La crisis socioeconómica que atraviesa el país sigue arrojando estadísticas alarmantes, como las que dio a conocer la encuesta de la Universidad Católica Argentina (UCA), que aseguró que en el segundo trimestre del año, el 44,7% de los argentinos son pobres, que un tercio de los trabajadores no recibe ingresos suficientes para cubrir la canasta básica y que uno de cada cinco habitantes del país vive en situación de inseguridad alimentaria
Estos números se agravaron por la inflación récord y un nivel de actividad que no crece hace más de una década, en un país en el que seis de cada 10 menores de 17 años viven bajo la línea de la pobreza.
“El crecimiento de la pobreza es el emergente de los problemas estructurales de la Argentina y la crisis de su modelo de crecimiento. Estamos en una crisis sistémica y de fin de ciclo del régimen económico”, explicó Agustín Salvia, sociólogo (Universidad Nacional Autónoma de México), director del Observatorio Social de la UCA y referente del estudio que se elaboró, a partir de 5799 encuestas, en hogares de diferentes centros urbanos del país.
La encuesta anual de la UCA muestra en los últimos años un deterioro en los indicadores sociales (pobreza e indigencia), laborales (informalidad o subempleo, entre otros), educativos y psicológicos en el país, en paralelo a una sostenida mejora en los indicadores de vivienda y acceso a servicios básicos como agua corriente o cloacas.
Según ODSA-UCA, la pobreza por ingresos en el segundo trimestre de este año llegó al 44,7% (el dato del Indec es del 41,1% en el primer semestre). Se trata de un valor que iguala al pico de la pandemia, en 2020, y se ubica como el peor registro desde 2005. La tendencia es similar en el caso de la indigencia, que escaló este año del 8,1% al 9,6% de la población (el dato del Indec es del 9,8%).
“Lo que vemos es el fin del régimen económico, político e institucional post convertibilidad, a partir del cual se reorganizó el desarrollo económico y la distribución social del país, con una decisión de estimular al consumo y poca creación de empleo. Fue próspero en la salida de la crisis de 2001, se estancó y entró en decadencia en los últimos años. Hoy estamos en la agudización de esa crisis, y no cabe asignarlo a un único espacio político”, sostuvo Salvia.
En el informe se da cuenta de una tendencia creciente, en cuanto a la expansión de la cobertura en los programas de asistencia alimentaria y transferencias de ingresos en el país de forma sostenida en los últimos años, más allá de los picos asociados a la pandemia: hoy, un 35,9% de los hogares argentinos reciben algún tipo de asistencia por parte del Estado, mientras que en 2010 era del 24,4% (en 2006, antes de la creación de la AUH, esa cifra era del 11,3%).
Este esquema de ampliación de la protección social desde el Estado tiene incidencia en los indicadores sociales. De acuerdo con las estimaciones de ODSA-UCA, si no se considera la AUH, otros programas de asistencia ni las pensiones no contributivas, la pobreza llegaría al 49,1% de la población (se estima en 44,7%). Mayor es su efecto sobre la indigencia: se estima en el 9,6%, pero sin contemplar esos programas y transferencias alcanzaría al 20,1%.
El escenario social es aún más urgente en el segmento infantil. Según estimaciones de ODSA-UCA, la indigencia entre los menores de 17 años es del 16,2% (escaló tres puntos porcentuales con respecto a 2022 y se ubica en el peor registro desde 2005), mientras que la pobreza en este segmento etario ascendió al 62,9% (subió 1,3 puntos porcentuales).
En cuanto al escenario laboral, el informe advierte que hay un deterioro en el empleo, con creciente peso de la informalidad y el subempleo precario (”changas” y trabajo eventual), que explican más de la mitad de los trabajadores. “De 20 millones de personas que hoy compone la población económicamente activa, hoy solo el 40% tiene un trabajo estable”, manifestó Salvia. En ese marco, un 33,1% de los trabajadores no llega a recibir un ingreso que cubra la canasta básica total y se ubican por debajo de la línea de pobreza.