En 1989 Argentina vivió más de un estallido. A nivel social, el descontento era grandísimo y la gente salía a las calles; a nivel económico, la hiperinflación hacía estragos. A nivel cultural, había en el cine un gran boom: “Extermineitors”, la primera película de acción (exitosa) de la historia argentina. Pero en medio de todo eso, hubo un explosivo que estalló con igual o mayor fuerza que todos los anteriores: Gladys, la Bomba Tucumana.

Estaba en todas las radios y en todos los programas de televisión. Ella, de minifalda, botas y con su distintivo flequillo rubio. Ella, sola y tímida (hasta que la música sonaba) se paseaba por los medios del país promocionando su tercer disco, aquel elepé que la llevó al estrellato. El que la convirtió (por encima de exitosísimas artistas de la época como Valeria Lynch o Estela Raval) en la primera mujer argentina en ganar un triple disco de platino. ¿Cuál fue la dinamita que rompió todo? Está claro: “La pollera amarilla”. “No se pensaba que iba a andar como anduvo, ni se creía que pudiese convertirse en lo que es hoy”, dirá su intérprete en una charla exclusiva a LA GACETA.

Por primera vez en casi 35 años, Gladys reconstruye la historia de la canción más famosa de la movida tropical. “La decisión de grabarla fue totalmente mía, porque yo ya la cantaba hacía tiempo -recuerda-; fue todo muy rápido. Con ese tema me puse en los primeros rankings musicales de ventas, de shows, de todo... Fue una locura; me tuve que empezar a quedar más en Buenos Aires, y a trabajar más. Hacía entre 12 y 15 shows por fin de semana”.

AL PRINCIPIO. Gladys se definía como una chica alegre y romántica. Luego se convirtió en La Bomba.

Para entender lo acontecido es necesario retornar a aquellos tiempos. En esa época, sinónimo de cantantes tucumanos eran Mercedes Sosa y Palito Ortega, que desde hacía décadas vendían millones de discos. Y, como una mosca blanca, aparece una joven de 25 años que se roba todas las miradas. Gladys Nelly del Carmen Jiménez Dip. Una chica “alegre y romántica” (así se definió ella misma en sus inicios) que gustaba de las canciones de Camilo Sesto, Raphael y de Tormenta. Ya en 1984 había comenzado a incursionar en la movida tropical. “Un amigo mío me conectó con gente que hacía música, y empecé a ensayar con una banda. El cantante era Tito Juárez, pero cuando se fue él, quedé yo como la voz principal”, recuerda.

Fue sin querer queriendo -indica-, porque de chica jamás había soñado con una carrera musical. “Me gustaba participar de los actos del colegio, de dirigirlos, de actuar o bailar el pericón, pero nada más. Había una maestra que me quería mucho, que era muy visionaria. Mi señorita Fanny fue la que se dio cuenta de esa veta artística, mi familia no...”, relata.

Preludio

En la banda de Tito Juárez y Los Brillantes surgió “La Pollera Amarilla”, mucho antes de que Gladys se convirtiese en solista. “Era sólo música. La letra se la hicimos nosotros dos, Tito y yo, en un cuadernito”, rememora. El instrumental fue compuesto por el músico venezolano Tulio Enrique León, que lo publicó en el disco “El artista del teclado”, en 1965. Esa versión fue la que llegó a manos de La Bomba. “Siempre supe que era un temazo, por eso cuando tuve la oportunidad de grabar un disco a nivel nacional, lo primero que pensé fue en ponerlo”, indica.

Al inicio fue “Gladys La Exuberante”. “El locutor Juan Carlos Carrizo, así como decía ‘Gladys la hermosa’, ‘la sensual’, agregó ‘la exuberante’... y bueno así quedó”, explicó ella en a LA GACETA en 1988. De hecho, bajo ese nombre se publicó su primer disco. Al año siguiente hizo su primer gran viaje a Buenos Aires, algo que selló para siempre su destino: en primer lugar, un locutor de Radio Excelsior de Buenos Aires dijo que era una bomba, y la bautizó para la eternidad. Y en segundo término, por el éxito, en ese viaje se le ofreció firmar con la discográfica Magenta, la más importante de la movida tropical.

“Yo ya trabajaba mucho en el norte y era popular, lo que era raro, nuevo, diferente, porque no había muchas mujeres que cantaban solistas. Hacía cumbia y un poco de cuarteto; me contrataron para cantar en un lugar llamado ‘Fantástico Bailable’, en Buenos Aires, que era de los hermanos Kirovsky, los dueños de Magenta. Ellos le propusieron a mi representante, que era Miguel Ángel Moyano, grabar para su compañía un disco nuevo. Ahí está incluida ‘La Pollera Amarilla’, en el sexto lugar”, comenta.

Una explosión

En el sexto lugar. Por supuesto, las fichas no estaban puestas en aquel tema, sino en “Esta vez no me escaparás”, que es el track uno y el corte de difusión del álbum. “Como a ‘La Pollera Amarilla’ la cantábamos en la banda (con Tito Juárez), al tema ya lo tenía armado y preparado para mi, hacía muchos años. En ese tiempo (1989) ya no estaba en la banda, pero lo seguía poniendo en mis shows. Por eso decidí grabarlo -cuenta-; el corte era ‘Esta vez no me escaparás’, un cuarteto... pero se decidió, no -se corrige-, el público decidió, que el tema de difusión fuese ‘La pollera amarilla’. Empezó a pasarse en la radio, porque comenzó a gustarle a los Dj’s, y se posicionó como un número uno. Fue una explosión total”.

Gladys dice que la canción estaba en todos lados. “Abrías el microondas y te sonaba ‘La pollera amarilla’”, dice entre risas. Hoy, no hay un tucumano que no se la sepa de memoria. No importa si vivieron a La Exuberante o a La Bomba consagrada. Chicos y grandes, todos la cantan. Y lo mismo pasa a nivel país. “No me di cuenta. Hoy recién entiendo lo que ha pasado con esta canción, que se convirtió en un hit y en un clásico de la movida. En ese momento no pensaba nada; yo trabajaba bien, entonces no dependía de un tema”, cuenta.

PREMIADA. Con “La pollera amarilla”, alcanzó mucha fama. Aquí, recibiendo el disco de doble platino por el trabajo (1989).

Pero el éxito vino con angustias. “Llegábamos a los últimos bailes como a las 9 de la mañana. Estábamos muertos y en un estado de inconsciencia total (por el cansancio)”, expresó en 2011. Es que la cantante llegó a tener el récord de mayor cantidad de presentaciones en una noche. Y eso no era lo único que la preocupaba: la chica sensible, de barrio y familiera, se quedó sola; dejó a sus padres y a sus hermanos para viajar por el mundo. “Yo estaba muy arraigada a mi gente y me tuve que acostumbrar a pasar la mayoría del tiempo en otras ciudades. Me la pasaba llorando. Nunca me hubiera imaginado que llegaría a ser tan popular”, reflexionó en una entrevista en 1999.

CONSAGRADA. Gladys, fotografiada para prensa a mediados de la década de 1990.

Reflexiones

Y aún hoy no es consciente de lo que ha logrado. En casi 40 años de carrera, ha editado más de 20 álbumes, ganó ocho discos de oro, 20 de platino, seis doble platino, un triple platino y un cuádriple platino. Además, posee premios ACE, Konex y Gardel. Sus temas aún suenan en los países en los que salió a sembrar. En México tuvo un gran éxito y algunas presentaciones en La Movida de Verónica Castro; también estuvo en Costa Rica, en España y en varias ciudades de Estados Unidos.

“Ahora estamos preparando un nuevo lanzamiento. ¿Qué más puedo pedir que todo lo lindo que me ha pasado en mi carrera? No necesito más de lo que ya obtuve. Estoy bien así. Estoy conforme, feliz y agradecida de lo que he logrado en mi país, siendo mujer, y prácticamente sola”, resalta. Hoy es, sin duda alguna, la mayor representante mujer de Tucumán en el plano musical. Como las divas, tiene nombre propio: Gladys o La Bomba, no hace falta más para identificarla.

“No me siento famosa, y creo que eso tiene mucho que ver con mi continuidad en el medio. Con que me sigan invitando a programas, con seguir activa, justamente, porque nunca me subí a un caballo. Me pasa todos los días, en mi vida, que adónde vaya, va a haber gente que quiere sacarse una foto conmigo, que quiere darme un beso... Se paran en los semáforos al lado de mi auto y me ponen ‘La pollera amarilla’. Es una locura, pero no me siento famosa. Me siento reconocida, querida y popular; una artista respetada y respetuosa del público. No vendo algo que no soy, y así me muestro. Creo que mi naturalidad, mi forma de ser tuvieron que ver con mi carrera, con que siga existiendo: el siempre estar renovándome, siempre tener ganas de trabajar, de seguir haciendo lo que amo”, añade.

AGRADECIDA. Hoy, con 40 años de trayectoria, la artista dice que no puede pedir más: es feliz, y se siente respetada y querida por el público. Aún así, tiene grandes planes para su carrera.

Éxito incomparable

Ha grabado cientos de canciones, y muchas exitosísimas en la movida, pero “La pollera amarilla” fue la que la llevó a perpertuarse en la eternidad. Y no reniega de eso, a pesar de que cada vez que alguien quiere “pegarle” mediaticamente (o por redes) la tratan de “la mujer de un solo éxito”. “Es que no tiene nada más para decir la gente. Obviamente que los que opinan no tienen vida; tienen tiempo de sobra y maldad, o envidia, diría yo... Están frustrados y piensan que me ofenden o me agreden, diciéndome que es la única canción que tengo. Y la verdad es que no, aunque es una bendición, es lo más lindo que pudo pasarme en la vida. No reniego jamás de ese tremendo éxito, que hasta lo cantan en la cancha... Lograr eso es lo máximo. Mucha gente golpea o me pega con esa canción, pero yo estoy acá por algo. No por alguien, ni porque hayan puesto plata para mí. Nada de eso. No hay que subestimar al público, porque no es tonto; el público elige, y yo soy la elegida. No me puse solita en este lugar, fue el público el que me eligió. Y esa es la realidad”, resume.

A esta altura de la vida” Gladys no pide más, pero admite que le queda mucho por hacer. Está preparando un nuevo trabajo (de la mano de Leader Music) que la tiene muy entusiasmada. El primer single fue una reversión de “Vivir así es morir de amor” de Camilo Sesto.

“Pronto van a salir otros temas. Hicimos videoclips, rodamos prácticamente películas, algo que yo nunca había tenido. Y me emociona un montón el poder decir que ahora tengo una compañía que se puso las pilas; para que la gente sepa que estoy haciendo música, que estoy cantando cosas que me gustan y que yo elijo”, asegura.

INICIOS. Una Gladys tímida, pero alegre, en una de sus primeras visitas a LA GACETA. Poco tiempo después, se convertiría en “La bomba tucumana”

“¿Qué más quieren? -le dice a sus odiadores-. Por ahí hay gente que pasa por la vida así, como si nada. Yo la remé, la luché y la sigo luchando. Y me encanta. Soy una luchadora de la vida, una mina que se esfuerza, que no es quedada... A veces me cuesta arrancar, sí, porque pienso: ¿qué más le puedo pedir a mi país? Y no hablo económicamente, me refiero a otras cosas: soy una figura popular, querida y respetada. Eso es un montón. Una chica de provincia, humilde, que ha triunfado. ¿Qué más podés querer? Es un ejemplo de resiliencia tremendo”.