Oscar Luquin supo manejar una firma familiar fundada en 1983, pese a las crisis políticas y económicas que sufrió el país a lo largo de estas cuatro décadas. Durante ese lapso, incluso, fue abriendo sucursales; no solo en Tucumán, sino también en Salta, Jujuy, Catamarca, Santiago del Estero, La Rioja, San Juan, Mendoza, Corrientes y Chaco.
Se había graduado de contador público nacional en la Universidad Nacional de Tucumán, pero tempranamente asumió otra “profesión”. “Como mi padre tenía una zapatería, Calzados Boston, cuando terminé los estudios me dediqué al comercio. En ese entonces, (él) había adquirido la zapatería El Sportsman y me dediqué a la comercializadora de calzados”, contaba el 18 de septiembre de 2018, en una entrevista que dio al periodista Federico van Mameren, para el ciclo “La otra pregunta”, de LGPlay.
En aquella conversación, de poco más de un lustro atrás, pronunciaba sentencias que continúan vigentes, a días de una nueva elección de presidente. “Hoy le llamamos ‘grieta’; y no hacemos mayores análisis. Debiéramos hacerlos, ponernos de acuerdo y decir ‘bueno, hemos perdido tiempo; pero ahora nos pongamos de acuerdo y vamos en esta dirección’. Pero no logramos ponernos de acuerdo. No hay caso. Y cuando vamos a los barquinazos, de un extremo a otro, no logramos hacer algo porque salimos de un ‘ismo’ y pasamos a otro. Y con ‘ismos’ nadie llega a ningún lado. Hace falta un término medio”, había manifestado Luquin aquel día.
Contaba que vivía bien; pero dejaba entrever que su felicidad no era plena, porque sufría por el país. “Estoy conforme conmigo mismo. Lamento por mi país, que debería ser muchísimo mejor. Dios le dio todo. Vivir en un país donde particularmente tengo las posibilidades de vivir cómodo, y ver que no todos viven cómodos ni tienen la infraestructura para hacerlo, me da pena, me da bronca”, admitía.
En la misma nota dijo que cuando tenía 22 años tuvo la oportunidad de viajar a Europa: "Tuve una experiencia laboral en Alemania, en un viaje que hicimos con el club alemán. Trabajé en una empresa grande, que tenía 17.000 empleados. Siempre me gustó la manejo de las empresas grandes".
La clave del éxito
"Ser comerciante, empresario o emprendedor es una filosofía de vida. Ante todo, te tiene que gustar lo que haces. Uno lo toma con pasión, pero si piensa un negocio sin esa pasión, sólo para generar una diferencia, generalmente fracasa", dijo.
“Algo que nosotros siempre hicimos es estar pendiente de lo que quiere la gente, de qué es lo que se vende y no de lo que queremos vender. Es algo muy importante que desarrollamos a lo largo de los años en las distintas generaciones”, solía relatar.
Conocedor del rubro, sostenía que "la clave es la constancia de todos los días, tener las ganas, de gustarte lo que uno hace y que totalmente sea del agrado de uno, nadie triunfa en algo que no le gusta. A mí me sigue gustando, yo no decido nada ahora, lo hacen mis hijos que están a cargo, pero sigo presente. Ya les di lugar a ellos para que decidan, si hubiera estado solo ya hubiera tenido que vender la empresa. Hay que saber delegar, esa es una de las realidades que hay que tener en cuenta".