Brock Bastian, psicólogo social y profesor de la Universidad de Melbourne, Australia, ha sido reconocido por sus enfoques pioneros en investigación. Parte de sus indagaciones están plasmadas en su obra “El otro lado de la felicidad”.
En uno de sus más sorprendentes hallazgos de laboratorio formuló las siguientes hipótesis: primero, que cuando nos sentimos culpables estamos más predispuestos a autoinfligirnos algún tipo de sufrimiento; y segundo, que sentir dolor reduce nuestra sensación de culpabilidad. A este trabajo hace referencia el divulgador científico Pere Estupinyà en su libro “La ciencia del sexo”.
Sexualmente hablando: música y sexoEn un artículo titulado “Limpiar el alma dañando la carne”, publicado en 2011, Bastian separó a 62 estudiantes en tres grupos: a uno le dijo que escribiera durante 15 minutos sobre situaciones en las que su conducta pasada había sido inmoral; a otro que lo hiciera sobre momentos en los que se habían comportado correctamente; y al tercero que escribiera sobre cualquier cosa que hubieran hecho el día anterior.
Después le pidió a cada uno por separado que introdujeran una mano en un cubo de agua con hielo a 0ºC durante todo el tiempo que pudieran. Pasado ese tiempo, les dijo que indicaran, en una escala de 1 a 5, cuán dolorosa había sido la experiencia. Tal como él esperaba, quienes escribieron sobre acciones inmorales tuvieron más tiempo la mano bajo el hielo y declararon que la experiencia había sido más dolorosa. A raíz de esto, Bastian interpretó que en general quienes se sienten culpables están más predispuestos a padecer y aceptar el dolor.
Sexualmente hablando: de íncubos y súcubosPero, ¿esto se cumple también en dirección contraria? Es decir… ¿experimentar dolor nos hace sentir menos culpables? Con el fin de comprobarlo, en un estudio de 2012 titulado “Dolor y placeres pecaminosos”, el investigador australiano llevó a cabo un experimento similar con otros 58 estudiantes: luego de provocar cierta sensación de culpabilidad en algunos de ellos y en otros no, pidió a la mitad que pusieran una mano en agua con hielo, y al resto en agua a 37ºC. A continuación les dijo que debía ir a buscar unos papeles, y les ofreció una caja de dulces con chocolate diciéndoles que comieran algunos. ¿Qué ocurrió? Los que habían tenido la mano en hielo, sin sentirse culpables de nada, tomaron más dulces que el resto. De esta observación, y aunque pueda resultar metodológicamente cuestionable, Bastian infirió que sufrir una experiencia dolorosa nos redime de culpabilidad hacia placeres posteriores. ¿Será?