Verónica Leiva

LA GACETA

¿Qué buscamos en una app de citas, esa zambullida en un mar de gente de la que -posiblemente- surgirá una compañía? ¿Qué pensamos al completar la mecánica de registro, elegir una opción y configurar el perfil? ¿Por qué subimos “esas” fotos, cómo editamos los 500 caracteres que detallan nuestros rasgos de personalidad, inclinaciones sexuales, gustos en la intimidad, el tipo de música que escuchamos...?

Tener sexo casual, encontrar una pareja, conocer a alguien o “lo estoy pensando”. La principal recomendación para habitar este universo es ser honesto. “Me pasó de conocer treintañeros que se disfrazaban de estar buscando una relación, pero al final lo único que querían era un touch and go” -cuenta L.R-. Está todo bien que quieran eso, el problema es que juegan con los sentimientos del otro”.

¿Hay química?

“No diría que uno puede enamorarse por una app”. M.M. hizo match con un chico que ya conocía y con quien nunca hubiese imaginado estar. “Me sirvió para darme cuenta de que nos atraíamos y que queríamos conocernos, aunque nunca había pasado algo antes”, destaca.

Desde que las redes sociales se instalaron en nuestra vida la comunicación persona-persona fue disminuyendo cada vez más. “Claramente es un reflejo de lo difícil que es conectarse y encontrarse hoy con las personas” considera Valentina Pernigotti, estudiante en la carrera de Letras. “Los diálogos, las miradas, las discusiones, fueron suplantadas por los chats con emojis y audios que se alejan mucho de lo que puede ser una conversación dada en carne y hueso”, sostiene.

“Después de haber terminado una relación me registré con la intención de conocer gente de otros círculos sociales, diferentes a los míos”, relata L.R., quien quedó desencantada por las experiencias que encontró: “tuve varias citas, pero me di cuenta de que todas las relaciones eran muy superfluas y, a veces, hasta riesgosas”.

Los usuarios coinciden en que las apps vienen a facilitar el primer paso para conocer a alguien pero no existe una garantía para el surgimiento del amor. La química y la autenticidad emocional son elementos que no pueden transmitirse a través del celular.

“Usar Tinder me hizo dar cuenta de que lo que quiero es que llegue de forma natural lo que tenga que llegar” afirma G.S., cuya experiencia se resume en haber creado una cuenta para conocer chicas, sin darle mucha importancia a lo que se podría lograr después. “Soy muy introvertido y me cuesta entablar conversaciones así que la aplicación es como un atajo”, advierte.

Cuidados

No todo es color de rosa. L.R. da su visión: “es como un salto al vacío porque no sabés quién o cómo es la otra persona, más allá de lo que te quieren mostrar”. Detrás de esta aparente facilidad y rapidez hay riesgos y los usuarios deben estar alertas. “Hace poco una amiga encontró un chico, me lo mostró y le dije que lo conocía, pero el nombre que le aparecía a ella era otro -indica E.O.-. Era una cuenta falsa disfrazada con la foto de mi amigo”.

Las principales medidas de seguridad que deben tomarse al utilizar estas plataformas son no compartir información delicada o privada con extraños para evitar ser objeto de extorsión, acoso o abuso y, al momento del encuentro, elegir un lugar público y seguro e idealmente notificar a alguien de confianza acerca de con quién te encontrarás.