Fueron tiempos durísimos para el país los vividos durante 2022 -uno de los años más secos desde 1961-, situación que se prolongó durante los primeros meses de 2023 con graves consecuencias para los cultivos. El impacto del fenómeno de La Niña resultó implacable para la producción agropecuaria, especialmente en la zona núcleo y región central de la Argentina. Las pérdidas resultaron notables y, de acuerdo con estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), la producción de soja para la campaña 2022/23 fue de 20 millones de toneladas, un 54,3% inferior a la campaña previa y la peor performance desde 1999.

Para el trigo, la BCR estimó una cosecha de 11,5 millones de toneladas, lo que representó un 48% menos que la campaña previa. Para ambos cultivos, estos niveles tan bajos de producción no se registraban desde 2015. El maíz no quedó al margen y en la última campaña registró una producción de 36 millones de toneladas (un 39% menos que la campaña anterior), lo que no ocurría desde 2012/13.

Los datos pintan el perjuicio económico que generaron las malas cosechas. En agosto, por ejemplo, el nivel de actividad económica -dato que anticipa el Producto Bruto Interno publicado trimestralmente- cayó 1,6% en el acumulado anual con respecto a igual período de 2022. Los datos del Gobierno nacional muestran que la actividad agropecuaria se desmoronó en agosto un 27,1% interanual.  

En igual sentido, la BCR estimó que el Valor Agregado Bruto (VAB) de las cadenas agroalimentarias, es decir el aporte del sector agropecuario al PBI, cayó 14% interanual en el primer semestre de 2023. “La participación en el VAB total es la más baja desde al menos el 2007”, indicó la entidad.

Un análisis de la Fundación Mediterránea sobre las últimas cuatro sequías -las campañas 2008/09, 2011/12, 2017/18 y 2022/23- comparó la profundidad del daño productivo que se generó a partir de la falta de lluvias y cuáles fueron las provincias más afectadas. La conclusión es que para los principales cultivos la peor sequía fue definitivamente la del último ciclo. Y determinó también que para Tucumán se trató de la segunda sequía más dañina, luego de la del ciclo 2011/12.

La situación llegó al punto de que el Gobierno nacional dictó la Resolución 1027/2023 para establecer la Emergencia Agropecuaria en Tucumán hasta el 23 de marzo de 2024. La medida abarca las explotaciones de soja, maíz, poroto, sorgo, caña de azúcar, citrus, palta y actividad ganadera en todo el territorio, excepto en el departamento de Tafí del Valle.

Una caída brutal

El panorama también afectó las estimaciones que se habían proyectado sobre la economía argentina. El Fondo Monetario Internacional (FMI) debió reducir en abril las perspectivas de crecimiento del PBI a sólo el 0,2% para 2023, mientras que el Banco Mundial, en su informe más reciente, vaticinó una caída del 2% este año.

Las exportaciones no quedaron al margen. A partir de un estudio sobre 20 complejos productivos, el Monitor de Exportaciones Agroindustriales, elaborado por la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo Argentino (FADA), expuso que la sequía hizo estragos en las exportaciones agroindustriales y 14 de esos complejos experimentaron retrocesos. El documento reflejó que las exportaciones se retrajeron un 35% por lo que ingresaron U$S 10.800 millones menos al país, en comparación al primer semestre del año anterior.

El informe de FADA detalló también que en el primer semestre de 2023 Argentina exportó un total de U$S 33.500 millones. En ese período, las cadenas agroindustriales generaron un total de U$S 20.000 millones en concepto de exportaciones. El menor ingreso de dólares del campo sumó un problema adicional a una economía ya debilitada, demostrando la importancia que tiene para el país ingresar dólares con más exportaciones.

Incluso, para el segundo semestre, que culmina hoy, las perspectivas son negativas en términos de demanda internacional; neutras en competitividad cambiaria; negativas en oferta exportable; y negativas en precios. De esta manera, y en comparación al segundo semestre de 2022, se prevé una menor exportación de granos y otros productos como carne y leche. Con estas perspectivas, se podrían estimar exportaciones de las cadenas agroindustriales que difícilmente superen los U$S 40.000 millones para 2023, unos U$S 20.000 millones más bajas que hace un año.

El análisis

“El campo puede producir mucho más. En granos, FADA mostró en el Congreso de la Nación que puede producir 56% más, 76 millones de toneladas adicionales, que pueden generar U$S 30.000 millones adicionales por año, y junto a carnes y biocombustibles crear medio millón de puestos de trabajo adicionales. ¿Qué se necesita? Cuatro claves: cero retenciones, cero restricciones, dólar y reglas claras. Si se lograra eso, uno de cada tres desocupados de Argentina podría tener trabajo”, enfatizó el documento de FADA.

La entidad también trazó un panorama más alentador para el año que viene a partir de un clima más favorable. “Las exportaciones de las cadenas agropecuarias y agroindustriales deberían recuperar gran parte de lo que perdieron, volver a aportar siete de cada 10 dólares que el país exporta y seguir colaborando en la economía que viene”, afirmó David Miazzo, economista Jefe de FADA.

Finalmente, la sequía también impactó negativamente en el ingreso de dólares al país y, por consiguiente, en las cuentas públicas. El último informe de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) destaca que hasta septiembre las exportadores de cereales y la industria oleaginosa liquidaron un 50,5% menos de divisas que en igual período de 2022. Se trata de más de U$S 17.000 millones que, en comparación con 2022, el Banco Central dejó de recibir, en un contexto de escasez de reservas internacionales.