El tiro deportivo tucumano goza de un gran presente, y Ricardo Baralo es uno los grandes exponentes. Hace un mes se coronó en el Campeonato Nacional de Foso Olímpico y ahora quiere repetir esa performance en el Campeonato Sudamericano que se disputará desde hoy hasta el 1 de diciembre. “Va a ser interesante probar mi nivel con rivales de otros países”, anticipa con la ilusión de ser uno de los protagonistas en el Tiro Federal de Buenos Aires.
Su historia es bastante particular. Reconoce que el tiro no le llegó por herencia como se da en la mayoría de los casos. Es más, lo que comenzó como un hobby hace algunos años se fue convirtiendo en su gran pasión. “Empecé hace siete años en el club Yastay de Tafí del Valle. Ahí conocí a Gonzalito Paz, que fue quien me metió en este mundo. Lamentablemente tuvo un accidente fatal. Eso hizo que sienta la responsabilidad de ponerme el club al hombro y, gracias a la organización de los torneos, fui aprendiendo”, comentó el ingeniero industrial de 43 años.
Con el correr de los años, Baralo sintió que debía elevar su nivel dentro del tiro y que ya no bastaban los meros entrenamientos en los cerros tucumanos. “Era muy amateur en ese momento; así que cuatro años atrás tomé la decisión de unirme al Club de Cazadores que tiene gran renombre dentro del Tiro Nacional. Hoy somos seis tucumanos que estamos dentro del top ten de Argentina. Entonces, fue un lugar de crecimiento personal en el que, además, generé grandes amistades”, resaltó. “Años atrás, habíamos traído a un entrenador de España que vino a dar una clínica. Ese fue el trampolín en mi carrera porque logré aprender detalles que antes no consideraba”, indicó, haciendo referencia lo que fue el punto de inflexión en su carrera.
Si bien la disciplina llegó “tarde” a su vida, el campeón nacional contó que de niño disfrutaba de cazar junto a su padre. “Él fue mi primer maestro en la cacería. Íbamos los fines de semana a su campo en Trinidad, al sur de la provincia, para cazar palomas y perdices; después mi mamá hacía escabeche con esas presas”, recordó. “Hoy está complicado por todos los entes protectores, pero en ese momento las cazábamos para comerlas”, añadió.
Según Baralo, el tiro deportivo se convirtió en una afición que lo desafía constantemente. “No sólo se trata de romper platillos, requiere lograr una gran intuición para poder acertarle al movimiento. Muchas veces tenés que dejar que el inconsciente actúe porque son platillos que salen a 100 kilómetros por hora y los tenés que romper a los 35 metros. Si sacás la estadística, tenés que disparar a los 0,6 segundos. Eso hace que debas pulir tu instinto, aunque eso no sea suficiente. A veces para ganar, tenés que estar iluminado”, explicó, dejando en claro que la técnica no basta para destacar dentro del deporte. “Se necesita un gran trabajo mental para mantener los nervios y la templanza en los momentos definitorios. En mi caso lo hago leyendo libros de psicología deportiva para tener visualizaciones sobre lo que quiero hacer. Pero, por sobre todas las cosas, creo que lo mejor que se puede hacer es no pensar en el resultado; eso tiene que ser una consecuencia del trabajo. Obviamente siempre voy a dar el 100 por ciento de mí, pero ganar es el resultado de cómo superás los 125 desafíos, que tenés que ir rompiendo uno a uno”, profundizó.
El ingeniero reconoció que encontró algunas similitudes con otras disciplinas que practicó durante su vida. “Corrí en karting, me dediqué a la pesca, hice un poco de todo. Pero con lo que más similitudes encontré fue con el golf. En ese deporte tenés que jugar contra la cancha y contra vos mismo. Esa obligación en tener que superarte constantemente es lo que tiene en común con el tiro, porque podés tener toda la técnica del mundo pero tenés que saber mantener la calma”, comentó.
Esa conjunción de factores hizo que los logros deportivos no tarden en llegar. “El primer campeonato que gané fue el santiagueño. No estaba en un nivel óptimo, pero vencí a tiradores históricos de esa provincia. El año pasado me consagré campeón provincial, y este año, además del nacional, tuve la posibilidad de participar con el equipo argentino del mundial en Italia”, dijo haciendo un repaso de su palmarés.
Por último, reconoció que se debe hacer un gran esfuerzo económico para poder practicar tiro. “Hoy en día, por todos los insumos, es carísimo. Cada vez que entrenamos, lo hacemos con más seriedad porque todo tiene precios altísimos. Generalmente lo que hacemos es equiparnos durante las épocas buenas. Esa es una de las cuestiones por las que somos pocos en este deporte”, señaló indicando que para iniciarse en la actividad, se necesita una escopeta calibre 12, un chaleco de tiro y protectores auditivos.
Baralo confía en que tiene lo necesario para dar otro golpe; esta vez a nivel nacional. Quiere seguir escribiendo su nombre en las páginas doradas del tiro argentino y con ese objetivo viajó a Buenos Aires.