Todo era posible, y lo fue. Pero lo de Sergio Massa ya puede tildarse de milagro democrático. Un verdadero voto de fe del peronismo, de muchos compañeros que decidieron volver a confiar -tras haber sonreído con el triunfo mileísta en las PASO, al que contribuyeron por cierto- pese a lo dramático de la hora del país, con una pobreza e inflación elevadas. Paradójico y increíble, muy propio de los peronistas. Se podrá evaluar positivamente la efectividad de la campaña del tigrense o la pésima elección de Patricia Bullrich, la gran perdedora -y con ella todo Juntos por el Cambio-; y que Javier Milei no creció mucho más como para imponerse en primera vuelta, tal como lo soñó.
Lo concreto es que el próximo presidente de la Argentina será o Massa o Milei, gran victoria del primero, decepcionante performance del segundo después de la gran expectativa que había generado con su sorpresivo triunfo en las primarias. El gran fracaso político fue el de Juntos por el Cambio, que no pudo retener todos los sufragios de agosto (que lo ubicaban en segundo lugar) y cuyo resultado pone a la coalición al borde de la crisis y de su posible implosión. Especialmente porque lo que no pudo retener -al observar los números- fue el voto de los correligionarios; los radicales aparentemente dividieron sus adhesiones. Posiblemente se hayan cobrado alguna factura y una que otra venganza interna.
Si nos atenemos al tremendo silencio del presidente de la UCR, Gerardo Morales, después de las primarias -donde perdió a manos de Bullrich como candidato a vicepresidente de Larreta-, no debería sorprender el resultado de la votación de ayer. En este marco, además, hay que tener en cuenta lo siguiente: son los radicales y no los macristas los que ganaron más distritos provinciales durante el año, lo que los pone en una posición de fuerza interna muy por encima de los amarillos de Mauricio Macri. El ex presidente siempre destrató al radicalismo, al que tuvo de furgón de cola durante su gestión; y ahora los ve renacer nuevamente a lo largo de todo el país. La coalición puede mutar de color: del amarillo al rojo.
Es que las acciones internas se modificaron en Juntos por el Cambio, por lo que se pueden establecer nuevas reglas de juego para garantizar su continuidad, o bien la coalición se fractura. La mayoría accionaria ahora es radical. Entonces, hay que observar detenidamente el desarrollo de este proceso político hasta la segunda vuelta, el 19 de noviembre, porque según como se encamine puede influir decisivamente en el resultado del balotaje. No será lo mismo la campaña electoral si la alianza se mantiene firme o si estalla finalmente por los aires.
Massa y Milei van a seguir atentamente lo que ocurra en Juntos por el Cambio, porque deben salir a cazar entre sus votantes, más que a sus dirigentes, porque eso, a los fines de obtener sufragios, no sirve demasiado. Entonces, van a tener que alinear sus discursos para seducir a esos votantes que se quedaron sin referentes, no sólo sin Bullrich, sino también sin Horacio Rodríguez Larreta, sin Gerardo Morales, sin Martín Lousteau; la lista es inmensa. Milei lo dejó claro anoche cuando leyó su discurso belicoso: buscó a los antikirchneristas o antiperonistas a los que les hablaba Bullrich. Nada de moderados en su línea de confrontación; sean larretistas o radicales. Quiere mantener vigente la grieta como estrategia electoral.
¿A quiénes irá a buscar Massa? El ministro de Economía deberá actuar en varios frentes: afianzar el voto del peronismo, seguir seduciendo al núcleo duro del kirchnerismo -que lo vota tapándose las narices sólo porque no quiere que lo saquen totalmente del poder- y mantener el discurso de unidad nacional que viene pregonando. Esa, seguramente, será la gran apuesta de Massa, pues es lo que lo diferenciará completamente de Milei, que reniega de todos los políticos tradicionales, o lo que él llama la casta. Estará en la habilidad política del hombre de Tigre cómo encamina las negociaciones con otros espacios políticos que reniegan del libertario, para convencerlos de que es la mejor opción. Una tarea difícil, después de todo lo que le dijeron los principales referentes de la oposición, especialmente en su condición de titular de la cartera económica, porque los índices económicos fueron de mal en peor durante su gestión como ministro.
Eso aumenta el valor de su victoria en las generales, algo impensado, y que se asienta básicamente -como dijimos- en que el peronismo decidió ponerse las pilas y trabajar unido para no quedar fuera del balotaje, aunque calculando en principio que podían ser segundos. Pero ocurrió lo impensable, ganaron y dejaron atrás al líder de La Libertad Avanza. Impensable, sorpresivo. Sin embargo, no es menor el hecho de que Juntos por el Cambio, el tradicional rival del oficialismo, el adversario de la grieta, haya quedado tercero. Este hecho es más significativo para el Gobierno y para los peronistas en función de la pelea que se les viene de cara a la segunda vuelta. No era lo mismo, evidentemente, que uno u otro fuese el segundo. Con Juntos por el Cambio fuera de carrera es menos complicado buscar adhesiones en ese espacio, por lo menos de aquellos larretistas que apostaron a su discurso de unidad nacional y de no confrontación -lo mismo que promueve Massa-. Massa casi está obligado a mirar allí, especialmente después del duro discurso de Bullrich contra el Gobierno. A su manera, reivindicó su línea dura contra el kirchnerismo o el peronismo que gobierna, por lo que sus votantes -si la oyeron- deberían mirar al campamento de Milei. Ese discurso, para el libertario fue música para sus oídos; para él los votos que obtuvo la presidenta del PRO son claves. Aunque es muy difícil que haya una charla entre ellos, pues se dijeron de todo. Ergo quien emerge como un eventual “negociador” en nombre de los amarillos es Macri, que siempre mostró simpatías por Milei. La pregunta es si saldrá a jugar en favor de Milei y en contra de Massa, al que calificó de “ventajita”. Milei no puede darse el lujo de no buscar a Macri, incluso hasta de ofrecerle un cargo en su eventual presidencia.
Comienza a desandarse un nuevo camino político y electoral hasta el 19 de noviembre; Massa tratará de consolidar el milagro que logró ayer con su discurso de unidad nacional y Milei mantendrá su postura contra la casta. Una clave para ambos estará en cómo trabajan sobre los votantes de Juntos por el Cambio, especialmente sobre los radicales y los macristas, que pueden dividirse. La disputa, la verbal, se redujo a agrietadores versus no agrietadores. Massa apostará a eliminar la grieta y Milei a mantenerla.