La historia del bebé de 11 meses intoxicado en una vivienda de Alderetes abre un sinnúmero de interrogantes sobre la realidad del consumo de estupefacientes, las adicciones y el narcotráfico. Aunque deben investigarse las circunstancias en que ocurrió esta emergencia, el hecho de que ya se haya dado una situación similar hace un año en la misma zona –en el barrio El Palomar de Banda del Río Salí- indica acaso una tendencia sobre la circulación de sustancias.

El caso ocurrió el domingo pasado. No se sabe cómo se intoxicó la criatura, aunque sus mismos familiares reconocen que hay personas que consumen, con lo que dieron a entender la habitualidad de estas prácticas. Al respecto, en el caso de hace dos años –comentado en un texto editorial del 26 de julio pasado, titulado “La expansión de la droga en barrios vulnerables”- daba a entender que no sólo había consumo sino que estaba generalizada la venta de estupefacientes en ese vecindario. “El comentario del barrio siempre fue que el padre de ese chiquito vendía porquería, pero nunca lo vi hacerlo. El barrio está escandalizado por lo que está pasando, pero la realidad indica que aquí la venta de drogas se transformó en un trabajo. Si no le vendés para alguien, te ofrecen plata para que les escondás las drogas o las armas que ellos usan”, decía una vecina. Otro añadía que “la única manera de que esto no suceda más es que se deje de vender drogas en el barrio, pero eso es imposible. Están todos muy metidos en el negocio y cada vez hay más chicos que consumen”. Precisamente un psicólogo social con amplia experiencia de trabajo en barrios vulnerables dijo hace pocas semanas que hay niños de corta edad consumiendo drogas, dando a entender que la circulación de estas sustancias es generalizada. Ese operador social mencionó la forma en que está cambiando la convivencia. “Hay un proceso de legitimación de esta actividad ilícita… hay que entender que hay chicos que hoy crecen viendo a sus padres consumir o vender dosis”, explicó.

Ha habido inquietudes de las autoridades para ampliar la tarea, tanto en el seno del Gobierno, que ha convocado a las organizaciones de ayuda a personas con adicciones, a las que les está dando colaboración, como en el marco de la Justicia, que también les ha prometido ayuda en una reunión reciente en Tribunales. “Quienes están aquí presentes son personas que vienen trabajando desde hace muchísimos años, navegando en aguas en las que nadie más quiere navegar, haciendo frente a un problema en el cual otras personas a veces niegan o simplemente no quieren pensar”, dijo entonces el presidente de la Corte Suprema.

Cabe preguntarse si este caso que se acaba de develar no muestra la habitualidad de un problema que requiere un enfoque más profundo. Hay quienes plantean que se declare la emergencia en la niñez y en salud y adicciones. Seguramente hace falta una tarea multidisciplinaria más abarcativa, dado que el ingreso de sustancias y la expansión de este negocio ilícito va de la mano del crecimiento de las adicciones y de la degradación social.