NOVELA

QUERIDO DIEGO, TE ABRAZA QUIELA ELENA PONIATOWSKA

(Planeta – México)

Junto con el otorgamiento del prestigioso Premio Carlos Fuentes a Elena Poniatowska, Planeta reeditó un texto inquietante. Una historia de amor y una historia de artista se arma en el clima de la vanguardia. Europea. Se centra en Angelina Beloff, primera mujer del muralista Diego Rivera.

Una carta es un diálogo escrito, impone la desaparición a un otro para poder inscribirlo como destinatario y lector. Querido Diego, te abraza Quiela se presenta como correspondencia en el mismo movimiento que contradice este rótulo.

Como dice Roland Barthes todo discurso amoroso se dice como palabra vacía y reglamentada; expresa y significa el deseo en el intento de poseer el cuerpo ajeno. La fórmula que da título al libro invoca y despide a Diego. En la escritura amorosa el Yo es la persona del discurso. La obra, concebida de modo inacabado, esconde su condición de réplica a otro texto, la biografía de Rivera.

En el apartado final el enunciado de la narradora autora rescata la referencia histórica: la biografía de Rivera escrita por Bertram Wolfe, amigo y camarada y testigo donde describe el período parisino y dedica a la artista rusa un solo capítulo al que denomina “Angelina espera”. Los cuadros de Rivera muestran lánguidas imágenes de una mujer azul con un niño Poniatowska desconocía tanto la correspondencia completa como las Memorias de Quiela publicadas en 1986.

La única carta histórica es la última (22 de julio de 1922). Poniatowska confiesa no haber accedido a la correspondencia sino a través de la biografía. Las 11 cartas restantes, regularmente fechadas desde el 1921 hasta 1922, son fabulaciones. Diego nunca contestó sino con dinero.

Figura silenciada

El hecho de que Poniatowska elija una de las figuras femeninas más desconocidas dentro de la constelación que rodeó a Rivera no es casual (Frida Kahlo, Lupe Marín, Tina Modotti). Hay una fuerte identificación entre pintora y escritora: ambas de origen eslavo, exiliadas en busca de una patria, atravesadas por la necesidad de pertenecer. En el México posrevolucionario Rivera encarna al artista revolucionario mestizo de sexualidad desbordante. Su enorme sombra demanda la compañía de mujeres casi icónicas, de perfiles exóticos. La “dulce” y “desvaída” Angelina es la extranjera unida al período gris de la pintura de Rivera en la “oscura” y bárbara Europa. Su actitud titubeante encarna los límites impuestos a la creatividad femenina. “Siento que yo también podría borrarme con facilidad”. La voz de Quiela adquiere un tono casi insoportable, se convierte a través de su extrema pasividad. México aparece definido como depósito de sueños y de futuro: “Nosotros ya no sabemos mirar la vida con esa gula, con esa rebeldía fogosa, con esa cólera tropical; somos más indirectos, más inhibidos, más disimulados”.

El muralismo propone un arte espectacular y pedagógico, donde las figuras humanas se tornan estatuas, enormes y coloridas. La mano de Angelina busca reflejar, en tonos suaves, al niño que ha perdido, incorporar al otro desde el afecto. El relato erosiona el mito de Diego. Ante la ausencia de sus “líneas”, se corre de la imagen del “pájaro azul” de sus cuadros. La penúltima carta, firmada “tu Quiela”, condensa la maternidad truncada, la guerra y la miseria de París de principios de siglo, la infidelidad, el pasado exitoso.

La novela elide, de modo drástico, la historia posterior: Angelina viajó y vivió en México sin encontrarse con Diego. Las palabras finales hablan de la historia, pero desde el silencio de la artista rusa. Frente a la identidad rotunda proclamada por la cultura mexicana, el relato levanta la temblorosa pero tenaz palabra de Quiela. La literatura pone en escena la figura silenciada de Angelina haciendo estallar la placidez en la que los cuadros de Rivera y las voces de sus biógrafos la encerraron.

© LA GACETA

CARMEN PERILLI

Perfil

Elena Poniatowska (París, 1932). Periodista, escritora y profesora, nació con el título de princesa Héléne Elizabeth Louise Amelie Paula Dolores Poniatowska Amor.Vive en México desde 1942, cuando por la Segunda Guerra Mundial su madre tuvo que emigrar. Entre sus trabajos destacan las crónicas de la matanza estudiantil del 2 de octubre de 1968; el terremoto de 1985 en Ciudad de México, o el conflicto de Chiapas en 1994. Obtuvo el premio Cervantes en 2013. El año pasado ganó el premio Carlos Fuentes.