Hace quince días se dio a conocer la iniciativa de vecinos de El Mollar que aunaron esfuerzos con la comuna para resolver las dificultades urbanas que generaba una calle que era devorada por las aguas con cada tormenta. También se dio a conocer una propuesta para iluminar el camino que une esta localidad con Tafí del Valle, junto al embalse La Angostura, escenario de recientes accidentes de tránsito a causa de los animales sueltos. Y periódicamente se informa acerca de las dificultades para avanzar con la solución de problemas casi estructurales, como la urbanización caótica del cerro El Pelao y el traslado de basural formado junto a la planta de tratamiento de residuos, que ha dejado de cumplir su función ecológica ante la cantidad abrumadora de desperdicios que recibe.

En la información de hace dos semanas se planteaban, por cierto, las inquietudes vecinales ante la suspensión de trabajos en el encauce y la falta de defensas en el río El Mollar – lo cual es un peligro en las tormentas de verano o la falta de agua potable en las casas, un problema que lleva más de 30 años, según un referente vecinal. Periódicamente se informó, además, de la crisis por el crecimiento urbano caótico en la localidad, que derivó en la suspensión por ley de las construcciones en el cerro El Pelao, hace cuatro años, luego de que un grupo de vecinos denunciara la “desnaturalización” de la ladera que desemboca en el arroyo Los Morales. La Legislatura suspendió por un año -y aprobó luego dos prórrogas- el fraccionamiento de terrenos y la construcción de viviendas en ese cerro. El problema continúa. Similar es el de la planta de tratamiento de residuos, que era un establecimiento que, cuando fue instalado hace dos décadas en las afueras de la villa, parecía destinado a resolver de manera limpia el manejo de los desperdicios. Ahora está en medio de un sector lleno de viviendas y no tiene capacidad para tratar la enorme cantidad de material que recibe. Hace un año los vecinos hicieron protestas amenazando con cortar la calle y eso dio lugar a una intervención del Gobierno provincial para agilizar el traslado. Pero los trámites siguen lentos. Además, el problema de los animales sueltos ha derivado en un accidente de automovilistas en diciembre, dos de los cuales aún siguen hospitalizadas.

Al mismo tiempo, la localidad tiene características atractivas que se están aprovechando, como es la reserva arqueológica Los Menhires, o que pueden ser potenciadas. Un artista señaló que El Mollar, comparado con Tafí del Valle, “es más residencial, vive más gente, hay una comunidad, está más organizada como población”. Expresó que el lugar tiene mucho potencial cultural. Los vecinos organizados, por su parte, destacaron la exitosa gestión que tuvieron con las autoridades para resolver el problema de años en la calle que era arrastrada por el torrente. “Espero que lo que hicimos sirva como ejemplo a seguir para que otros vecinos también tengan la misma actitud que nosotros en cualquier parte de la provincia. No podemos estar permanentemente esperando que el Gobierno haga las cosas si tenemos la posibilidad de colaborar”. Expresó que a partir de esta iniciativa vecinal están surgiendo otras similares. Esto es, la acción de las fuerzas vivas no sólo da lugar a las llamadas “obras con colaboración vecinal” sino a una mirada solidaria del conjunto social, que se apropia de las necesidades del lugar en que viven, en busca de soluciones. Así como la protesta empuja a las autoridades a buscar soluciones, también las observaciones y los consejos vecinales impulsan reacciones de los funcionarios y les crean también obligaciones para afianzar estrategias para hacer frente a los problemas complejos y estructurales.