“El amor es el motor de cada uno de los internos”, sostiene la licenciada en servicios sociales Sandra Gómez. “Tienen un motivo para que todos los días piensen en el afuera, proyectarse al medio libres o esperar el día de visita. El amor salva y sana a los internos. El amor se fortalece en esa persona que ocupa su mente o dedica tiempo esperando la llamada o la visita de la otra persona”, añadió la profesional, que trabaja en el Servicio Penitenciario.
La especialista agregó: “cuando una persona privada de libertad solicita que se realicen los trámites para concretar esa unión en matrimonio se interviene con todas las estrategias posibles para que esa unión se lleve a cabo”.
“Si de amor o historias amorosas se trata, habrá muchas para contar, pero sí debe decirse que hay un contexto que debe resultar contenedor para que esas historias se materialicen en un espacio de encierro”, comentó Gómez. “El encuentro y la proyección de una vida conjunta basada en vínculos fuertes y estables tiene sentido, son proyectos de pareja y familia”, añadió la licenciada en servicios sociales.
“Hubo un día de matrimonios, donde la jueza de paz esperó dos horas a la novia. No era porque quería deslumbrar con su look, sino que había tenido un accidente de tránsito y llegaron heridos. Con la mujer y el testigo en el penal se realizó la ceremonia”, remarcó Gómez.
La profesional confirmó que en el Servicio Penitenciario se llevan a cabo entre 20 y 30 casamientos por año. “Son historias iniciadas en el afuera, en situación de encierro, con cumplimiento de condena conjunta... -relata Gómez-. En fin, hay de todo, porque el amor está en todos”.