“Acá, ella es la ‘profe’”, anticipa Pablo. Para los Veliz, el cestoball hizo que toquen “el cielo con las manos”. Una familia que apostó todo por una disciplina que, hoy, les dio la mayor satisfacción de su vida: ser campeones del mundo. Un sueño que, para aquellos años en los que empezaban con este proyecto en Estudiantes era impensado, pero que se convirtió en realidad.

Su llegada al deporte no fue una mera casualidad. Carmen, su madre, sembró la semilla en la capital del limón. “Ella jugaba en el Colegio San Martín de Tafí Viejo con la profesora ‘Porota’ Herrera, quien es la madre del deporte en la ciudad”, explica Melina, la mayor de los hermanos, y la primera en ingresar a este “mundillo” de los cestos. “A los nueve empecé a jugar en Talleres. Ese mismo año hice mi primer viaje fuera de la provincia y creo que eso me enamoró del deporte. Me acuerdo que con ‘má’ estuvimos más de un día arriba de un tren para llegar a Tapalqué, Buenos Aires”, recordó, valorando todos los esfuerzos que su madre realiza hasta el día de hoy.

“Siempre está pendiente de todo lo que necesitamos: que volvamos a las 12 de la noche y la comida esté caliente; se descose una remera y está con las agujas listas. Ese es el lado B que te moviliza cuando estás en la otra punta del mundo, escuchando el himno y que se llenen los ojos de lágrimas”, añadió emocionada y con una sonrisa en el rostro.

Para Federico y Pablo, el desafío llegó en un almuerzo familiar. En 2016, la “cebra” armaba su primer equipo masculino y Melina, una de las pioneras del proyecto, no dudo ni un segundo en convéncelos de participar. “Teníamos miles de dudas sobre esto. ‘Chipi’ jugaba al fútbol y yo estaba en el básquet. Encima, en el primer entrenamiento, solo éramos tres chicos los que entrenábamos. Pese a todo eso, fue la mejor decisión que tomamos”, describió Pablo, asegurando que puertas adentro siguen existiendo las cargadas por el rendimiento deportivo de ambos.

“Siempre nos molestamos por las jugadas que hacemos, imaginando que hubiese pasado si tomábamos otras decisiones. Nosotros creemos que eso es bueno porque nos hace crecer. Pero mamá es la que se tiene que bancar todo esto. Ella si reniega por ese tipo de cosas que casi siempre son en broma”, agregó el profesor de matemáticas.

Si bien tienen un lazo familiar que los une, todos coinciden que dentro de la cancha “no son hermanos”. “Cuando pasamos el portón, cada uno se mete en su rol”, dijo “Chipi”. “Le decimos Gallardo porque agarró cinco burros y ganó todo”, bromeó Pablo. En ese momento, la entrenadora de la Selección argentina contó una anécdota para dejar en claro que, a la hora de realizar su labor, es una profesional.

EN JUEGO. Practica de cestoball en el club Estudiantes. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL

“No solo los reto, sino que se los sienta para que piensen en el banco. Más de una vez me demandaron con mamá diciendo que les exijo mucho en los entrenamientos”, expresó entre risas, contando una anécdota que retrata su rigurosidad con sus dirigidos. “El primer año que fuimos al Argentino, ‘Chipi’ no estaba cumpliendo con una defensa que pedí que haga y lo saqué. Todo el mundo me miró, diciendo: 'lo saco al hermano'. Pero, tenían que entender que todos son jugadores. Eso responde a la coherencia de manejar al grupo”, detalló.

El crecimiento del cestoball dentro del club es ineludible. Según explicó Melina, Estudiantes presentó más de 175 jugadores federados para esta temporada, una cifra que parecía inalcanzable años atrás. “Hoy, CAE se convirtió en un modelo para el resto de clubes del país que nos consultan sobre las formativas mixtas”, puntualizó, añadiendo que en varones, la “cebra” ganó 14 títulos locales consecutivos y llegó a tres finales en siete años; en tanto, en damas, consiguieron 16 campeonatos de 17 disputados.

“Nos pasó de lograr muchos campeonatos y no dimensionarlo. Recibimos felicitaciones o nos llamaban llorando y era decir: 'wow'. Para nosotros siempre era jugar partidos”, acotó Federico, asegurando que la provincia tiene “madera” para seguir creciendo. “Hoy nosotros somos la cara visible de lo mejor de Tucumán, pero hay clubes como Catan de Tafí que vienen trabajando con pibes que se están desarrollando. Ya metieron podio y clasificaron a una Liga. Hay otros tres equipos en Famaillá que son muy buenos. Además, tenemos el torneo más extenso y numeroso de todo el país con 11 equipos. Nos posicionamos como un ejemplo a seguir”, expresó.

Si bien todos se coronaron campeones en el Mundial de Cestoball disputado en la India, los hermanos coinciden en que no es el final. “Siempre dije que no era el talentoso de la familia, ja. Pero ese mes para nosotros fue mágico. Me acuerdo cuando nos dieron la indumentaria el día anterior al torneo y ver nuestro nombre en esa camiseta era increíble. Sé que es casi inigualable esto, pero tengo la convicción de que vamos a dejar todo para que este deporte siga creciendo”, comentó Pablo. “Verlo a él levantar la copa haciendo como Messi en el medio de India fue increíble”, enfatizó Melina.

Pese a que considera que a los argentinos nos caracteriza una “idiosincrasia exitista”, la DT consideró que la medalla del campeonato del mundo no es lo más importante dentro del deporte. “Fue hermoso lograr un campeonato así, pero más me alegra cuando recibo un mensaje de jugadoras que encontraron un refugio dentro de este deporte; de mamá que se siente orgullosa de todo esto y de cualquier persona que agradece los valores. Esos son trofeos que marcan y valen”, concluye con la ambición de seguir expandiendo esta disciplina a nuevos horizontes.