En febrero de 1673, durante una función de “El enfermo imaginario”, su autor y protagonista Jean-Baptiste Poquelin, popularmente conocido como Molière, se descompensó. Poco después, moría con poco más de 51 años. Su última creación había sido una obra escrita en clave de humor y sátira, que se centraba en los padecimientos físicos de una persona de riqueza y en el aprovechamiento de los médicos que lo trataban.

El texto se volvió en un clásico y uno de los más representados del genial francés. Una de las puestas recordadas en Tucumán se vio en 2007, con la dirección de Ricardo Salim, ganadora de varios premios Artea. Esta noche llegará una nueva versión con el mismo director y remozado elenco, con estreno a las 21.30 en la Sociedad Francesa de Tucumán (San Juan 751).

“Ahora, el rol de Argan, el enfermo, lo hace Mauro Yriñis, y Tonina lo hace Gonzalo Veliz. En Belina, la mujer del paciente, Claudia Fermoselle. Sergio De Filippo, Rodrigo Palacios y Patricia Cudugnello son los únicos actores que vuelven a la obra y se incorporan al elenco actual, además de los ya mencionados, Luciana González, Indio Armanini,  Sebastián Bulacio, Juan José Soria, Francisco Galarzo y Sandra Virgolini”, detalla Salim a LA GACETA.

- Volvés con Moliere, ¿por qué?

- Es uno de mis autores preferidos. Se dio la circunstancia de cumplirse en 2023 los 400 años de su nacimiento, y decidimos homenajearlo poniendo en escena su última comedia, que por otra parte nos diera tantas satisfacciones cuando la hicimos en 2007.

- ¿Qué te proporciona este texto como mensaje?

- En “El enfermo imaginario”, Molière descubrió una faceta del ser humano que no se limita a su tiempo, sino que ha ido aumentando hasta llegar al siglo XXI convertida en una pandemia universal: la de quienes, para remediar frustraciones y fracasos personales, sufren o creen sufrir enfermedades que no son otra cosa que el descontento ante sus deseos y proyectos de vida insatisfechos. De ahí, las contrariedades ante los menores hechos que generan una desazón inquietante; de ahí, la depresión que afecta a miles de personas ante cualquier suceso adverso, por mínimo que sea; de ahí, que se busque como solución mágica la cura de sus desilusiones en la medicina y el remedio en las pastillas. El consumo de ansiolíticos entre los jóvenes se ha multiplicado de forma alarmante en nuestro país y en el mundo durante la última década.

- ¿La Argentina como país es un gran enfermo imaginario?

- Lamentablemente, ante las dificultades económicas que vive el país, tendemos a sufrir estos problemas.

- ¿Los médicos con pociones mágicas pueden mejorarnos?

- Si el país mejora su situación, mejorará nuestra calidad de vida, y modificaremos nuestros comportamientos sin necesidad de la medicina.

- ¿Cómo trabajaste esta versión y que la diferencia de la anterior?

- En general, pocas veces reponemos obras después de pasado el tiempo, pero es muy interesante poder evaluar lo hecho, y poder plantear modificaciones con el paso del tiempo. De los registros de la puesta de 2007, decidí cortar escenas de conjunto y reducir la cantidad de actores. De un elenco anterior de 23 actores, reduje a los 12 actuales, planteando la duplicación de roles a cada uno. El texto de varias escenas fue simplificado, quitando reiteraciones que resultaban innecesarias para el público actual. En la nueva versión, para un espacio diferente al que tuve años atrás en la sala Caviglia porque ahora lo hago en la Sociedad Francesa de Tucumán, diseñé una puesta en el formato de teatro arena, minimalista y con limitados recursos lumínicos, dejando lo esencial necesario para contar la historia que nos ofrece Molière.

- ¿Qué están diciendo los clásicos de la actualidad?

- Todas las lenguas tienen sus autores clásicos que han escrito grandes obras. Estas son consideradas como modelos dignos de imitación en el arte o en la literatura, por que tratan sentimientos, preocupaciones, desgracias y alegrías propias del ser humano, que permanecen inalterables en la historia y pasan de generación en generación.

- ¿Por qué hay que volver a esos autores?

- En todos los campos, el estudio del pasado es fuente de conocimiento para el desarrollo futuro. Para los teatristas, el teatro clásico nos ofrece enseñanzas valiosas sobre modos de desarrollar las estructuras dramáticas, la conformación de los relatos, la definición de los personajes y el uso del idioma. El público recibe historias que tratan de problemas aún vigentes, que permiten el distanciamiento, la reflexión y la comprensión de la real magnitud de los asuntos que los artistas presentan en el escenario.

- ¿Cómo hizo el autor para no perder vigencia?

- Molière se inició como un cómico de feria, que luego se convirtió en un realizador de teatro musical, para finalmente transformarse en un agudo y crítico observador-cronista de su época, lo que le permitió ingresar en el mundo de los clásicos universales.

- ¿El humor es fundamental en este momento complejo?

- El humor y los afectos nos salvan en todo momento.