Los dos juegan mañana su partido previo. River contra Banfield a las 19 y Boca contra Lanús a las 21. Sea cual fuere el resultado, son los partidos en los que los hinchas se pasan cantando eso de que “el domingo, cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar”. No se refieren al partido de hoy. Lo cantan, claro, por el Superclásico del domingo en el Monumental.
Hasta unos días atrás, River tenía todo a favor. Triunfos en fila. Borja en modo goleador. El pibe Mastantuono y sus 16 años. Los otros pibes del Sub 17. Presente y futuro. Pero Esequiel Barco complicó todo. Se encaprichó la última fecha en tirar un penal que no le correspondía (dos penales en realidad) y complicó el clima interno. No importó que el partido contra Atlético Tucumán terminara sin goles. Importó el vestuario.
Podría entenderse el capricho de Barco. Esa clase de jugadores “distintos”, porque son los que desequilibran con su clase individual en medio de la lucha. Puede entenderse también el enojo inicial de Borja, el encargado del penal. Primero pateó furioso una pelota afuera. Pero luego fue el primero que acarició a Barco después del segundo penal que tiró a las nubes. Y lo bancó al día siguiente en sus redes sociales. Podría entenderse también al DT Demichelis. Su orden de que ejecutara el jugador que él había designado (Borja). Y también su decisión posterior de sacar a Barco en el entretiempo. Se entendió menos el gesto de Collidio, de tirar una pelota afuera cuando Borja la buscaba para ejecutar él la pena. Fue innecesario. ¿Faltó acaso un capitán que se acercara a Barco para decirle que estaba obrando mal? ¿Cómo habrá sido el clima interno en ese vestuario en el entretiempo, al punto que Demichelis debió aclarar que una marca en su cara era un “hongo” y no un posible golpe de Barco enojado por su exclusión para el segundo tiempo?
Como fuere, la actitud de Barco complicó innecesariamente el clima. Mañana será lo más observado contra Banfield. Al nuevo Boca del DT Diego Martínez, en cambio, no lo afectan problemas internos, supuestamente. Pero sí lo sigue afectando la falta de juego. Paradójicamente, lo mejor del nuevo Boca son los refuerzos. Lema y Zenón y, en menor medida, Blanco en lateral izquierdo. La vuelta de Medina y Equi Fernández tras su participación en el Preolímpico que venció a Brasil y ganó el boleto a los Juegos de París mejorará seguro la velocidad y la precisión de la maniobra. Porque todo le sigue resultando lento. Previsible. Y la esperanza de que algún día explote también el refuerzo más ruidoso: el de Edinson Cavani.