La escritura de Inés Fernández Moreno recrea momentos cotidianos de la vida de una mujer madura en el ámbito ciudadano de Buenos Aires. La protagonista atraviesa problemas que se amplifican en su estado de ex trabajadora, ex novia, como ella nombra. El ámbito social propio de una gran ciudad también le define soledades y vivencias de recuerdos, amores, familia.

El primer cuento se denomina “Impar” y el de cierre “Última salida”. En cuanto a la primera construcción, se refiere a una bota que permanece girando en la cinta del aeropuerto sin que la protagonista se permita retirarla hasta un final imprevisible y cargado de apreciaciones subjetivas. Cada cuento registra momentos femeninos como encontramos en “El valor de un beso” donde el reencuentro con un amor adolescente define lo que el tiempo ha borrado y la ilusión perdida. Así, los relatos se construyen a partir de una realidad madura y ciudadana, donde se equilibra el humor y la sorpresa, padecimientos de una internación por virus, desentendimientos de pareja. Circundan mujeres de diferentes características y queda el valor de lo no dicho como una nube que se expande y reluce, según apreciamos en “Preguntas raras”, donde el texto descubre la pasión de un personaje, que es paseador de perros. Desde la cotidianeidad del diálogo y las revelaciones que el protagonista recrea, como una conquista, descubrimos a una mujer que se despide, llora y acude a una cirugía importante. Así, los cuentos ofrecen otra historia que el lector debe construir como modo necesario de completar el relato, modalidad ejercitada con diversidad de técnicas y finales sorprendentes.

La organización de lo narrado marca un círculo que corresponde también a la vida misma, por cuanto el primero define lo imprevisible de un viaje y el último tiene como eje a una anciana con dificultad motriz, su madre, a quien la narradora acompaña y apura para luego despedirse. Finalmente, se encuentran sus miradas, presente y futuro, en ese espejo de la vida.

© LA GACETA