La caída de tres árboles en distintos sectores de la ciudad dio lugar a comentarios sobre los riesgos en que se encuentran los ciudadanos ante un conato de emergencia como el sucedido este martes en la provincia. Suelos húmedos por una lluvia de dos días y vientos relativamente fuertes parecieron desatar el caos. Desde el domingo hay alerta amarilla por esta causa. Un árbol se desplomó en la plaza Urquiza sobre un sector que normalmente está lleno de estudiantes y de gente que pasea, y en el área de la Casa Belgraniana, sobre calle Bernabé Aráoz al 600, se desplomó un viejo ejemplar de tarco, causando destrozos en el inmueble y poniendo en serio riesgos a las personas que allí trabajan. Un hombre resultó golpeado en un brazo y el comentario generalizado fue que por suerte no había contingentes de visita en la vivienda, que suele recibir delegaciones escolares.

El tarco tenía alrededor de 130 años de antigüedad y no había sido podado con regularidad, según describieron las personas de la Casa Belgraniana. Al tratarse de un árbol de gran porte, atravesó también las rejas y el follaje cayó sobre dos autos que estaban estacionados en la calle. Los vehículos sufrieron abolladuras en sus techos y daños en los parabrisas. “En el momento del colapso había tres guías dentro del lugar. Cuando ellos escucharon los crujidos y vieron cómo el árbol comenzó a vencerse decidieron salir. Uno de los trabajadores sufrió una herida en su brazo, pero inmediatamente fue asistido y llevado hasta el Hospital Padilla”, se explicó. La Casa Belgraniana permanecerá cerrada por al menos dos semanas hasta que concluyan las tareas de reparación.

La emergencia, que ha pasado sin demasiados hechos que lamentar además del mencionado, recuerda que la cuestión del arbolado requiere una atención especial por las características de esta región subtropical. Necesarios por los beneficios ambientales en lo que hace a la provisión de oxígeno y a la protectora sombra en el intenso estío, también representan peligro cuando no han sido bien cuidados y podados. Con frecuencia se reportan accidentes inesperados por caídas de ejemplares, ya sea notoriamente deteriorados o que aparentemente se encuentran en buen estado y se caen sin razón aparente –como fue el derrumbe de un enorme ejemplar en avenida Aconquija al 200, hace exactamente un año, que destrozó dos autos-.

También se han registrado hechos dolorosos en los últimos dos años, como fueron las caídas de enormes ramas en el parque Avellaneda, que causaron fuertes lesiones a una niña, y en el Liceo Militar, con luctuosa consecuencia. Cuando estos accidentes tienen tremendos efectos comienzan fuertes campañas de poda –baste recordar el salvaje corte al ras de la vereda de los árboles en la avenida Mitre, junto al colegio María Auxiliadora-  pero no hay informes sistemáticos sobre el estudio del estado de los ejemplares en la Capital y en Yerba Buena, afectados por enfermedades habituales y también por el maltrato de las empresas de servicio o de las mismas administraciones.

Es de esperar que con el recambio de autoridades se agilicen las tareas de las oficinas responsables del arbolado, a fin de que se prevea al máximo la protección de los ciudadanos -lo cual requiere proteger las raíces de los árboles y proveerles adecuada y oportuna poda- y también atender la necesidad de que las ciudades y las zonas rurales tengan los ejemplares arbóreos que hacen falta para ayudar a optimizar las condiciones ambientales.