“Chumbicha es mi lugar en el mundo. Aquí la gente todavía puede tomar mate en la vereda, dejar las cosas afuera, se puede caminar tranquilo a cualquier hora; todo eso me da paz. Ojalá que siga siendo así el pueblo. La gente es respetuosa y amable”, responde Nicolás Romero, parado justo al lado de un cartel inmenso con letras blancas que anuncia sobre la ruta la existencia de este pequeño poblado.

Son 290 kilómetros los que separan a San Miguel de Tucumán de Chumbicha, una pequeña localidad de Capayán, Catamarca, que se ubica casi en el límite con La Rioja. Es un pueblo que tiene poco más de 90 manzanas. En la última cuadra del barrio San Martín -curiosamente- nació hace 20 años “Nico” Romero, quien hoy brilla en Atlético.

La mayoría de los chumbichanos trabaja en la Municipalidad o son trabajadores de EC Sapem (compañía de servicios eléctricos públicos de Catamarca) o Sapem (agua). No hay fábricas y la mayoría de las calles son de tierra. Décadas atrás, en Capayán había muchas tierras con olivos y mandarinos, y dicen que Chumbicha es conocida por tener la mandarina más rica del país. Eso sí, de esa Chumbicha quedan pocos rastros.

Hay sólo tres supermercados -ninguno de cadena internacional- más bien son almacenes grandes. Bares, cines o teatros, ni por asomo. ¿Semáforos? Sólo en la avenida Félix Nazar, ubicada al lado de las vías del ferrocarril. Un letrero gigante te avisa sobre ruta 38 que llegás a Chumbicha. Inmediatamente pegado a ese letrero hay un local de encurtidos que tiene una variedad enorme de frascos, para todos los gustos. “Nosotros no somos de aquí, somos de más al oeste de la provincia”, responde amablemente una señora mientras despacha un frasco de 5 kilos de aceitunas negras por la módica suma de $5500.

No tiene humedad como Tucumán, pero el sol se hace sentir en ésta época del año en Chumbicha. Aunque el termómetro marque 38°, refugiarte en la sombra es reconfortante. Si no fuese por algunos olivos en las veredas, caminar por las calles del pueblo catamarqueño sería como hacerlo en Villa Carmela o Tafí Viejo: los cerros parecen estar al alcance de la mano y su verde da la sensación de paz, silencio, relax.

Aunque sea un pueblo de casi 7.000 habitantes, tiene dos clubes de fútbol que participan en la Liga Catamarqueña: Club Sportivo San Martín (fundado en 1959) y el más importante, Club Sportivo Ferrocarriles del Estado (fundado en 1946) debido a la importancia que tuvo el ferrocarril años atrás en la zona. La avenida Nazar aún tiene rastros que denotan ese papel clave. La arquitectura de las viviendas de ferrocarriles son inconfundibles.

Hasta hace un par de décadas, Chumbicha supo ser el corazón de Catamarca. “Ferrocarriles del Estado tenía una estación desde aquí se distribuía a toda la provincia. Indumentaria, comestibles, frutas y verduras llegaban y salían de Chumbicha. Éramos la puerta de entrada a la provincia. De a poco eso se fue perdiendo cuando se levantó el ramal el pueblo detuvo su evolución”, contó Jorge Santander, dueño de la radio FM La City.

Cuando el corazón del pueblo dejó de latir, la gente se mudó, la oferta laboral cayó bruscamente y Chumbicha quedó estancada en el tiempo. “Había una actividad económica tremenda, ahora de a poco se empezó a mover un poco más el pueblo. La ruta separa al pueblo en dos. Tenemos seis escuelas, tres en el centro y tres en San Martín, hay dos secundarias y un terciario. Enfermería y teatro es lo que más estudian los chicos. Y ahora lo tenemos a Nico, que vendría a ser nuestro embajador”, responde Santander, quien conoce al futbolista desde que nació. “Nos conocemos todos, es un pueblo chico y por eso es fácil. Suelen hacerme recibimientos y regalos. Algunos me dicen que no se animan a saludarme porque quizás desde que aparezco en la televisión cambié, pero nada que ver”, agrega el jugador del “decano” con timidez desde la plaza 25 de Mayo, mientras recibe bocinazos de cada auto que pasa. Es verdad, ahí en la intimidad de Chumbicha, Romero es una celebridad, aunque se ponga colorado y sonría cada vez que lo saludan.