Las propuestas oficiales de cambios en el sector cultural entraron en debate formal ayer en la Cámara de Diputados, con la comparecencia del secretario nacional del área, Leonardo Cifelli, en la exposición en las comisiones que analizan el proyecto de Ley Ómnibus.
“No hay plata. Venimos con la premisa de cumplir con las promesas de campaña de Javier Milei que votaron los argentinos, para una gestión eficiente de los recursos y una administración transparente para la reconstrucción de la Argentina grande. Casta o libertad”, leyó en el comienzo de su discurso, en una introducción genérica en la que defendió el conjunto diversos de normas de la megaley. “Hay que reestructurar el Estado Nacional, que gasta lo que no tiene”, agregó, luego de decir que hace teatro desde los 18 años y tiene 53 (es productor principalmente de musicales comerciales),
Abocado ya a su temática puntual, el funcionario alegó que su “plan cultural demuestra los verdaderos valores que proclamamos: libertad, eficiencia, transparencia y progreso”. “Nos encontramos con entes descentralizados enormes, con más puestos de trabajo que funciones concretas, con distintos organismos que tienen asignados los mismos objetivos, funciones y tareas, con más gastos públicos que inversiones”, señaló en forma global.
Luego admitió que “en el contexto de crisis que estamos atravesando vamos a reducir el aparato estatal, centralizar funciones y modificar la estructura para reasignar programas que van a depender en forma directa del presupuesto nacional y de la administración central”. De esta forma, los institutos federales de la cultura perderán su autonomía funcional y su autarquía económica, lograda con aportes específicos y no surgidos de la caja general.
Respecto del Fondo Nacional de las Artes y del Instituto Nacional de Teatro (dos entes cuya eliminación se postula en la norma en debate), afirmó que “pasarán a ser programas activos de la Secretaría, conservando su fin: la promoción y el desarrollo de la actividad artística”.
“El Incaa (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, sobre el que se mociona una profunda revisión) requiere modificaciones urgentes. El presupuesto debe destinarse de forma mayoritaria a subsidios de hasta el 50% de cada proyecto; la otra parte deberá ser sustentada por cada aportante. El Fondo de Fomento deberá destinar al menos el 50% a la producción y exhibición de películas nacionales. Lo que no se concrete o (el dinero que) no se rinda se devolverá con UVA (ajuste por inflación). Debe haber un rendimiento detallado y con mayor seguimiento de los gastos, porque los argentinos merecen tener un mayor conocimiento de lo que se hace con sus recursos, con mayor control”, planteó y anunció una auditoría integral.
“Creemos en el arte nacional, sabemos que tenemos una industria musical reconocida a nivel internacional, que el teatro argentino refleja nuestra historia y que nuestro cine es cuna de éxitos. Si el Congreso aprueba esta ley, estaremos sentando las bases para exportar más cultura argentina al mundo”, subrayó en su mensaje inicial.
Luego recibió preguntas de los diputados intervinientes, pero sus respuestas fueron globales y sin precisión alguna. “No vamos a desfinanciar la cultura sino a optimizar los fondos de diversa fuente. Vamos a elaborar propuestas que se elevarán con el resto del presupuesto que llegará al Congreso, para que (los legisladores) tengan mayor oportunidad de debatir y aprobar a favor del desarrollo cultural. En la Secretaría tenemos plena capacidad para administrar los fondos”, sostuvo. Además prometió relevar las necesidades de cada provincia para cubrirlas desde la Nación.