Tucumán, que cuenta con una gran riqueza natural y potencial productivo, se encuentra en un momento crucial de su desarrollo. Si aspira a un futuro sostenible, debe emprender una revisión profunda de cómo utiliza, recupera y protege sus recursos naturales. Este proceso de revisión debe llevarse a cabo con una perspectiva que abarque tanto los aspectos económicos como los ambientales, reconociendo la interdependencia entre ambos.

La influencia de factores como el suelo, el agua, los bosques y el clima en los sistemas productivos no puede ser subestimada. Sea en la agricultura, la ganadería o en la industria, estos recursos naturales son la columna vertebral de la producción en Tucumán. Sin embargo, los bosques, en particular, a menudo no se consideran como parte integral del sistema productivo provincial. Esto es un error, ya que no solo regulan el suministro de agua, sino también los microclimas que facilitan una variedad de actividades económicas. El agua, un bien escaso, se mal usa y no se considera como un bien esencial a cuidar. La conexión entre ambiente y producción es innegable, y su alianza es crucial para garantizar un desarrollo sostenible.

Lamentablemente, en Tucumán, esta alianza entre ambiente y producción todavía no se refleja en la práctica. La contaminación del agua y el aire, así como la disminución de la superficie boscosa, son solo algunos de los problemas emergentes de este sistema complejo y aún no comprendido. A nivel global, el equilibrio entre ambiente y producción se ha convertido en una prioridad. Los nuevos mercados no solo lo exigen, sino que también lo regulan de manera estricta. El incumplimiento de las normativas ambientales puede cerrar puertas comerciales. Por lo tanto, es esencial que Tucumán tome medidas concretas para abordar estos desafíos.

Aunque no podemos modificar el clima a nivel local, existen otras oportunidades para su abordaje. Se pueden emprender proyectos para mitigar las emisiones de gases, reducir efluentes como las vinazas y explorar la búsqueda de variedades de cultivos o especies resistentes a las nuevas condiciones climáticas. En este sentido, disciplinas como la biología, la genética y la biotecnología tienen mucho que aportar para encontrar soluciones innovadoras.

El nuevo gobierno deberá encarar con firmeza la planificación territorial. Valga como ejemplo el hecho de querer cultivar caña de azúcar en zonas de la llanura deprimida salina cuando se podría aprovechar esa oferta ambiental para otros cultivos nuevos (como la quinoa entre otras). O seguir sacrificando los suelos productivos del pedemonte en emprendimientos inmobiliarios. O utilizar las vinazas en combinación con el agua de lavado (industrial) para el fomento de bosques implantados para ser utilizados como madera que en nuestra provincia se trae de otras regiones.

Para llevar a cabo esta transformación, el nuevo gobierno de Tucumán debe establecer los mecanismos necesarios, tanto legales como financieros, para promover alianzas público-privadas. Estas alianzas deben involucrar a diversas partes interesadas, como universidades, institutos, fundaciones, ONG y otros actores relevantes. Al hacerlo, se garantiza una visión amplia de los problemas y la generación de proyectos a corto, mediano y largo plazo. Sin la colaboración de estos sectores, las buenas intenciones políticas pueden quedarse en palabras y no traducirse en acciones significativas.

Además de estas alianzas, es fundamental que Tucumán incorpore fuentes de energía alternativas en su matriz energética, fomente la incorporación de cuadros técnicos en las oficinas gubernamentales, utilice tecnologías de la información para la toma de decisiones rápidas y mantenga una capacitación constante en la administración pública. Estos elementos son esenciales para “repensar a Tucumán” y asegurar un futuro sostenible para la provincia.

En conclusión, el camino hacia la producción sostenible en Tucumán requiere una revisión profunda de su relación con los recursos naturales, una alianza efectiva entre ambiente y producción, y una colaboración activa entre el gobierno, instituciones académicas y la sociedad civil. Solo mediante un enfoque integral y una visión a largo plazo, Tucumán podrá enfrentar los desafíos ambientales y económicos que se le presentan y construir un futuro más sostenible y próspero para sus habitantes.