La Selección Argentina derrotaba 3-1 a Paraguay en la final del Mundial de Talla Baja con goles de Catriel Bracesco, pero a falta de cuatro minutos para el término del primer tiempo, los guaraníes se alteraron y se retiraron al vestuario.

Un jugador del equipo visitante acusó a un plateísta de haberlo escupido. Eso se sumó a que los paraguayos cuestionaron al árbitro porque les cobró la sexta, séptima y octava falta, para ellos en forma injusta, lo que provocó tres penales para Argentina, que fueron goles.

Los jugadores de Paraguay, tras un debate interno, decidieron marcharse a los vestuarios, apoyados por los brasileños y mexicanos, que estaban en la platea baja. Hubo abrazos y un respaldo contundente.

Los jugadores argentinos continuaron en la cancha a la espera del regreso de los paraguayos, para continuar el partido. Pero lo hicieron solo para aplaudir a los plateístas de su país, que habían ido a apoyarlos. Luego volvieron al vestuario. Algunos argentinos intentaron convencerlos de seguir con el partido, pero no aceptaron.

Eduardo Martínez, arquero de Paraguay, declaró: "Con el equipo decidimos no jugar. Es muy obvio el robo que nos hacen. A mí compañero le dio en la cara y nos cobraron mano. No puede ser. Ganamos con huevo y con ganas, no robando".

Ahora, la decisión final la tendrá la Federación Internacional de Fútbol de Talla Baja, que deberá resolver qué sucede con la copa; que hasta el momento no tiene dueño, ya que quedaban alrededor de 25 minutos por disputar.