Respecto de la carta enviada por el lector Rodolfo Soria (“Falta de memoria”, 28/02), opinando sobre los contenidos de las mías enviadas a LA GACETA, debo advertirle que escribo estas líneas por gentileza, ya que no suelo responder a personas que no considero interlocutores válidos. Me resulta extraño que se manifieste asiduo lector de esta sección, porque revisando mi pendrive conté 130 cartas enviadas sólo desde el año 2012, siempre criticando el sistema electoral, la corrupción y todos los errores cometidos por políticos incapaces y deshonestos. No incluyo las cartas archivadas desde la época en que escribía con mi Lettera 22 y entregaba mis cartas personalmente en las oficinas de LA GACETA. Por otra parte, cumplo en informar al lector que he recibido muchos correos que apoyaban algunas de mis cartas. También he recibido e-mails desde otras provincias. Esto me recuerda una anécdota en la cual un director de orquesta fue muy aplaudido al final del concierto, sin embargo había un imprudente en la sala repleta que silbaba. El director habló por el micrófono y dirigiéndose al que silbaba le dijo: “Ud. y yo estamos de acuerdo, ¿pero no le parece que somos pocos?” Aprovecho para recordarle una sentencia oriental. No recuerdo si era de un famoso griego o tal vez de Confucio: “En una reunión en la cual se discuten diferentes temas, es preferible estar callado y que crean que eres ignorante antes que hables y lo comprueben”. Pongo a su disposición 130 cartas escritas desde 2012 si acaso tiene cómo recibirlas. En las últimas, que escribí mucho antes de las elecciones, ya manifesté que me daba cuenta del peligro que significaba poner el Gobierno en manos de un esquizofrénico, maniático y delirante, que recibía consejos de su perro muerto. En sus discursos, eran evidentes sus intenciones de fracturar y vender el territorio y las riquezas del país. Obviamente que lo único inteligente hubiera sido era votar en blanco. Leyendo mis cartas, seguro que puede aprender muchas cosas que lamentablemente todavía no ha visto de la geopolítica. Era necesario darse cuenta que desde hace mucho tiempo nos estaban preparando con propaganda subliminal a través del cine, los medios televisivos y la invasión de la cibernética para que imperceptiblemente fuéramos aceptando la colonización anglosajona sionista. El propósito era consecuente con la invasión de juegos para volver a adictos a los niños, a la vez que anestesiar la mente de adolescentes y adultos.

Humberto Hugo D'Andrea 

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