COMPILACIÓN

FÁBULAS DEL SENTIMIENTO

LUIS MATEO DÍEZ

(Debolsillo - Buenos Aires)

En este volumen encontramos doce nouvelles virtuosas y carentes de moraleja, que componen el ciclo narrativo del autor a lo largo de diez años. Ellas son: Pensión Lucerna, El fulgor de la pobreza, La sombra de Anubis, El limbo de los amantes, La viuda feliz, Príncipes del olvido, El eco de las bodas, La mano del amigo, Deudas del tiempo, La escoba de la bruja, Los frutos de la niebla y El diablo meridiano.

Luis Mateo Díez, maestro en el arte de la medida justa para contar una anécdota, logra piezas exactas dentro de un género tan difícil como la novela corta, gracias al extremo equilibrio entre concisión, intensidad y desarrollo argumental. Con una técnica y un lenguaje poético de extrema ductilidad y riqueza, aborda la preocupación por la dimensión del ser humano.

Historias en las que se puede apreciar cómo la materia prima para su escritura, es la vida: la dicha de vivirla, la desgracia, el dolor, el placer, la amistad, la soledad, la culpa, la felicidad, el desamparo, la envidia, los sueños. Aquello que es parte de nuestra cotidianeidad.

En el recorrido de estas doce fábulas, el desarraigo familiar y vital tiene mucho que ver en el desarreglo de las emociones que suscitan las pérdidas y los extravíos que acaban adquiriendo una tonalidad fantasmagórica en muchas de las historias. A una extraña pensión llegan, por ejemplo, la misma noche unos viajeros que huyen de la realidad acuciante y cotidiana en que viven, como si un ineludible impulso los arrancara de ella. La huida supondrá la reconsideración de sus existencias, en las confidencias de esa noche que mueve el azar. La pobreza puede ser una semilla que crece en el corazón de un hombre rico, y desde la secreta percepción de su hija enferma, dueña de una sensibilidad peculiar, el hilo dramático de un insólito suceso recuerda aquellos versos de Rilke en El libro de las horas que dicen: pues pobreza es fulgor, muy grande desde dentro. Y así, sucesivamente, nos encontramos con la supervivencia y los recursos para combatir la inconsistencia del ser humano.

Dice el autor: Al escribir las fábulas tenía clara la ambición de crear una peculiar comedia humana, en nada ajena a lo que constituye el subsuelo y el andamiaje de mi mundo narrativo.

La prosa de Díez convierte la lectura en una necesidad. Basta recordar la definición del autor: Estoy de acuerdo con aquello que decía Irène Némirovsky de que toda gran novela es como un callejón lleno de gente desconocida.

© LA GACETA

MÓNICA CAZÓN.

Perfil 

Luis Mateo Díez (Villablino, España, 1942) es autor de, entre otras, las novelas La Fuente de la edad,  El expediente del náufrago, Fantasmas del invierno y Juventud de cristal. El volumen Fábulas del sentimiento recoge las doce novelas cortas de ese ciclo narrativo. Sus cuentos están recopilados en El árbol de los cuentos. Celama es su última obra publicada. Es miembro de la Real Academia Española y ha recibido, entre otras distinciones, las siguientes distinciones, el Premio Miguel Delibes, el Premio Nacional de las Letras Españolas y el Cervantes 2023. Su obra está traducida a numerosas lenguas, y ha sido llevada al cine y al teatro.

El fulgor de la pobreza*

Por Luis Mateo Díez

Lo que Edira recordaría siempre como el gesto de una despedida fue la sonrisa que se dibujó en los labios de su padre aquella sobremesa de la celebración, cuando todos la miraban y en las palabras que recobraban las felicitaciones y el brindis tras los postres, se hizo unánime la alegría, como si los veinticinco años que acababa de cumplir tuviesen un sentido especial: el cuarto de siglo que comienza a llenar tu vida de un pasado que ya se contrapone a un presente y orienta al futuro. Tres meses más tarde la desaparición de Cosmo vino a confirmar lo que aquella sonrisa significaba, cuando ya nadie en la familia comprendía lo que a Cosmo le estaba sucediendo y de cuyo secreto solo Edira sabía algo: no lo que pudiera constatar con los datos de una comprobación sino con las presunciones de una sospecha que con tanta inquietud había observado.

Una sonrisa, una despedida.

Una despedida, llegaría a recordar Edira, convencida tanto tiempo después, cuando la desaparición de Cosmo adquirió su definitiva certeza porque nada la justificaba que no fuera su decisión personal, de que su padre jamás había confesado ninguna razón, que la sonrisa no era el aval de alguna palabra justificatoria, sino al contrario: el único gesto cordial y extremo de quien asumía definitivamente el silencio, en la tradición de aquella tradición familiar que tanto valoró el abuelo.

- Calla, calla, no desperdicies esa palabra que vas a decir, no digas nada. Las niñas cuando están más guapas es cuando tienen la boca cerrada.

*Fragmento de Fábulas del sentimiento.