Pluma que se eleva. Sonríe. Gesticula. Un dejo de nostalgia en la mirada. Curiosa. Parlanchina. Vital. Se entusiasma con los desafíos. Ecos de odalisca y de Folies Bergère se le entreveran tal vez en un pirouette. Genes sirios y galos crecen por sus pantorrillas. Sentimientos que brincan. Se contorsionan. Alada pasión que coreografía vida en un escenario. “En la danza se abre un mundo diferente: podés ser docente, artista profesional y dentro de lo que es artista profesional: coreógrafo, asistente. Podés hacer escenografías, enseñar en las escuelas, o sea la docencia en todos los rubros: discapacidades, ayudar a la gente con problemas de todo tipo. La danza es alegría, placer y es vida”, sostiene Patricia Sabbag, que este año celebrará dos décadas en la conducción del Ballet Contemporáneo de la Provincia, del que ella fue fundadora.
De destacada trayectoria, bailarina, docente y coreógrafa, la artista nació en San Miguel de Tucumán el 28 de abril de 1969, pero pasó su infancia en Santiago del Estero. “Mi apellido es de origen árabe, mi abuelo vino de Homs, Siria, mi abuela también. Como él, mi papá se dedicó a trabajar la tierra, tenían un puesto en el mercado y tierras en Santiago del Estero. Yo viví en Beltrán hasta los 10 años. Mi mamá, tucumana, descendencia francesa -Quoirin es su apellido-, estudió en la Escuela de Bellas Artes. Después hizo una diplomatura; ella pinta, dibuja, trabaja mucho con telar y con las arcillas”, cuenta Patricia.
- ¿Incursionaste desde changuita en expresiones artísticas?
- Desde chiquita, era muy inquieta: andaba en bicicleta, nadaba, hacía patín, era campeona en elástico. Iba una academia de folclore. Las primeras danzas que aprendí fueron las folclóricas y estoy muy orgullosa de ello, porque el folclore te da mucho, sobre todo la musicalidad, el tempo musical, lo que uno siente. Desde chiquitita me gustó la música, todo tipo de danza, la actividad física en relación con el cuerpo, pero siempre la relacioné con el ritmo de la música. La música para mí es muy importante.
- ¿Qué maestros hicieron un aporte importante a tu crecimiento artístico y personal?
- Principalmente, Elba Castría, Patricia Reginato; ellas dos fueron muy importantes para que me decidiera a continuar en la danza. Comencé en la Escuela de Danza a los 10 años, cuando vinimos a vivir a Tucumán. Seguí también bailando folclore; después conocí a Juan Saavedra, con el que bailé mucho, y a Coqui y a Pajarín Saavedra, grandes amigos, con los que hicimos folclore más estilizado. Después estudié en la Facultad de Artes, y también arquitectura. En Artes, conocí a Beatriz Lábatte, fuimos compañeras en algunas materias. Yo tomaba sus clases y después formé parte de su grupo. Pero en realidad yo primero formé parte del grupo de Elba Castría y después del de Beatriz y hasta que me fui a Europa en el año 97. Me fui con mi marido a Inglaterra; audicioné y entré en el Laban Centre of London. Pasé la audición de clásico contemporáneo a un nivel bastante alto. Ahí era más grande, tenía unos 26 años, y esos dos años que estudié ahí fueron fundamentales. Otra maestra que me marcó muy mucho fue Sonia Rafferty, fue muy importante para crecer como bailarina. En la Argentina otra persona importante fue Ana María Stekelman, yo tomaba cursos en Córdoba con ella. En Inglaterra, trabajé con muchos maestros muy grossos, picantes y otra maestra muy importante fue Susanne Linke, con la que trabajé en Viena. Ella era discípula también y bailarina de Pinna Bausch; me llevó a un nivel de profesionalidad mucho más alto, y también intelectual.
- ¿En qué te abrió la cabeza tu paso por Inglaterra?
- Descubrí un mundo completamente increíble, distinto al de acá. Aprendí y me di cuenta de que la danza no era como en Tucumán, que se hacían dos o tres cositas y eras maestra, coreógrafa. La danza tiene una amplitud… es una forma de vida, la danza está en todos lados, es fundamental para el ser humano. Rudolf Laban lo dice; él estudió y creó las bases de lo que es el movimiento en sí del ser humano hacia la danza y fuera de ella. En Inglaterra conocí a mucha gente y pude ver compañías importantísimas. Estuve becada en Viena dos meses, donde conocí a David Zambrano, a Steve Paxton, que es el creador del Contact improvisation, a Susanne Linke, entre otros maestros. Mi título de la Laban Centre of London es muy reconocido internacionalmente, de hecho cuando audicioné en el Cirque du Soleil, entré a la audición gracias a que había estudiado allí.
- ¿Cómo se gestó la creación del Ballet Contemporáneo de la provincia?
- Llegué en 2003, año en que nació mi hija. En 2004, comienza un nuevo gobierno en Tucumán. Me llama Mauricio Guzmán para que dicte unas clases a un grupo de gente que estaba sin dirección, el Grupo de Danza Contemporánea. Después me preguntó qué quería hacer y yo le dije una compañía de danza contemporánea; quería aportar a Tucumán mis conocimientos y todo lo que estudié afuera. Decidimos realizar el Ballet Contemporáneo; la resolución salió en 2006. Fue un trabajo muy arduo porque tuve que formar a la gente, formar público y crear un camino nuevo de lo que sería un cuerpo estable nuevo. Trabajé muy duro. Ya cumplo 20 años en el Ente Cultural formando gente, trabajando y haciendo espectáculos. Aprendí muchísimo: lo que es puestas en escena, coreografías; me relacioné con grandes personalidades de la Argentina y fuera de ella, trabajé con orquestas, con el Teatro Estable, con la Banda Sinfónica; trabajé con grandes regisseurs en las óperas y fue la manera de empezar a abrir espacios para que la danza tuviera su lugar. Creo que aporté mucho a la danza en Tucumán, he creado un camino que ayudó a que la danza contemporánea sea muy importante, así como lo hizo Elba Castría, dejar un sello importante y el Ballet Contemporáneo es uno de ellos. La danza contemporánea, hoy día, no es ya desconocida, está insertada mucho más en la sociedad.
- ¿Qué diferencia hay entre el bailarín clásico y el contemporáneo?
- Hoy en día, un bailarín clásico y el contemporáneo hacen las dos técnicas, por eso mi propuesta en este ballet es que los bailarines tengan ambas formaciones. El bailarín tiene que ser una conjunción de esas dos técnicas, y aparte de ser bailarín y poder desarrollar la técnica, debe ser un actor o una actriz. Me acuerdo cuando fui a ver “Giselle” en Londres con el Royal Ballet, la vi a Sylvie Guillem; lloraba de la emoción porque veía a una actriz, no veía la técnica. Veía a una Giselle real que me llegó hasta el alma y eso tiene que hacer un bailarín. Hoy en día, las escuelas ya no están tan separadas, se estudian las dos técnicas.
- ¿Es importante estudiar música en la formación de un bailarín?
- Por supuesto. Para mí la Escuela de Danzas de la Provincia fue fundamental porque me han enseñado francés, la base de los pasos de danza está en ese idioma; y estudié música. Hay que prepararse y estudiar solfeo, historia de la música, sí es fundamental. Aprendí mucha música, en las óperas también tuve que aprender sus estructuras musicales, que permite hacer coreografías. No es requisito saber música, pero es algo que no podemos obviar.
- ¿Cuándo te picó el bichito de la coreografía?
- Cuando estaba estudiando en el Laban Center of London, había una materia que se llama Estudio de la Coreografía, que te muestra las distintas áreas y vos ves las que más te gustan y te llegan más. A mí me gustaron mucho la coreografía y la puesta en escena; cuando estudié la parte técnica de iluminación y escenografía, me encantó. La coreografía, la escenografía y las luces van de la mano, así que ahí comencé a mirar la coreografía y la puesta en escena desde otro lugar y con más detalles. La coreografía se aprende con la práctica, con la sensibilidad, con el interés de uno, con el estudio teórico musical. Yo hago coreografías que a mí me llegan primero desde el alma. También hice una maestría en danza y teatro contemporáneo, en la que se relacionaba la música, el teatro y la danza. Para mí la danza no es un solo camino, sino que es un compartir con otras áreas.
- ¿Cómo te ves dentro de 10 años en la danza?
- Ya estoy en la mitad de los 50, tengo 54 años. Ya sembré mucho en el sentido de que he podido formar a la gente, he podido abrir en el Ballet Contemporáneo un estilo de puestas, una estética y el Ballet me ha ayudado a abrirme puertas y hacerme conocer en todo el país. Estoy en muchos proyectos muy interesantes, formo parte de la red de festivales y otros proyectos tienen que ver con la performance, clínicas en la danza, con muchas áreas. Ahora a mí, me gustaría estos 10 años poder seguir sembrando no solo en Tucumán, sino afuera de la provincia.
- ¿Qué representa la danza en tu vida?
- Todo. Es mi vida. La llevo conmigo a todos lados y forma parte de todas las cosas que hago. Para mí fue muy difícil dejar de bailar, lo que no lo hago yo como bailarina, lo proyecto de mis alumnos, en mis bailarines, y he sembrado en la docencia, en la gestión con la formación de profesionales, con las puestas en escena. Estoy militando hace más de 10 años en el Movimiento Federal de Danza por una ley provincial y una nacional, y por un Instituto Nacional de Danza. Milito también para que la danza se visibilice, que la gente la vea como un trabajo y una profesión importante. La danza, en todos los rubros posibles, está insertada. La danza es parte de mi vida. Como profesional me siento realizada, creo que soy joven (se ríe), me falta mucho por hacer, voy a seguir trabajando en propuestas interesantes que tengan que ver con las puestas en escena, la creatividad y la investigación también.