Abismo. Grieta. Zanja. Precipicio. Cualquiera de los sinónimos del accidente geográfico que divide a dos sectores aplica perfectamente a lo que sucedió hoy frente al Congreso Nacional. Allí el presidente Javier Milei abrió con un discurso las sesiones ordinarias del parlamento. Pero más allá de lo que sucedió adentro y de la implicancia de las palabras del primer mandatario, afuera se sintió en la piel la verdadera situación de un país quebrado.

Lo primero que se vio fue un juego de ajedrez con los operativos. Es que el gobierno había ordenado vallar los alrededores, pero movimientos sociales y de izquierda llegaron antes del mediodía y coparon la plaza del Congreso. Eso sí, quedaron encerrados. Es que el procedimiento ordenado por el Ministerio de Seguridad que conduce Patricia Bullrich fue impresionante. Cuatro cuadras a la redonda ya no se podía pasar con vehículos. Y dos cuadras antes de llegar a la casa de los representantes del pueblo la acción se volvía casi imposible. Una valla metálica al lado de la otra con precintos. Era imposible trasponerlas. Horas antes de que se inicie el discurso la principal tarea de los policías fue contestar a los reclamos sobre todo de quienes quisieran pasar de norte a sur o viceversa ya que era una misión que se debía descartar. Ese recorrido obligaba a caminar hasta avenida 9 de Julio, a ocho cuadras del Congreso. No había otra.

En el medio, la grieta. Y no solo geográfica. El impresionante operativo sumado a una situación desesperante desde lo social divide a todo el país, pero en Capital Federal el enfrentamientos se hace carne. Cara a cara libertarios seguidores de Milei y simpatizantes de cualquier otra ideología que no coincidiera con quien actualmente conduce Argentina deriva sin medias tintas en peleas. Verbales y físicas. No hay respiro.

El grito de "Viva la Patria" o la consigna "Viva la libertad" son seguidos indefectiblemente por el de "delincuentes hijos de puta", "fachos", "Milei basura vos sos la dictadura". Parece una coreografía. Se repite a lo largo de las cuadras que rodean al Congreso. Familias enteras con chicos y banderas argentinas o amarillas contra grupos (ancianos y jóvenes sobre todo) repiten este acting. No hay paz. No hay medias tintas. Se está de un lado o del otro. Parece cumplirse la sentencia de que a los tibios los vomita Dios.

APERTURA DE SESIONES. Organizaciones de izquierda se manifestaron contra Milei. LA GACETA / FOTO DE JUAN MANUEL MONTERO (ENVIADO ESPECIAL).

Alrededor y mirando sin intervenir miles de miembros de las fuerzas de seguridad. Miles. El despliegue es increíble. Policías de la Ciudad y de la Nación. Aeroportuarios. Gendarmes. Y hasta Granaderos. Por donde uno levanta la vista hasta un miembro de seguridad del lado de adentro de las vallas. Eso sí, no tienen armas letales. Tonfas (el palito de abollar ideologías, diría Mafalda) y gas lacrimógeno. Más adentro del círculo azul, acorralados, los movimientos de izquierda y sociales enarbolan banderas y cantan. Los policías miran de reojo las tacuaras que sostienen los estandartes. Armas peligrosas también. A las 21.35 Milei pasó raudamente por avenida Rivadavia. Fueron más los insultos que los aplausos. No los debe haber escuchado. Cuando se paró frente a Senadores y Diputados en la plaza había más de 10.000 personas.

Algunos siguen el discurso por los celulares. A otros no les importa. Diga lo que diga Milei ellos están para protestar.

A metros del Congreso un nutrido grupo de manifestantes escuchaba el discurso frente a una casa de electrodomésticos que había subido el volumen de los televisores que estaba en vidriera. Cada dos minutos estallan en insultos. Más allá, seguidores del presidente usaban YouTube o X y festejaban. Todo en la misma cuadra. Una mujer en medio de la plaza se agarraba la cabeza e insulta. Quedó quieta de rodillas en el piso. Los que apoyaban a Milei. En cambio, aplaudían.

TENSIÓN EN LA CALLE. Militantes del Polo Obrero frente al Congreso. LA GACETA / FOTO DE JUAN MANUEL MONTERO (ENVIADO ESPECIAL).

División 

Los cánticos en contra del plan económico atronaban. También había muchos que apoyaban a Milei. La mayoría con carteles en contra de Cristina Kirchner ("cárcel a la chorra") que se hicieron sentir en una de las esquinas del Congreso. En el aire se mezclaba el olor de los panchuques, de las hamburguesas y de los shawarmas con el de la orina, de los caballos y de los manifestantes. Ríos. El aire estaba surcado por drones de Seguridad. Había inhibidores para los particulares. El Palacio iluminado le daba marco a una protesta mientras adentro se criticaba a la casta. Grupos de jubilados, de izquierda, antivacunas, gremios estatales y gente que salía de sus trabajos se mezclaban a la fuerza.

Un poco más lejos del centro de atención las peleas entre partidarios oficialistas y opositores se sucedían. Ningún policía se salvó tampoco de los insultos. Milei terminó su discurso y se retiró. Sonaban cacerolas y cualquier elemento metálico. También algunos aplausos. En la plaza quedaron los manifestantes. Por suerte no hubo el caos que muchos esperaban. Milei dio su discurso y en la calle una parte del pueblo se mostró en contra. Otra lo apoyó nadie quedó conforme. Nos separa un abismo. Anoche esa realidad quedó otra vez confirmada.