Es enorme el mérito de la sociedad argentina y del candidato Javier Milei al obtener el triunfo en la última elección. Con un pequeño partido y con el apoyo de una parte de otro partido (el PRO) se ha derrotado a una gigantesca corporación. Este colectivo perdidoso es enorme: incluye los dos partidos políticos mayoritarios, el justicialista que apoya directamente y la Unión Cívica Radical con una neutralidad complaciente con el oficialismo; a ello debemos agregar los sindicatos, la mayoría de los gobernadores, los movimientos sociales, las organizaciones de derechos humanos, una parte de la iglesia, el conjunto de militantes intelectuales, artistas y periodistas, etc. Desde instituciones que deberían ser plurales y democráticas como las universidades, el Conicet, el INTA, las empresas del Estado, no se privaron de agraviar al candidato libertario y promover el voto a Sergio Massa. Además, la más vergonzosa compra de votos (plan platita) y una activa campaña del miedo (obscena y falaz) con recursos del Estado, usando inclusive los servicios de inteligencia para armarle carpetazos al candidato opositor. La magnitud y la falta de escrúpulos del adversario convierte en épica la batalla ganada. La sociedad argentina tiene motivos para estar orgullosa y festejar.
Luis Ovidio Pérez Cleip
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