El músico y compositor Joaquín Levinton visitó “La Peña de Morfi”, donde fue recibido por Diego Leuco y Jesica Cirio. En su paso por el programa, habló de la salud de Charly García, de su primera mudanza y del horrible lugar que eligió para vivir.
Cuando tenía tan solo 17 años, Levinton tuvo uno de los primeros grandes desencuentros con su madre, lo que lo llevó a abandonar la casa en la que había crecido. Ya de joven, el músico había logrado acercarse a Charly García, con quien pasaba horas hablando por teléfono.
Pero las cuentas no se pagan solas y, cuando su madre descubrió la costosa factura que debía pagar, se puso a investigar a qué números llamaban desde su casa. El resultado fue desastroso para Joaquín: las constantes llamadas eran las que él hacía a Charly. Por eso, su madre empezó a pedirle una cuota mensual para pagar la cuenta.
El tenebroso jardín de infantes al que se mudó Joaquín Levinton
El primer lugar al que se mudó –y en el que vivió buena cantidad de años–, fue el espacio que vio la fundación de Turf en 1995. En 1993, el músico había decidido dejar su casa materna, pero la elección no resultó ser la más inteligente.
“Cuando me fui, lo que alquilé era tan horroroso que era la casa del terror”, contó en “La Peña”. Su nuevo hogar era un jardín de instantes abandonado que describió como “enorme y tétrico”. En las paredes “había esos dibujos que hacen los nenes que son horribles, que solo a los padres les gustan”.
El enorme espacio tenía ocho ambientes en total, muchos de ellos sin luz y “las puertas se cerraban y se abrían solas”. Además del horroroso aspecto, señaló que “había siete plagas: pulgas, ratas y cucarachas”.
Leuco consultó por qué había decidido vivir en ese lugar, a lo que el cantante de Turf respondió que no lo había calculado. “Iba por la calle Aráoz y Córdoba y veo que sale un tipo con dos personas de unas escaleras… Ahí les pregunto: ‘¿De dónde salen ustedes?’, y el tipo me contestó: ‘De esto que se alquila’ (...). Salía $50 la reserva y los tenía. Pero ni entré. Entré después”, relató con picardía.