Por Alejandro Duchini
PARA LA GACETA - BUENOS AIRES
A Boca, el club de fútbol más popular de la Argentina, lo han contado desde la literatura y el periodismo. Casi siempre con la mirada de la pasión. A días de la final de la Copa Libertadores, el trofeo de clubes sudamericanos más importante a nivel continental, repasamos algunos muy buenos libros sobre este club. El motivo es que no se trata de una final más. De ganarla, Boca alcanzará su séptima Libertadores, logro obtenido sólo por Independiente hace 39 años. La definición de esta historia será el próximo 4 de noviembre, en el Maracaná de Brasil, ante el Fluminense.
El primero de los títulos elegido es Boquita, de Martín Caparrós. Se publicó en 2005 y Caparrós apeló a su condición de hincha. Son poco más de 350 páginas a las que se les sumaron otras en una reciente reedición. Boquita es uno de los trabajos ineludibles sobre el club.
Apunta a la vez que a lo pasional, al dato histórico y social. No se puede hablar de Boca sin mencionar los conventillos del barrio ni la condición popular de sus vecinos. Aparecen los barcos, los marineros y el Riachuelo. También las cantinas, que hoy son base del turismo barrial. Su origen es en un barrio de trabajadores inmigrantes en el que también se fundó River, el rival que con el tiempo se mudaría a una de las zonas más caras de Buenos Aires cuando el crecimiento industrial desplazó a los terrenos que se usaban para jugar al fútbol. En eso se consolida una rivalidad de clase social. Boca quedó identificado incluso con la pobreza y la suciedad. Gallinas y Millonarios, el apodo por un lado; el despectivo bostero por el otro.
Caparrós da cuenta del origen de “bostero”, que hoy el hincha lo asume con orgullo: “La nueva cancha se inauguró el 6 de julio de 1924, con un amistoso contra Nacional de Montevideo: 2 a 1. Dicen que la palabra ‘bostero’ nos viene de ahí: porque al lado de la cancha había una fábrica donde usaban bosta de caballos como combustible -y que el olor era tremendo. De todas formas, en esos días y por muchos años, sólo nuestros enemigos nos decían bosteros. La nueva cancha, con o sin bosta, era la más grande de Buenos Aires: en sus gradas de madera cabían veinte mil espectadores -y entre ellos, ese día, estaba el presidente Alvear, varios de sus ministros y un ramillete de embajadores extranjeros. Boca merecía una visita de estado: el origen se estaba terminando. Il Boca, el clubcito de los viejos genoveses, había despegado”.
En Boquita se leerá también: “Hubo tiempos en que ser hincha de Boca era una condición realmente popular: la mayoría eran obreros o cabecitas negras o inmigrantes”. Bosteros, negros, bolivianos, paraguayos o villeros era una condición racista y despectiva contra Boca. Se la justificaba en el nefasto folclore del fútbol. Hasta que en los 90 cambió todo.
Años oscuros
Armando a Macri - Memoria del interventor, de Federico Polak, es uno de los libros top sobre Boca y el deporte argentino. Y sobre la sociedad argentina y su transición de los 80 a los 90. Hincha de Racing, Polak fue el interventor que salvó a Boca de la quiebra post Maradona. En este trabajo, fruto de una investigación exhaustiva, a la que agrega su experiencia, Polak cuenta los tiempos de crecimiento histórico, haciendo hincapié en Alberto J. Armando, uno de los presidentes emblemáticos que tuvo Boca. Polémico, Armando es biografiado detalladamente. Luego, con hechos y números, se cuenta al Boca del presidente de Noel, que contrató en dólares a Maradona, operación que lo dejó, en poco tiempo, endeudado, con La Bombonera clausurada, sin jugadores y hasta sin dinero -literal- para comprar camisetas y salir a jugar. De la gestión salvadora de Polak con el advenimiento de la democracia, se pasa a la de Alegre-Heller, que levantó al club pero no ganó tantos títulos como Mauricio Macri, quien se impuso en las elecciones de mediados de los 90.
Macri, apuntalado por patrocinadores del equipo, con aires privatizadores y con la intervención de empresarios allegados, como Fernando Marín, construyó un nuevo Boca. Lo que sigue es la renovación edilicia de La Bombonera y el ingreso del jet set. Con su dirigencia, Boca ya no es el club popular sino que apunta a una elite. Se vuelve caro y ganador. El arranque de Macri no es bueno pero con los años se impone en el fútbol local e internacional. Lo avala un entramado político que Polak detalla a la perfección. Ahí es cuando empieza la seguidilla de Copas Libertadores.
La cima del mundo
No se puede hablar de Boca sin recordar a los jugadores que engrandecieron su historia. Esa larga lista la lidera Juan Román Riquelme, que en su condición de ídolo máximo se convirtió en el actual presidente de la institución. Emblema del Boca copero, ahora podría convertirse en el presidente campeón de América. Lo que le facilitará su continuidad en el cargo si se impone en las inminentes elecciones. Acá entrará la política. Pero Riquelme, como cada ídolo del deporte, genera sentimientos. Para entenderlos tienen el libro El caño más bello del mundo - Pensamiento futbolero de Juan Román Riquelme, laburazo del periodista y escritor Diego Tomasi.
Referentes de distintos espacios sociales radiografían a Riquelme como símbolo y jugador. “Si a mí me preguntaran con quién quiero jugar, yo no elegiría jugar con Maradona o Messi. El niño que hay en mí elegiría jugar con Bochini o con Riquelme, que son los que te la dan. Los otros son los que no te la dan. Estoy exagerando, claro que te la dan, pero cuando quieren. Un jugador como Riquelme es el que mejora a los demás, evidentemente. Te la da siempre redonda. Te la tira bien, te la tira a tu perfil, te la tira con espacio y con tiempo para que vos puedas hacer la jugada más indicada”, le define Alejandro Dolina a Tomasi.
A Dolina se le suman entre otros los periodistas Ariel Scher, Juan José Panno y Víctor Hugo Morales. También el escritor e hincha Martín Kohan, el preparador físico de Maradona Fernando Signorini y los ex futbolistas Ricardo Bochini y Pablo Aimar. Pero la frutilla del postre está en las palabras del Indio Solari: “Ha sido, de todos los que vi, el que más me ha hecho disfrutar del fútbol”, le escribe el Indio a Tomasi. “Creo además (y esto sin tener acceso a la intimidad del vestuario) que es uno de los últimos jugadores que conducen su vida deportiva respetando códigos articulados por la honestidad y el respeto”, agrega.
Suerte de biografía y ensayo, Tomasi justifica su amor por Riquelme en 250 páginas. De ellas, hay una en la que detalla por qué lo quiere tanto: “Puede pasarnos, muchos años después de una final perdida, que nos quedemos con la mirada fija en una pared cualquiera, y se nos escape una lágrima por lo que pudo haber sido pero no fue. O que lloremos de emoción al recordar el gol que nos hizo ganar un campeonato. Aunque entonces fuéramos niños y ahora seamos adultos. Por eso es que las felicidades y tristezas del fútbol son, también, para siempre”.
Periodista televisivo de los serios, Martín Souto escribió Boca del mundo - Historia secreta de la final contra el Real Madrid. Souto describe cómo se gestó aquel triunfo histórico de noviembre de 2000, que significó la segunda Intercontinental para el club. Con goles de Martín Palermo, se impuso en Tokio 2 a 1 al poderosísimo Madrid, que contaba con uno de los planteles más caros y era el favorito a llevarse la victoria. Imposible no recordar ese período de los 90 y 2000 que tuvo a Palermo, Riquelme, Guillermo Barros Schelotto y Carlos Bianchi entre sus referentes.
Ser de Boca
Uno de los últimos libros que apareció sobre Boca lleva la firma del reconocido escritor Martín Kohan, quien se define hincha de Boca antes que cualquier otra cosa. Se titula Desde La Boca - Cuando lo extraordinario se vuelve normal y lo escribe junto a Ricardo Cohen, también de Boca y vinculado al mundo de las comunicaciones.
Con ejemplos, de allegados o personales, intentan explicar que los de Boca sienten al club de manera más pasional a la que lo pueden sentir los de otros. No lo logran: al fin de cuentas, cada sentimiento por el club va cargado de pasión. Pero lo que sí logran es explicar por qué lo piensan. Un ejemplo: “Podría decirse (...) que Boca no tiene fanáticos. No los tiene porque, lo que indicaría la condición de un fanático para cualquier otro equipo de fútbol del mundo, en Boca es simplemente un hincha. Lo fuera de lo común, para otros, es lo común para el hincha de Boca. Un hincha más. Pero de Boca”.
Otro ejemplo: “Boca es sin dudas el equipo más querido de todos, porque lo quiere la mitad más uno; de ahí resulta que el resto, ese resto que son los demás, lo más frecuente es que lo odie. De ese odio Boca se nutre, el hincha hasta se ufana de eso. Y se jacta, con la fuerza algo prepotente que es propia de las mayorías, de su opción de autosuficiencia, de su marcada inclinación a prescindir enteramente de los otros: del ‘nunca hicimos amistades’, que se lee en la tribuna, al ‘no me importa lo que digan / lo que digan los demás’, que en las tribunas se canta”.
“El fútbol -escriben Kohan y Cohen- ofrece a sus hinchas la posibilidad de ser otros de sí mismos, de ser como no suelen ser, de ser como no son en el resto de sus cosas y del tiempo de sus vidas”. A la vez, la literatura brinda la posibilidad de entender esa pasión a la que los hinchas de Boca también pueden acceder.
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Alejandro Duchini - Periodista. Su último libro es Mi Diego. Crónica sentimental de una gambeta que desafió al mundo.