Preocupación y bastante, es la que nos dejó la reciente visita del presidente Milei a Israel. El actual contexto de guerra entre este país y el grupo terrorista Hamas, en la Franja de Gaza, y el abierto apoyo del presidente argentino a la causa judía, nos obliga a realizar una segunda lectura de la decisión presidencial. Y debemos hacerlo dado el calibre de los protagonistas y la historia reciente de Argentina en materia de terrorismo internacional. Tomar abierto partido por el estado judío y comparar a Hamas con el nazismo provocó el inmediato rechazo del grupo palestino, lo que debería encender un alerta máxima en los organismos de seguridad nacional. Porque justamente el largo brazo del terrorismo islámico golpeará en cualquier parte del mundo, en su eterna lucha contra el estado de Israel. Y nuestro país lamentablemente tiene antecedentes de sobra en la materia, para que nuestra preocupación se acreciente. Por muchísimo menos, durante el mandato de Carlos Menem, tuvimos los atentados de la embajada de Israel y la AMIA, como efecto colateral de los conflictos de medio oriente. Y siempre está presente en la elaboración y ejecución el siniestro gobierno de irán, en una guerra sin cuartel con el pueblo judío. Sus largos tentáculos están cercanamente presentes en la dictadura venezolana, en la tenebrosa triple frontera de Brasil, Argentina y Paraguay y en la nunca bien ponderada Ciudad del Este paraguaya. Y localmente, en las relaciones que mantuvo el peronismo en los últimos 20 años, con el destacado protagonismo de nefastos personajes vernáculos, y que culminaron en el aún impune crimen del fiscal Nisman, al querer denunciar el pacto iraní con el gobierno de Cristina Fernández. Por todo lo antedicho, el presidente Milei debería reconsiderar de inmediato su arriesgada actitud de viajar al exterior en vuelos de línea y extremar todas las medidas de seguridad, en prevención de un posible magnicidio, del cual estos malignos personajes no dudarían un segundo en concretar. La realidad se dificulta con la desastrosa herencia (una más), que el peronismo dejó en los servicios de inteligencia y la asombrosa falta de recursos humanos que tiene este gobierno para cubrir, todavía, muchos lugares claves de su administración. Millones de argentinos tienen depositada una inmensa esperanza en este presidente… y una tragedia, Dios no lo permita, sería devastadora para el destino de nuestro país..

Ricardo A. Rearte 

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