El radicalismo tucumano se dispone a terminar un año tan incómodo como determinante. Las internas naturalmente radicales; los resultados electorales; la convivencia dentro de Juntos por el Cambio (JxC) y los vaivenes nacionales fueron una suma de disgustos. Llega a esta instancia fracturado y expectante por lo que viene, pero mirando el partido presidencial desde la tribuna.

La dirigencia local surfeó durante los últimos meses sobre una serie de situaciones complejas. Los radicales apenas pudieron dejar de lado las diferencias entre vertientes internas y, como todo se puso en juego, la desconfianza reinó. Una muestra: los seis legisladores radicales no pudieron conformar un bloque unificado y se dividieron en cuatro (una bancada de tres y tres unibloques). A esto se suma que varios radicales pegaron el portazo y terminaron trabajando en el oficialismo. La última discusión pública fue sobre qué hacer con estas figuras y si les cabe o no una suspensión o expulsión. La definición quedará para más adelante. Los sectores preponderantes no pudieron contener tampoco a los espacios más pequeños de afiliados.

Las decisiones fueron apresuradas. Quizás el mejor momento relativo haya sido cuando casi la mayoría se encolumnó tras la postulación para la gobernación de Roberto Sánchez, presidente del partido. Aunque había cuestionamientos y dudas sobre su conducción, la ilusión fue grande por la buena imagen del diputado en las encuestas, que no paraba de crecer en la previa electoral. A esto se sumó que hubo acuerdo y que el candidato a vice fue Germán Alfaro (PJS), quien bajó mediante una jugada judicial a Juan Manzur de la fórmula del oficialismo. Las expectativas eran altísimas. Hubo dirigentes que se adelantaron y que hablaban de ocupar tal o cual ministerio. Los resultados, sin embargo, fueron devastadores. El oficialismo provincial consiguió más de 600.000 (55%) votos y JxC, 370.000 (33%). Las buenas noticias fueron las tres intendencias que retuvieron y que creció el número de bancas legislativas.

Por otro lado, el partido, como columna vertebral del armado opositor, sufrió por las alianzas endebles y conflictivas con socios minoritarios, como el PRO o CREO. El vínculo con un socio más poderoso en relación al resto, el alfarista PJS, también fue un dolor de cabeza constante.

El destino de JxC

El futuro del radicalismo local está atado al nacional y este, a su vez, a lo que suceda con JxC. La alianza opositora que hasta hace unos meses era la mayoritaria agoniza tras el mal rendimiento en los comicios y por las posturas encontradas de sus máximos referentes sobre la segunda vuelta. La irrupción de La Libertad Avanza fue un golpe duro porque capitalizó parte de su electorado y el discurso opositor. Pocos pueden explicar sin lamentos cómo JxC pasó de ser número puesto para protagonizar el próximo Gobierno a terminar acoplados a propuestas que ni siquiera les convencen.

En la UCR no terminan de digerir el haber sido arrastrados por el PRO a una puja intestina letal ni el haber quedado afuera de los comicios clave. Con este panorama, nadie puede contestar de manera contundente si la coalición que integran sobrevivirá. El contexto nacional es clave para lo que viene. El partido está dividido en el plano nacional en varias líneas. Las más numerosas son las que se encolumnan detrás de Gerardo Morales y Martín Lousteau, que rechazan abiertamente a Javier Milei y que pregonan que seguirán en la oposición. Otra ala acompaña la postura de Mauricio Macri y Patricia Bullrich. La integran principalmente referentes mendocinos del “Grupo Malbec”, como Rodolfo Suárez, Luis Naidenoff y Ernesto Sanz, y podrían unirse a una eventual gestión libertaria. El senador Luis Petri, recordemos, fue postulante a vice de Bullrich.

Hay un tercer grupo más chico, que adhiere a la declaración del Comité Nacional que llamó a la neutralidad y que se ha mantenido en esta tónica durante la corta campaña.

Se viene un hecho fundamental. En un mes, la UCR nacional renovará el comité. El escenario estará entonces más definido y el nuevo Gobierno ya estará en la Rosada. El oficialismo, que cuenta con la mayoría de los delegados provinciales, impulsa un enroque. Es altamente probable que el vicepresidente Lousteau reemplace a Morales en la presidencia y que este pase, a su vez, a secundarlo. Facundo Manes, en tanto, podría encabezar el bloque radical en Diputados y el chaqueño Victor Zimmermann, el del Senado. La resistencia del “Grupo Malbec” no contaría con los números para imponer una propuesta propia.

Un sector importante de los referentes tucumanos, cree que JxC seguirá, pero que se reeditará como una construcción en la que permanecerán quienes no estén en los posibles gobiernos ni de Milei ni de Sergio Massa. Teniendo en cuenta las posturas expresadas, podrían prevalecer los acuerdos con la parte del PRO no mileista, con el peronismo disidente y con la Coalición Cívica. Fuentes cercanas a Morales afirman que el jujeño, otrora aliado del massismo, dice que no será funcionario si es que este resulta ganador.

El balance positivo radical es en las provincias: cuenta con cinco gobernadores, con una presencia parlamentaria importante en ambas Cámaras, con intendentes en todo el país y con una camada de dirigentes nuevos. Dentro de una coalición o no, el próximo presidente del radicalismo tendrá esa base para convivir con el que resulte oficialismo.

En la provincia, JxC estuvo a los tropezones todo el año. Con pocas reuniones de la mesa de conducción y con acciones espasmódicas. El PRO local tiene sus propios inconvenientes internos y el PJS avisó que no quiere tener nada que ver con los radicales. A todo esto, el resto de los socios miran con atención la conformación del “osvaldismo”, el espacio político que pretende llevar adelante el gobernador Osvaldo Jaldo, sumando opositores. Las fotos de autoridades y de dirigentes con Jaldo o con sus ministros en la previa electoral ponen más en duda si Juntos sobrevivirá. “Nunca funcionamos como una coalición dispuesta a pelearle los espacios al Gobierno. Muchos estuvieron cuidando su lugarcito”, lamentó un afiliado de trayectoria.

La fragmentación de la UCR es palpable en la provincia y el diálogo no abunda. Las diferencias no sólo son sobre la postura en relación al balotaje sino también tienen que ver con rencillas comarcanas de larga data.

El escenario electoral cambió tanto en los últimos meses que gran parte de los correligionarios aún se está acomodando a sus nuevos roles y otros, tratan de buscar nuevos lugares.

Los tres intendentes Pablo Macchiarola, Alejandro Molinuevo y Paula Quiles -y sus respectivos ex intendentes Mariano Campero, Roberto Sánchez y Sebastián Salazar- avanzan en abroquelarse para arrancar sus gestiones y, a la vez, en acomodarse a las relaciones con Jaldo. Ocupan los espacios institucionales de mayor poder dentro de la UCR. Retener las intendencias de Yerba Buena, Concepción y Bella Vista fue, de hecho, el oasis en las elecciones provinciales.

Campero, diputado electo, referente de Bullrich, plantó posición al manifestar en LA GACETA que fiscalizaría para Milei, aunque no le convence su plataforma de propuestas. Expresó que en el Congreso, empero, será opositor ante cualquiera de las alternativas. Una vez más puso a los correligionarios en una posición incómoda, como cuando se desmarcó, fue el candidato a diputado de Bullrich y compitió contra la lista que encabezaban Horacio Rodriguez Larreta y Morales.

Tras las contiendas de este año, se esperaba que emergiera de las urnas un líder de JxC y del radicalismo. Las internas, los resultados y la dispersión del espacio complicaron ese asunto. Campero se impuso en las Primarias y es una voz fuerte en el radicalismo, pero no está claro aún si queda un espacio para encabezar. Probablemente, esta discusión se dilate por un tiempo más. Campero también reconoció que quiere ser candidato a gobernador en 2027 y que está dispuesto a comenzar a trabajar cuanto antes para ese objetivo.

Pocos se manifestaron públicamente en los medios sobre sus posturas nacionales. También lo hizo el legislador José Cano, cercano a Morales, y quien se anotó en su postura al rechazar fuertemente el acuerdo con Milei y las bases de ese candidato.

¿Qué viene para el radicalismo tucumano? Puertas adentro, la autocrítica es muy fuerte. Representantes de distintas vertientes aseguran que sigue una etapa de profundo análisis y de definición de roles a propósito de los próximos tiempos. La coincidencia es que no es la primera vez y que el partido tiene que reunificarse y dar más fuerza a nuevas figuras, sin que esto implique retirar a las que están instaladas. “Hay que aprovechar la experiencia de los valiosos dirigentes y las ganas de los jóvenes que quieren transformar nuestra provincia”, consideró un referente del interior.

También habrá cambio de autoridades locales en los primeros meses del año que viene ¿Continuará Sánchez? Es incierto, pero hay representantes de peso que consideran que no debería. Varios bandos, sobre todo de la Capital, miran con interés esa posibilidad. Destacan que el concepcionense puso en orden a la institución y la saneó, pero consideran que fue más débil en cuanto a los posicionamientos políticos y las definiciones.

El repaso de lo sucedido es algo oscuro y genera hastío. Los radicales, sin embargo, se esperanzan en lo que viene. Porque recuerdan que recuperaron espacios nacionales y provinciales, que cuentan con más figuras y que las revanchas en las urnas se dan cada dos años (entre los calendarios nacionales y las provinciales). Con la mirada puesta en 2027, sienten que las expectativas y las oportunidades se renuevan.