Atravesados por un pasado marcado por una inédita pandemia y una actualidad repleta de elecciones, devaluación y debates, el interés de los jóvenes por la política se ha revitalizado. Como madres y padres o como actores políticos, también nos despertó la necesidad de escucharlos y hacer que nos escuchen; generar conciencia política es un deber como ciudadanos en este contexto de crisis. Pero, ¿cómo les hablamos y llegamos a interesarlos si hay una evidente brecha generacional? Fabiana Lávaque, presidenta del Colegio de Psicólogos de Tucumán y psicóloga especialista en jóvenes, reflexiona al respecto. “Si a mediados de los 80 con la recuperación de la democracia el desafío de los jóvenes para participar en política era vencer el miedo, el desafío hoy es vencer la desesperanza, como si la desesperanza tomara hoy el lugar que antes tomaba el miedo. Pero para participar y para involucrarse con los otros siempre hay que vencer alguna resistencia”, destaca la profesional.
- ¿Los jóvenes tienen hoy interés en la política?
- Entiendo que mayoritariamente sí tienen interés en la política. Lo que encontramos es una diferencia grande entre quienes además de seguir las noticias sobre el curso de la política asumen una posición activa, participativa y eso aparece como trabajos partidarios, trabajos en ONG, en organizaciones solidarias, en clubes barriales con poblaciones vulnerables y los que asumen una posición más mágica esperando que el cambio político venga del otro, generalmente de un otro que propone que si le delegamos el poder va a hacer todo por nosotros. En ese sentido, creo que hay distintos modos de interesarse por la política, pero hay una mayoría de jóvenes que hacen una lectura y apuestan a esto.
- ¿Cuáles son sus principales intereses hoy?
- Los jóvenes de esta época creo que ponen un fuerte interés en la adquisición de bienes de consumo. Les interesa la tecnología, les interesa el lugar donde viven, les interesa desplazarse, les interesa viajar. Entonces siguen atentamente la política porque entienden que de allí dependen sus economías. Y si bien es difícil generalizar, entiendo que hay un fuerte interés en el curso de la economía en los jóvenes de hoy.
- ¿Por qué se cree que es algo en lo que no quieren participar?
- Entiendo que algunos adultos interpretan mal cuando dicen “no quieren participar”. Y es que no quieren participar como nosotros, tienen otras formas. Por ejemplo, el intercambio en las redes también es una forma de participación que a los jóvenes les resulta muy cercana y a algunos adultos nos resulta más lejana y entonces la destituimos, la consideramos de poco valor. Me parece que ahí hay diferencias generacionales en el modo de entender la participación. Hay muchos jóvenes que son líderes de muy interesantes iniciativas políticas, lo que pasa es que son iniciativas gestionadas, manejadas de una manera muy diferente a como sus padres o abuelos participaron en política.
- ¿Qué significa la política para ellos?
- La política, para ellos como para nosotros, siempre es pensada como la herramienta de cambio. Es lo que puede producir un cambio en la manera en que vivimos. Lo que pasa hoy es que algunos asumen una posición de participación activa y otros apelan más a una posición pasiva, expectante, de soluciones mágicas, de que otro haga lo que hay que hacer y les mejore sus vidas. Ahora, esto tampoco es privativo de los jóvenes, los adultos a veces también pensamos así.
- ¿Los políticos cómo deberían atraer o comunicarse con ellos?
- Hay políticos que apelan fuertemente a un mensaje casi mesiánico. Votame y yo lo voy a resolver todo mágicamente. Y hay otros que apelan a mensajes que tienen más que ver con convocar a la reflexión, convocar a la participación. Si pensamos en los mensajes electorales, creo que se enfatiza más en este momento en lo que tiene que ver con “votame, que yo voy a hacer todo lo que te hace falta”. Pero si salimos del momento estrictamente electoral, algunos son muy hábiles y algunos muy creíbles a la hora de convocar a los jóvenes a tomar iniciativas, a participar, a ocuparse de proyectos colectivos y hay otros a quien sólo les interesan los jóvenes como fuerza de votantes.
- ¿Cuáles deberían ser las políticas dirigidas a ellos?
- Hay políticos que se interesan por diseñar políticas para jóvenes, políticas centradas en el cuidado de la salud, en la prevención de las adicciones, en la prevención de la violencia, en generar este trabajo sustentable. En el espectro de la política argentina hay un marco muy diverso respecto de cómo se dirigen a los jóvenes. Yo entiendo que los jóvenes sí son permeables a ese mensaje, a pesar del hastío y de la desazón y sí se vuelcan a la participación y a la construcción, sobre todo cuando encuentran buenas causas y buenos líderes.
- ¿Qué deberíamos hacer para generar conciencia sobre las propuestas de los candidatos?
- Entiendo que el debate de candidatos a presidente, el debate obligatorio ha tenido muchísima llegada. De una manera transversal, gente de todas las edades y de todas las clases han estado muy atentos. Ese debate ha permitido que se expongan las ideas de candidatos minoritarios como Bregman o Schiaretti. Eso es muy valioso. En esta elección en particular hay bastante conocimiento sobre las propuestas de los candidatos presidenciales. Estos mecanismos de debate obligatorios se tienen que implementar no solo para candidatos a presidente, sino para cargos menores. Sería muy interesante que haya un mecanismo obligatorio para discutir las propuestas y las ideas de los intendentes, de los concejales, de los delegados comunales, de los pueblos más pequeños. Sin embargo, la vida política en este momento, y hace bastante tiempo, no pasa tanto por la discusión de ideas, sino por la difusión de slogans y de imágenes. En ese sentido el sistema educativo, la escuela, la universidad, tienen que insistir en educar para la democracia y tratar de llevar la cosa hacia la discusión de ideas y no solo a la promoción de imágenes, jingles y slogan vacíos. El sistema educativo tiene un papel fundamental en esto.
- ¿Cómo se despierta la vocación política en un contexto con tanta desazón?
- Si bien hay desazón, también creo que la irrupción de propuestas electorales bastante distintas entre sí ha reactivado el interés, no sé si por la política, pero por lo menos sí ha reactivado el interés en participar de las elecciones. Tiene que ver con la aparición de nuevos discursos que proponen cosas que al menos en sus enunciados son diferentes de lo que se viene proponiendo en los últimos 20 años. No es que yo comparta esas propuestas, pero sí creo que han generado un cierto interés en prestar atención y en discutirlo. Ahora, generar interés en la política siempre es un movimiento más bien resistencial. No me parece que la participación política sea por lo general algo masivo; en el mejor de los casos lo que es masivo es la difusión de información política.
- ¿Y qué los acerca a la política en otros ámbitos?
- Yo, como trabajo en la universidad y como trabajo en el colegio, en general estoy rodeada de jóvenes que son activos políticamente. Y creo que lo que los acerca a la política son las pequeñas causas. Es decir, lo que acerca a los jóvenes a la política es encontrar soluciones a los problemas en sus pequeños sistemas. Por ejemplo: cómo resolver el problema de las aulas, cómo resolver el problema de la prevención de las adicciones, cómo resolver el problema de conseguir el primer trabajo. Entonces, el acercamiento a la construcción entre varios de soluciones y respuestas a pequeños problemas es una manera de acercar a los jóvenes a la política. Y después están los que por cuestiones de su historia están particularmente causados por la militancia o por el deseo de acceder a cargos que se conquistan electoralmente. Pero creo que una cuestión que puede ser interesante en este momento es despegar la política como una cosa de los partidos y poder pensarla como una cosa de todos los ciudadanos donde, aunque es trabajoso y hay que vencer siempre algunas resistencias, participar nos acerca a encontrar soluciones que no van a venir del otro. Las tenemos que construir colectivamente y participando.