“Sí, fui yo. Pido mil disculpas. Andaba con mis compañeros y le puse un palo en la rueda (a la víctima). Yo estaba ‘machao’, estaba perdido; cuando vimos cómo cayó nos echamos a correr”, sintetizó Juan Pablo Giamarino (22 años) al momento de hacerse cargo del crimen del ciclista Guillermo Eduardo Romero. De esa manera, fue condenado por la jueza Elizabeth Raddi, en un juicio abreviado, a la pena de 10 años de prisión por homicidio en ocasión de robo, como solicitaban la Fiscalía, la querella y la defensa. En la audiencia se destacó la figura de Romero, quien era un activista que a través del deporte buscaba cambiar la realidad de los jóvenes en los barrios más afectados por la pobreza.

El abogado querellante, Mariano Arcas, fue quien enalteció las virtudes de la víctima. “Siempre en un caso así hablaríamos de una gran pérdida y de un daño irreparable, pero en esta última audiencia queremos destacar que Romero con su bicicleta, además de hacer ejercicio buscaba concientizar, hacía colectas para los barrios vulnerables, insistía en profesar que el deporte era una vía de escape a los problemas, a las adiciones, etcétera”, señaló. Luego complementó diciendo: “perder a esta persona no solo dañó a su familia, sino a toda la comunidad, porque Guillermo era un verdadero transformador social y pudo con su ejemplo guiar a algunas personas”.

Arcas además explicó que habían acordado esta pena porque, aunque sabían que en un juicio oral podían aspirar a una pena de hasta 25 años, tenían en cuenta que existían atenuantes y que –por sobre todo- un debate oral habría significado una gran revictimización para la familia del ciclista. Benjamina Silvia Gómez, la madre de la víctima, reflejó el dolor que le causaba el proceso. Llorando, manifestó: “estoy destruida, nada me va a devolver a mi hijo, ni aunque le den 50 años de prisión voy a poder tener paz. Sólo quiero preguntarle a este joven ¿Qué le hizo mi hijo para que él hiciera esto?”. La pregunta no tuvo respuesta.

Robo frustrado

El caso fue investigado por la Fiscalía de Homicidios II, a cargo de Carlos Sale. El auxiliar Miguel Fernández fue quien expuso el acuerdo al que habían llegado con el querellante Arcas y con el defensor oficial Patricio Juárez. Fernández explicó que el 6 de agosto Guillermo Romero circulaba en bici, seguido por otros bikers, por la avenida Perón de la capital, cuando al llegar a la altura de la rotonda del Arcángel San Miguel, Giamarino apareció al costado del camino con un palo y con ese elemento trabó la rueda de Romero haciéndolo caer al pavimento y causándole la muerte. El agresor se acercó para sacarle algo, pero, al ver que la víctima no estaba sola, decidió escapar. Los ciclistas pidieron ayuda y se presentaron en el lugar efectivos de la seccional 10ª. Minutos antes un vecino había llamado informando que desde la vereda del barrio La Costanera unos jóvenes estaban arrojando objetos a la ruta para hacer caer o frenar a los motociclistas y poder robarles. Con la descripción que aportaron algunos testigos, Giamarino fue detenido a las pocas horas.

Fernández señaló que debían tener en cuenta como atenuantes que el imputado es joven, padece un retraso madurativo y tuvo problemas de adicción. “Creemos que en 10 años, con la ayuda de tratamientos, podrá interiorizar lo que hizo y revincularse con la sociedad”, indicó.

El defensor oficial Juárez acompañó el pedido de los acusadores. Tras escuchar a todos, la jueza Raddi convalidó el acuerdo de juicio abreviado y Giamarino fue penado a 10 años de prisión. La sentencia quedó firme en ese momento porque las partes renunciaron a la impugnación del fallo.