Había sido desterrado de la Latinoamérica en la década de 1950. Sin embargo, en las últimas tres décadas reapareció. Dejó de ser un militante de la pobreza y se hizo más democrático. El temible mosquito que sembró infectados y muertes en 2023 está de regreso, por ahora tímidamente, trayéndonos el dengue.

La Organización Panamericana de la Salud registró 826.000 casos en los países sudamericanos durante 2008 y 737.000 en 2007. En la Argentina, el mal reapareció en 1998 y desde entonces todos los años se registran casos, y en algunas ocasiones con brotes fuertes como en 1998 y 2004, cuando hubo más de 1.000 enfermos confirmados o en 2023, cuando se registraron más de 130.000 casos, una cifra impensada.

Es una enfermedad infectocontagiosa virósica, que para su transmisión necesita de un medio biológico (llamado vector), en este caso, un mosquito de la especie Aedes Aegypti, que es una de las que circula con mayor frecuencia en el continente americano. Se conocen tres variantes: la fiebre de dengue, la fiebre hemorrágica de dengue y el shock hemorrágico. La primera, de tipo gripal, rara vez causa la muerte, mientras que la fiebre hemorrágica puede llevar a la muerte.

En nuestra edición del miércoles informamos que los casos llegaban a 41 y sólo con los confirmados. Además, se calculaba que por cada infectado hay decenas más con síntomas similares que no hayan recibido chequeo médico ni tratamiento. El ministro provincial de Salud, Luis Medina Ruiz, dijo que se intensificaron los trabajos junto a los municipios del interior tras conocerse que ya son 41 los positivos detectados en la provincia. “En general los pacientes tienen domicilio en el Gran San Miguel de Tucumán, pero también tenemos en un sector de Yerba Buena que seguimos de cerca”, dijo el titular de la cartera sanitaria. “Al generarse la demora en la consulta, los mosquitos pican a los que están infectados sin saberlo y desgraciadamente difunden la enfermedad, que fue lo que pasó”, afirmó Medina Ruiz, que remarcó que por ahora el Siprosa tiene todo controlado.

En 2023, el dengue batió todos los récords en el país al superar los 100.000 casos. Tucumán fue la provincia más afectada por la epidemia que comenzó en el asentamiento Mercedes, en Lules, y luego se extendió a todo el territorio. Esa localidad y el Gran San Miguel de Tucumán fueron los sitios con más contagios. Lo llamativo es que hubo casos incluso en Tafí del Valle, donde el clima hasta ahora no había permitido que sobreviviera el mosquito. Se registraron 39.660 casos confirmados, un 80% más que como consecuencia del brote de 2020, que había sido la temporada récord. También se registró el doble de muertos y más pacientes internados a causa de la patología transmitida por el mosquito Aedes aegypti. Según consignamos en nuestro informe de comienzos de enero, la magnitud de la epidemia obligó a las autoridades a readecuar los servicios en los hospitales y a multiplicar los operativos en los barrios, para bajar la cantidad de insectos.

El ministro señaló que la comunidad tiene la mayor responsabilidad para evitar que los casos se multipliquen. Los vecinos deben evitar tener recipientes o algún contenedor con agua que pueda transformarse en un criadero de mosquitos. “Esa es la clave porque sin el vector, que es el Aedes aegypti, no hay dengue y la forma de combatirlo es evitar que las larvas que están en los recipientes se desarrollen”, señaló el funcionario.

Da la impresión de que una buena parte de los tucumanos están desmovilizados al respecto a que el dengue vuelva a instalarse con virulencia en nuestra provincia. Se debería reactivar con intensidad la campaña de descacharreo teniendo en cuenta que este verano lluvioso favorece la proliferación del insecto. Los municipios deberían impulsar un programa de prevención conjunto y convocar, por ejemplo, a centros vecinales o a instituciones civiles a colaborar en la concientización.

Prevenir es algo que nos cuesta históricamente a los argentinos y, especial, a los tucumanos. Sería importante que lográramos evitar que el dengue nos invada nuevamente y redoblar la apuesta, desterrándolo para siempre.