“Estos árboles son heredados”, dijo el flamante funcionario de la nueva dirección de Arbolado de la Municipalidad capitalina al referirse a las ramas que se cayeron de un árbol de gran porte en el parque Avellaneda. A decir verdad, la herencia en cuestiones de arbolado es grande en todas partes, ya que, según dijo hace poco un experto, las especies vegetales que adornan las calles del Gran San Miguel han sido puestas hace más de 70 años. Todas requieren atención, cuidado y mantenimiento, y varias, si no muchas, requieren reemplazo por vejez o enfermedades.

Los informes con respecto a esas tareas de cuidado y mantenimiento son insuficientes y esporádicos. Aparecen noticias cuando ocurren emergencias como la del parque Avellaneda hace dos años, cuando la caída de una pesada rama de eucalipto causó severas heridas a una niña. Entonces se extrajeron los eucaliptos de ese parque y se hizo una intensa campaña de poda. Sin embargo, no parecen haber cambiado notablemente las cosas.

Cuando fue la campaña electoral se debatió sobre el tema. La candidata oficialista afirmaba que había suficientes ejemplares en la ciudad, que se habían plantado unos 60.000 en los últimos años y que hacía falta un plan de arbolado y un nuevo censo ya que los datos estaban desactualizados. La candidata que resultó ser tras los comicios la nueva intendenta decía, en cambio, que los espacios verdes públicos de la ciudad no son suficientes.

Habría que analizar, no obstante, los informes parciales que puede haber en la Municipalidad. Se sabe que hace dos años se consideraba que había 400 ejemplares en mal estado en la Ciudad –tal cual lo manifestó el intendente en su mensaje al Concejo Deliberante en 2022 y habría que pensar cuántos se han cambiado y / o podado. También se sabe que las anteriores autoridades llevaron a cabo un programa de reemplazo de especies enfermas –muchos naranjos estaban en problemas- o de especies inadecuadas, como los eucaliptos. Precisamente la “Ciudad jardín” ha llevado a cabo desde 2013 un censo completo de arbolado que determinó entonces que había 17.000 árboles en Yerba Buena y también llevó a cabo un estudio del estado de los ejemplares.

No se trata solamente de si se podrá reemplazar los ejemplares enfermos o viejos, sino de revisar el estado y los problemas surgidos con las roturas de veredas y calles que generan las empresas de servicios. Se trata, entonces, de una forma de cuidado que debería ir coordinada entre las distintas reparticiones que intervienen en estos asuntos. Las autoridades tendrían que ocuparse del arbolado público igual que de la reparación de desagües pluviales, puentes o caminos. “Se requieren convocatorias a profesionales y un plan maestro de acción”, dijo un ingeniero agrónomo y profesor de la Facultad de Agronomía y Zootecnia de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), graficando la necesidad de darle importancia a esta cuestión. Es de esperar que así se haga en esta etapa que comienza.