Después del barroso recuerdo que dejó la edición 2023, la que se celebró ayer en la cancha de polo La Angostura tuvo el clima espectacular: sol a pleno desde la mañana hasta la tarde, lo que permitió que la final se jugara con clara visibilidad, a contramano de los últimos años. Con el clima a su favor, el Seven de Tafí tuvo su revancha con una concurrencia récord (ya desde pasado el mediodía se rondaban las 20.000 personas) y la confirmación de la vigencia esa ecuación básica tripartita que lo ha llevado a posicionarse como uno de los eventos rugbísticos más convocantes del país: buen nivel de competencia + entorno publicitario colorido y con propuestas para todas las edades + la majestuosidad de los cerros tucumanos.

Uno de los infaltables del Seven tafinisto es el encuentro de veteranos entre Tucumán Rugby Classic y los Old Virgins. Si bien el amistoso suele disputarse en la cancha 2 para no frenar el ritmo del crograma competitivo y correr el riesgo de quedarse sin luz natural, en esta ocasión se mudó a la cancha central para homenajear la memoria de un grande que se fue el año pasado: Nicolás Mario Rizzo. El “Mono”, como lo llamaban, era cordobés, pero terminó siendo parte de la historia grande del rugby tucumano, primero como jugador de Los Tarcos, y luego como entrenador de los “rojos”, de Tucumán Rugby y de los Naranjas, con los que dio el golpe al vencer a Francia en 1992 en cancha de Atlético.

“Una persona de corazón enorme, que transmitía su experiencia y su conocimiento a todo aquel que lo quisiera escuchar. Un hombre que dijo que del rugby siempre se aprende, pero que terminó siendo un maestro para todos”, lo elogió Miguel Reginato, miembro de Old Virgins, donde también llegó a jugar Rizzo.

“Fue mi entrenador en Tucumán Rugby y en el seleccionado. Lo recuerdo con mucho cariño y respeto. Además de lo deportivo, era un hombre de mucha convicción”, lo recuerda Julio Paz (h).

La placa de reconocimiento para Rizzo le fue entregada a alguien a quien Rizzo quería como a un hijo: Juan José Garma. Más conocido como “Cochoqué”, también recibió un reconocimiento propio como Guardia del Rugby por cumplir 45 años ligado al deporte ovalado en Tucumán Rugby.