Tras la muerte de Juan Domingo Perón en 1974, la imagen del sector político argentino quedó totalmente debilitado. En un contexto económico de grandes complicaciones, empezó a sonar fuerte el nombre de Celestino Rodrigo, un ingeniero que ofició de ministro de Economía de la Nación del gobierno de Estela Martínez de Perón.

En un contexto de alto déficit fiscal e índices alarmantes de inflación, llegó el “Rodrigazo”, el plan de shock propuesto por el propio ministro que generó la peor crisis económica de Argentina y que durante su asunción como presidente, Javier Milei mencionó en repetidas ocasiones.

El plan propuesto por el “Rodrigazo”

Con el objetivo de desacelerar la inflación, en 1975 Rodrigo impulsó la devaluación total del peso argentino y la suba de las tarifas de servicios públicos y combustible. Además, estableció un tope a los sindicatos para las paritarias salariales, lo que fue ampliamente resistido desde el sector de los trabajadores.

Economistas e historiadores coinciden en que el tope impuesto a los salarios escondía un doble objetivo: desviar los recursos del sector laboral al sector agroexportador. Mientras en 1974 el Índice de Precios al Consumidor había aumentado un 40%, en 1975 escaló hasta un 335%.

Según Carlos Leyba, subsecretario de Economía de Perón, “el plan económico de Rodrigo apuntó a poner en marcha una transformación estructural destinada a instalar una economía y una sociedad autorreguladas por el mercado”, medidas que iban contra lo que había impulsado Juan Domingo en su momento.

El aumento del dólar respecto del peso fue de entre el 80 y el 160% para todas sus variantes: dólar financiero, dólar turístico y dólar comercial. El precio de la nafta escaló hasta un 180%, los servicios públicos entre el 40 y el 75% y la energía un 75%.

Pese a que Rodrigo fue el ministro de Economía que implementó el plan, muchos economistas especialistas en la materia aseguraron que la mente detrás del ajuste fue Ricardo Zinn, ex subsecretario de Programación y Coordinación Económica del Ministerio de Economía.

“Zinn tenía la idea de que la compasión era una debilidad, que era necesario aplicar el poder con rigor. Este marco es imprescindible para comprender cómo se podía decidir una devaluación, un ajuste tarifario, todo eso junto”, declaró Leyba para “Chequeado”.