COMPILACIÓN

LAS CARTAS DEL BOOM

CARLOS AGUIRRE, GERALD MARTIN, JAVIER MUNGUÍA Y AUGUSTOWONG CAMPOS (EDITORES)

(Alfaguara – Buenos Aires)

Uno de los enigmas de la historia literaria latinoamericana del siglo XX se ha desarrollado alrededor de los miembros del denominado boom. Se trata, según Jean Franco, de un momento de transformación del escritor en superestrella. El auge editorial, la internacionalización de la narrativa latinoamericana acompañan el surgimiento de una nueva propuesta a mediados de siglo. Aparece en México y Buenos Aires y se amplía hasta Barcelona (la llamada “llegada de los bárbaros” en pleno franquismo).

Ángel Rama señala entre los efectos centrales la traducción a otras lenguas, la recepción en el continente y fuera de él. Es legítimo interrogarse sobre las opciones del boom, entendido como un proceso que se superpone a la producción literaria, su acción desembozada en la producción de nuevas obras y sus efectos en el comportamiento del escritor.

Algunos autores como Mario Vargas Llosa negaron la existencia del boom. Cortázar lo considera como “algo fuera del tiempo, irrepetible”. José Donoso señala en Historia personal del boom: “Qué es, entonces, el boom? ¿Qué hay de verdad y qué de superchería en él?… De pronto había irrumpido una docena de novelas que eran por lo menos notables, poblando un espacio antes desierto”.

Jerarquías

Tomás Eloy Martínez, refiriéndose al boom, proponía “una primera fila de santos mayores (García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar, Fuentes), un hemiciclo de estatuas venerables (Onetti, Rulfo, Borges, Carpentier, Guimarães Rosa, Asturias, Lezama Lima, Arlt, Felisberto Hernández), y una alegre fila de muchachos del coro que asomaban la cabeza entre las divinidades y a menudo les hurtaban espacio”.

El libro reúne escritos de los “santos mayores” -cartas, ensayos y entrevistas-. Las epístolas están reunidas en Pachanga de compadres (1955-1975) y Fin de fiesta (1976-2012). La reunión de la correspondencia permite acceder al detrás de escena de la literatura y la política latinoamericana entre 1959 y 1975. Muestra una férrea relación.

Los prologuistas señalan reglas: 1) escribieron “novelas totalizantes”; 2) forjaron una amistad; 3)) compartieron una vocación política y 4) sus libros tuvieron un gran impacto internacional. La revolución cubana actuó como toque de reunión, aunque después los sumirá en el debate y la toma de caminos diferentes.

Vidas y obras se funden y se tejen en profundos vínculos. El epistolario comienza en 1955 y la profusión de misivas. Sobre todo, Fuentes y Vargas Llosa han conservado mayor cantidad de este material, depositado en los archivos de las universidades de Princeton, Texas, Poitiers y en colecciones familiares.

Excepcionalidad

Leer este libro es un desafío que tiene sus compensaciones ya que, lentamente, nos sumerge en ese diálogo donde se comparten lecturas y críticas de las obras, así como datos de editores, traductores y documentos políticos. A pesar de las distancias y los desplazamientos continuos casi todos acaban por afincarse en Europa. Llama la atención la fuerte conciencia de excepcionalidad que, en muchos casos, lleva a negar la importancia de otros grandes escritores como Carpentier o Cabrera infante. Pero, sobre todo, a enfrentarse con una larga tradición de la narrativa latinoamericana. Casi todos ellos ponen sobre sus hombros la tarea de los críticos, excepto García Márquez. Entre las riquezas del libro hay datos sobre la escena de escritura de obras como Cien años de soledad, Rayuela, La Casa verde, Terra Nostra, etc.

Es llamativo el respeto mutuo y la aceptación de opiniones disímiles especialmente a partir del caso Padilla. Los afectos constantes irán menguando, en especial con la mítica pelea entre Vargas Llosa y García Márquez. Las dictaduras del Cono Sur impactan en clima de derrota.

La misma gran novela

Se cumple el propósito de los editores que se lea el libro como una gran narración que pasa del singular al plural en la que se incluye las vidas privadas. En ese mundo tan masculino aparecen esposas e hijos.

No en vano llegaron a afirmar varias veces que entre todos escribían “una misma gran novela”. En una carta de 1967, Fuentes le escribe a Cortázar emocionado por la lectura de Cien años de soledad “¿No te sucede que cada buena novela latinoamericana te libera un poco, te permite limitar con exaltación tu propio terreno, profundizar en lo tuyo con una consciencia fraternal de que otros están completando tu visión, dialogando, por así decirlo, con ella?”

Condena y legado

Los Apéndices reúnen ensayos, entrevistas y documentos de la historia del grupo mencionados en la correspondencia. Además, una cronología, un Índice de cartas y de nombres citados. Las numerosas notas a pie de página añaden aclaraciones. Y la única fotografía histórica y testimonial de los cuatro narradores juntos. El libro permite recorrer casi un siglo de vidas y escrituras que nos marcaron de modo indeleble. Se cierra con los telegramas enviados con motivo de la muerte de Cortázar, Fuentes y García Márquez. El único sobreviviente, Mario Vargas Llosa, acaba de anunciar su retiro como novelista.

Durante años, el boom ha supuesto una pesada condena y también un preciado legado.

Aún nos resta mucho por revisar. Una obra como la que nos ocupa ayuda a profundizar lecturas y a reponer vacíos sobre uno de los momentos de mayor impacto de nuestra literatura continental.

Carmen Perilli - © LA GACETA

Las cartas del Boom *

El Boom, un fenómeno cultural de significación mundial, fue a la vez una coyuntura y una cristalización, la culminación de medio siglo de evolución literaria en ese continente periférico y desconocido, América Latina, y al mismo tiempo, en la relación entre estos cuatro escritores, una situación única y fascinante: un momento (un eterno presente segundo trassegundo), un movimiento (o estilo), un grupo (como los Beatles, otro fab four de la época), un club (como el Pickwick Club, del que Cortázar fue maestro de ceremonias), una hermandad (la Orden de los Caballeros de la Mesa Cuadrada, quizás), una alianza (provisional, como demostrarían posteriores acontecimientos y conflictos políticos), un juego (rayuela, póquer, sparring, Monopoly), una competencia (amistosa), una rivalidad (menos), un debate (interminable), una fiesta (sobre todo latinoamericana), una celebración (de compadres), una apoteosis (también de la novela latinoamericana) y, por encima de todo, muy sencillamente, un cuarteto (masculino) dedicado a debatir el enfoque literario y político de un continente entero en su época más decisiva, más emocionante, más optimista y -durante un tiempo, porque nada dura para siempre y los años setenta serían totalmente diferentes- el momento más utópico de su historia moderna.

*Fragmento.