No era el escenario que había proyectado Javier Milei para asumir la Presidencia de la Nación. Tampoco era la provincia que Osvaldo Jaldo se imaginó que iba a recibir. En ese paralelismo, hay una línea que cruza y que los une: el déficit fiscal. El libertario asumió el domingo y, desde la puerta del Congreso Nacional, lanzó un descarnado mensaje acerca de la herencia que recibió de parte del peronista Alberto Fernández. Jaldo, en tanto, lleva casi un mes y medio de administración y, en cada baldosa que pisa en la Casa de Gobierno, se encuentra un problema. A diferencia del economista convertido en jefe de Estado, al gobernador le cuesta más renegar de la herencia. Fue compañero de fórmula de su antecesor, Juan Manzur, durante dos períodos de gestión. En el medio de esos ocho años, estuvo 513 días al frente del Poder Ejecutivo cuando el médico se fue a la Casa Rosada, en septiembre de 2021, para asumir como jefe de Gabinete de la Nación. Pero tantos años de campaña alimentaron el gasto público a tal punto que hoy el tranqueño tuvo que apelar a un drástico recorte de las erogaciones consideradas superfluas y ponerse a tono con la realidad de un país en crisis.
Jaldo se convirtió en el primer gobernador de la “era Milei” en reducir el nivel de erogaciones, pero con una señal política clara: eliminar de un plumazo 50 áreas del Poder Ejecutivo, tal como el presidente de la Nación lo ha hecho a nivel nacional. Detrás del tucumano se inscribieron otros mandatarios. En el primer día hábil de su gestión el nuevo gobernador de San Juan, Marcelo Orrego, ha decidido recortar el 30% de los cargos políticos e invalidó aquellas designaciones efectuadas por su antecesor, el peronista Sergio Uñac, en los 90 días previos al recambio institucional. En ese camino de la austeridad fiscal, otro mandatario, el de Chubut, Ignacio Torres, firmó un decreto que ordena dar de baja las designaciones irregulares realizadas en el Ejecutivo provincial en los últimos seis meses, y revisar las del último año. Rogelio Frigerio, de Entre Ríos, un viejo conocedor del comportamiento de las provincias, asumió con el mantra libertario del “no hay plata” y con el que justificó la reducción a la mitad de los cargos del Estado, una revisión integral realizada por su antecesor, el peronista Gustavo Bordet, y una drástica reducción de los subsidios. La diferencia entre estos tres últimos gobernadores respecto de Jaldo es que resultaron electos como candidatos por Juntos por el Cambio, es decir, están en sintonía con el Gobierno nacional. Incluso, la profundización de las distintas maneras de pensar entre los justicialistas se evidenció durante la reasunción del gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, que marcó una clara diferencia respecto de Javier Milei. “Los bonaerenses evaluaron que lo que falta en viviendas, educación, salud, no se consigue ni con motosierra ni ajuste. Pero sobre todo dijeron que no sobran derechos, que no sobra Estado; al revés, hacen falta más derechos, hace falta más y mejor Estado”, manifestó el economista cercano a la ex vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, En este aspecto, también hay algo que se debe tomar en cuenta: Kicillof no puede echarse a sí mismo la culpa de los errores cometidos en la gestión del principal distrito electoral de la Argentina.
Este tipo de medidas de ajuste le han costado al gobernador tucumano cierto resquemor dentro de la propia fuerza que representa. Hay dirigentes y militantes tucumanos que todavía están sentidos con el mandatario provincial por haber dado de baja los beneficios de la Unidad de Reconversión Laboral (Unrel) y por haber puesto el pie en el freno a las designaciones que son tradicionales en la política cada vez que se produce un recambio de gestión. “No me preocupan las críticas y, si existen, quiere decir que estoy en el camino correcto, porque hay una realidad que marcaron los propios argentinos: la necesidad de cambiar la forma de administrar un gobierno”, se excusa el mandatario provincial.
Jaldo sabe que no son tiempos fáciles. El karma político ha vuelto a ponerlo en una zona de conflicto fiscal. En tiempos de la gobernación de Julio Miranda, el tranqueño tuvo a su cargo el Ministerio de Economía y, desde ese puesto, tenía que negociar con todos los factores de la actividad económica la mejor manera de avanzar con la eliminación de los Bonos de Cancelación de Deudas (Bocade). En la actualidad, está a cargo del Poder Ejecutivo y, desde ese lugar, intenta encontrarle la vuelta a su plan de gobierno. La reducción del gasto político es una de las facetas del “ajuste a la tucumana”. La otra está relacionada al incremento de los niveles de recaudación en impuestos que golpean de lleno en la clase media: el Automotor y el Inmobiliario. Ya lo dijo el ministro de Economía, Daniel Abad: el Estado tiene tres formas de financiarse. Por un lado, a través de los impuestos; por el otro, con el endeudamiento, algo que desde hace tiempo está vedado para la provincia. Y el tercer factor es la emisión. Bajo ningún punto de vista el nuevo ministro de Economía, Luis Caputo, mucho menos su par del Interior, Guillermo Francos, están dispuestos a convalidar el retorno de las monedas espurias en las provincias, aunque varias de ellas ya han pensado como una opción para pasar este momento de ahogo financiero. Nadie tendrá la espalda suficiente para aguantar semejante escenario de restricciones en el giro de partidas discrecionales, de anulación de la obra pública y de no asistencia mediante préstamos de corto plazo para atender los compromisos más urgentes, como el pago de los salarios a estatales. “Estoy jugado; voy a fondo”, afirmó Jaldo. El gobernador trata de alejarse del ruido de los “compañeros”, que buscan un lugar para sostenerse institucionalmente hasta la próxima elección. En muchos casos, se encuentran con la negativa del mandatario. “Hoy no me preocupa la política; me preocupa más lo institucional. Tenemos que pasar esta tormenta y después ver cuánta claridad tendrá el día”, usa como metáfora el titular del Poder Ejecutivo.
En los últimos días, Jaldo ha recibido varias llamadas del Congreso Nacional. Una de ellas fue del presidente del bloque de diputados nacionales de Unión por la Patria, Germán Martínez, que le consultó acerca de la pertenencia de los representantes tucumanos dentro de esa bancada. Por ahora todos juegan en el equipo opositor. En esta situación hay un dato que no es menor: el Gobierno nacional intentará canalizar las negociaciones de los proyectos de ley que elevará al Congreso a través de los mandatarios provinciales. Más allá de que se diga que ha llegado a la Casa Rosada otra manera de gobernar, el nuevo gabinete mantendrá algunas zanahorias para negociar políticamente con cada uno de los distritos del país.
Jaldo, en definitiva, no tiene margen para retroceder en esta política de contención del gasto. La herencia deficitaria que ha quedado de los ocho años de mandato manzurista se acumularon en los últimos meses con varias elecciones que resultaron demasiado onerosas para el otrora oficialismo. Son los altos costos que ha dejado la vieja política, la de acumular problemas y desequilibrios macroeconómicos que también se posan sobre las espaldas de una sociedad más empobrecida que tendrá que someterse a una economía de guerra al menos en los próximos seis meses. Mientras tanto, no queda otra que aguantar con todas las carencias que causa una crisis.