Conmoción. Esa es la palabra que mejor define lo que ayer se vivió en la Casa de Gobierno. Osvaldo Jaldo develó el misterio que tenía guardado desde antes de asumir como gobernador, aquel domingo 29 de octubre. El plan de austeridad, las medidas de ajuste o el programa de contención del gasto superfluo, según el prisma con el que se lo quiera mirar. No podía esperar más tiempo. El mandatario tenía que aplicar el bisturí a un presupuesto elaborado por Juan Manzur que rozaba los $ 2 billones para 2024. En su definición hay mucho de necesidad, pero también de impronta política. Jaldo avanzó contra el sistema denominado Unidad de Reconversión Laboral (Unrel), un sistema con el que, en gran medida, pagó favores políticos cuando se desató aquella puja interna en el peronismo, la de 2021. Hizo volar por el aire a casi 250 asesores de gabinete heredados de la gestión anterior y hasta se atrevió a revisar las designaciones que el propio Manzur había hecho antes de abandonar el poder. Era cuestión de tiempo. Nadie sabe qué es lo que sucederá hacia el futuro.
Pero semejante avance sobre el antecesor requiere también de una alta dosis de poder. No sólo el que se ejerce institucionalmente, sino también el partidario. Hay referentes del jaldismo que ya están tramando la posibilidad de convocar al Consejo Provincial del PJ para anticipar la designación de las nuevas autoridades del distrito Tucumán, originalmente previstas para mediados de febrero. ¿Cuál es el riesgo de sostener las actuales autoridades hasta entonces? La explicación oficial es clara: Jaldo puede tomar algunas medidas, pero el presidente partidario tiene la posibilidad de vetarlas desde afuera, algo que implicaría una pérdida de poder. De hecho, la reformulación del Pacto Social generó inquietud entre los intendentes que ayer volvieron loco al ministro del Interior, Darío Monteros, y hasta al propio Jaldo, que dedicó toda la mañana a revisar el presupuesto, tras la madrugadora reunión de gabinete, de la que las principales piezas del elenco cercano al mandatario salieron con cara adusta. Hacer ajustes en estos tiempos no es la mejor manera de arrancar una gestión.
Jaldo está convencido de que no podía esperar más tiempo para anunciar el paquete de medidas. Fue coincidente con la llegada de Javier Milei a la Presidencia, sencillamente porque no quiso anunciarlas antes de los comicios del domingo pasado, porque esas acciones son impopulares. La deuda que el manzurismo le ha dejado al jaldismo es mayor a lo que se observa en el proyecto de Presupuesto 2024 (una suba del 623% en el pago de los intereses de la deuda, que implican un monto equivalente a la mitad de la planilla salarial mensual). El resultado del ejercicio vigente, ampliado en septiembre en $ 305.000 millones, tuvo un alto componente electoral, como todos los años impares. Los gastos superaron el billón de pesos y nadie sabe con cuánto déficit fiscal terminará este 2023. ¿Por qué la certeza de un rojo fiscal? El nivel de ingresos se ha reducido considerablemente en el último cuatrimestre porque dos de los principales impuestos coparticipables generaron menos fondos para sustentar dos anuncios del candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa: la devolución del IVA y la quita de Ganancias para trabajadores de la cuarta categoría. Para 2024, ambas medidas implicarán unos $ 78.000 millones menos, otra impensada herencia.
Anoche, algunos técnicos acercaron cifras al gobernador. Cada mes la provincia acarrea un déficit de $ 60.000 millones (una planilla salarial mensual), que no es acumulable en el tiempo, pero que indudablemente condiciona el desenvolvimiento financiero del Estado. Con el descubierto del banco Macro y agente financiero de la Provincia, los cheques diferidos que aún restan levantar, la deuda corriente y otros compromisos de corto plazo se reduce el margen de maniobra. “Así no llego a fines de año; tengo que tomar ya las medidas para encarrilar el rumbo financiero”, cuentan que dijo Jaldo antes de pasar el bisturí en el Presupuesto.
Esquirlas de la batalla electoral
La derrota electoral del domingo aún se siente en varios referentes oficialistas. El consuelo en Unión por la Patria es que en Tucumán se obtuvo la cantidad de votos proyectadas (512.638 sufragios), pero no fueron suficientes para mantener la territorialidad bajo el signo peronista porque Milei cosechó casi el 52% de las adhesiones (555.009 votos), entre la oposición que se unió tras la figura del libertario y gran parte de la sociedad que le pasó facturas al oficialismo por un escenario de desequilibrios macroeconómicos, con un dólar que vuela y escasea para el ahorro y con una inflación que se come el bolsillo de los argentinos. Pero la noche del domingo también sirvió al nuevo gobierno para mirar más allá del horizonte. Por ejemplo, la ausencia del manzurismo en la convocatoria en la Casa de Gobierno. “No es casualidad que no hayan estado, como sucedió también en las PASO”, recordó un jaldista. Son las esquirlas locales del balotaje.
La realidad económica, política e institucional embarga a todos los gobernadores. Los del Norte Grande redactaron un documento en el que le exigen al presidente Alberto Fernández una compensación por los impuestos coparticipables afectados por las medidas aplicadas por Massa. Con carácter de urgente, reclamaron la redistribución de fondos del impuesto al cheque y de la recaudación del impuesto PAIS. Este documento será reforzado en los próximos días durante una cumbre de ministros provinciales de Economía, que se hará en Buenos Aires, en el marco de la convocatoria del Consejo Federal de Impuestos.
Los encuentros de las jurisdicciones del interior serán una constante antes de que el líder de La Libertad Avanza desembarque en la Casa Rosada. Hoy será el turno de los mandatarios en ejercicio y también los electos, que tienen previsto adoptar una postura común respecto del nuevo Presidente en un encuentro previsto para las 13 en la Casa de Mendoza en Buenos Aires. Todos ellos buscarán evitar las divisiones internas que se han evidenciado antes y durante la segunda vuelta electoral. Entre los radicales existe la presunción de que Mauricio Macri tendrá una fuerte incidencia dentro del armado del nuevo gabinete y que Milei no le dará espacio, por ejemplo, a la Unión Cívica Radical. Otros, en cambio, consideran que el denominado “círculo rojo” del poder empresarial es el que tiene incidencia en el economista. Más allá de eso, la transición hasta el 10 de diciembre tendrá una espada de Damocles: una eventual devaluación del 20% al 25% de la moneda nacional respecto del dólar, para corregir el atraso cambiario.
Los peronistas, en tanto, tratan de rearmarse. No hay liderazgos fuertes, por lo que el bonaerense Axel Kicillof trata de surfear en medio de los cuestionamientos de los intendentes de esa provincia. Florencio Randazzo se suma al espacio de Milei y su ex compañero de fórmula, el cordobés Juan Schiaretti, quiere expandir su imagen al resto del país. Juan Manzur, en tanto, tratará de ubicarse en el nuevo escenario desde el Senado. La liga de gobernadores del PJ, a su vez, tratará el martes en Buenos Aires de buscar la forma de reposicionarse como factor de poder. La reconstrucción no será sencilla tras una dura derrota electoral. El futuro de los distritos justicialistas está signado por la austeridad. De allí el bisturí del gobernador tucumano en las cuentas públicas.