últimos minutos, cuando comenzó a llover, cayeron también en torrente las atajadas de Marchiori, que tuvo tres intervenciones claves: dos ante Mateo Bajamich (una mano a mano, tras un remate de volea), y otra ante un bombazo de afuera del área de Agustín Lagos. Un tiro en el primer tiempo de Coronel que tapó el arquero de Vélez, y un cabezazo de Giani que se fue cerca, completaron el ping pong de llegadas "decanas". Con esto, se estira otra mala racha en 25 de Mayo y Chile: ya son siete partidos al hilo sin convertir.
El "fortín" tampoco hizo mucho para mejorar el espectáculo; apostó al contraataque, pero su casi nula claridad en los metros finales le impidió, directamente, generar chances de gol. Así, el partido fue, prácticamente, un remedio para el insomnio; totalmente soporífero. Para colmo de males, los de Liniers convirtieron en la última jugada del partido, aunque no fue convalidado porque la pelota había salido de la cancha tras un desborde de Lobato, quien asistía a Francisco Pizzini. Algo que, de todas maneras, debió ratificar el VAR, tras unos minutos de infartante espera.
El panorama para Facundo Sava, que desde mañana tomará las riendas del equipo, no es para nada sencillo. Menos que menos, pensando en el poco tiempo que tendrá para preparar el próximo partido, que será el miércoles a las 21:30, ante Banfield, nuevamente en el José Fierro. Un estadio que promete, otra vez, hacer sentir su disconformidad y su malestar con el presente del equipo. El "Colorado" tendrá que vivir, en carne propia, las consecuencias de un problema que no generó, pero del que decidió hacerse cargo. Ese coraje para enfrentar la adversidad, probablemente, le dará algo de crédito, aunque no demasiado: la paciencia de la hinchada de Atlético se acabó, y lo hará sentir hasta que la situación del equipo cambie.