El Congreso está sitiado. Desde el mediodía, casi dos horas antes de que comience la sesión para tratar en particular los artículos de la ley ómnibus del gobierno, movimientos de izquierda fueron llegando con banderas y pancartas para movilizarse y mostrar su oposición a la nueva norma. Pero al mismo tiempo, cientos de policías de a pie, en patrulleros, motos y colectivos tomaron posición en los alrededores del imponente edificio.

La experiencia de la semana pasada cuando, en medio de enfrentamientos hubo decenas de heridos y gran cantidad de detenidos, la situación hoy parece ir camino a repetirse.

Los manifestantes empezaron a cortar las avenidas que circundan el recinto legislativo y la Policía trata de impedirlo.

Mientas los legisladores discuten punto por punto lo que el Gobierno llama la ley "Bases", pasadas las 18 los negocios comenzaron a bajar sus persianas para evitar destrozos.

LA GACETA / FOTO DE JUAN MANUEL MONTERO.

Ambos bandos velan armas. Entre los movimientos opositores incluso hay puestos de salud donde de enseña qué hacer ante una rociadura de gas lacrimógeno o de gas pimienta y hay profesionales médicos vinculados a sectores de la izquierda esperando para atender a posibles heridos.

La Policía se apostó en todas las esquinas con bastones y escudos antidisturbios. Se preve una noche larga y no pacífica precisamente mientras dentro del Congreso se decide gran parte del futuro del país.

Un tucumano presente en la protesta. LA GACETA / FOTO DE JUAN MA