Mercedes Korin dice que hizo varios cambios laborales; que el primero, dejar el periodismo, fue el que más le costó porque creía que estaba dilapidando 12 años de capital acumulado y que luego se dio cuenta de que ese derroche no era factible ni queriéndolo. Estas y otras experiencias de la artífice del enfoque Modo Delta (introspección + planificación + acción) y asesora en cambio laboral son la materia prima de “A veces el cambio” (Metrópolis, 2022), libro presentado en el 1° Encuentro de Mujeres que tuvo lugar este miércoles en el patio de Fafá Barrio Norte por iniciativa de la creadora de contenidos Mariana Soler y Agencia i. Sin explicitarlo, Korin habla de la caída del trabajo que comenzaba en la juventud y acababa en la jubilación. Pareciera que el cambio laboral resulta inherente a la vida actual. “A veces ya no somos una joven promesa… y en un punto es un alivio”, dice la autora durante el diálogo con Soler. La cita aparece en la página 23 del libro.
El cambio suele ir abrazado al adjetivo “permanente”. Pero el ensayo de Korin, que es una colección de meditaciones breves similares a los aforismos, desarma ese vínculo y antepone al cambio la locución adverbial “a veces”. ¿Por qué? En una entrevista con LA GACETA previa a la presentación, la licenciada en Comunicación de la Universidad de Buenos Aires responde: “son textos cortos y coloridos, que buscan ser livianos en su profundidad porque, si vamos a hablar de temas tan complejos, pasémosla lo mejor posible. Es ‘a veces’ porque relativiza. No es ni siempre, ni nunca, ni todos, ni nadie. Tenemos que pensar los cambios en términos más relativos. Propongo que pongamos nuestros pensamientos en remojo, y que, desde ahí, podamos tomar nuevas decisiones o hacer giros. Si a veces las cosas son de una manera, a veces pueden ser de otra y, a veces, de otras más”, sugiere en un juego de palabras.
¿Por qué el cambio laboral parece lo más natural en existencias que son cada vez más largas y, sin embargo, muchos nunca consiguen concretarlo? Korin reafirma que cambiar es muy difícil: “nos cuesta; nos da miedo; lo hacemos más tarde que temprano; no somos muy prolijos, sino más bien caóticos y aparecen las ansiedades aún cuando tengamos clarísimo que debemos dar el paso”.
Si bien Korin se dedica a ayudar a quienes desean tomar otro trabajo, lo cierto es que ese anhelo no puede ser aislado de otros movimientos ni considerado en soledad. Al respecto, señala: “estamos atravesados por cambios que nos exceden. Mientras recorremos nuestros ciclos personales y laborales, suceden cambios en el país y en el mundo en todos los órdenes. A la vez, los ciclos de otros repercuten en nosotros. Yo digo que el cambio es más que lo que ocurre entre un ciclo que se termina y otro que empieza: hay que entenderlo en sí mismo y darle entidad. Entonces, la propuesta del libro es poder desagregar distintos aspectos del cambio para conseguir abordarlo y dejar de verlo como un nudo imposible de desatar”.
“Ganas” no es lo mismo que “ganitas”
El ensayo de Korin propone distintos senderos de lectura: se pueden explorar -sin seguir una estructura premoldeada- los motivos, la inercia, la cadencia, las pistas y las decisiones asociadas al cambio. La idea, según la madre de esta obra y del Modo Delta, es bucear acerca de las causas, pero, también, de las transformaciones no buscadas y poder diferenciar “las ganitas” de “las ganas” de cambiar. “Porque las primeras no superan ni el miedo ni la fiaca. Cuando una busca activamente un cambio pasa por diferentes tiempos: el de la introspección y el de la planificación. Hay que poner al cambio en la agenda para que suceda. Luego, hay un tiempo de acción: si no, todo se queda en un devaneo mental”, comenta.
La cadencia implica poder manejar las velocidades de las transformaciones. Korin observa que si se va muy rápido, es mejor bajar un cambio. “A veces es necesario ralentizar un poquito para dar lugar a que sucedan otras cosas y, a veces, hay que imprimir más potencia”, apunta. En cuanto a las pistas, se puede hallar en el libro la siguiente reflexión: “a veces se trata de no insistir con lugares donde no nos quieren y de buscar lugares donde sí”. La autora sugiere que el pasado impulsa hacia adelante y, también, condiciona: “las pistas nos ayudan a adoptar las formas nuevas que necesitamos para pasar de un ciclo a otro. Hay que estar atentos y tener calibrados los radares”.
El último sendero es el de las decisiones porque, finalmente, se cambia cuando se decide hacerlo. “A veces tenemos que decidir, aunque sea incómodo”, dice el libro de Korin.
Dar a luz
La pandemia trajo una fiebre de cambio a muchos de los que la sobrevivieron. “Empezamos a sentir que debíamos movernos porque el mundo nos mostró cuán rápido y cruentamente podía cambiar. De un momento a otro quedamos frente a la muerte. Uno dice, bueno, la pandemia ya pasó, pero, después, llegó la inteligencia artificial y, de repente, el panorama laboral también cambió muchísimo. Entonces, pareciera que estamos viviendo cambios cada vez más veloces y con consecuencias muy profundas que quizá no alcanzamos a dimensionar”, acota Korin. Y agrega: “quizá todavía no medimos los efectos del coronavirus ni de la inteligencia artificial. Entonces, frente a esta realidad tan distinta a la que estábamos acostumbrados a habitar, las preguntas sobre los propios cambios resultan naturales. Cambia tanto el mundo que es lógico que, como si fuera un espejo, queramos cambiar también nosotros”.
A veces un nuevo ciclo no supone necesariamente dejar un trabajo y tomar otro, sino mirar la ocupación de siempre con ojos renovados. Korin matiza: “es un reposicionamiento más sutil e imperceptible, pero, también, produce transformaciones internas y actitudinales. Con un ajuste de ese tipo quizá cambia lo que una siente respecto del trabajo que realiza. Por ejemplo, tal vez una crea que no tiene la mejor tarea que se podría tener, pero entiende que se trata de una vía para conseguir o financiar otros objetivos de gran interés. A veces los cambios son más pequeños de lo que imaginábamos al planificarlos. Lo más reactivo es decir ‘me voy de aquí’, y, tal vez, la solución pase por una modificación de funciones o por un reseteo de las expectativas”.
A las mujeres les cuesta especialmente pacificar la asignatura del reconocimiento profesional, según Korin. Ella dice que no quiere justificar la falta de retribución, pero sí le parece necesaria la autocrítica sobre qué se hace para alumbrar los logros: “quizá de ese modo algo comience a cambiar. Intento que las personas a las que asesoro puedan identificar sus condiciones propias de posibilidad para tratar de generar los cambios que quieren, y reduzcan la dependencia del azar o de lo que ocurre afuera. Es pensar menos en que llegue alguien, descubra lo que valgo y me ofrezca lo que creo que merezco, y más en lo que puedo hacer por mí misma a sabiendas de que no todo está a mi alcance. Sí podemos comunicar los resultados que logramos. Las mujeres suelen confiar en que ‘ya se darán cuenta solos’: no, hay que laburar para que así sea”.
Aspiraciones cambiantes
El dólar paralelo al oficial llegó a los $ 1.000 en esta larguísima antesala electoral y la inflación luce imparable. ¿Es un buen momento para hacer un cambio laboral y, por ejemplo, lanzar un emprendimiento? “No veo que estemos en un tiempo mágico para emprender”, precisa Korin. Y añade: “ese ‘momentum’ del emprendedurismo existió, y casi se convirtió en un mandato generacional y sociocultural contrario al modelo del empleado, como si todos tuviéramos que ser independientes, proactivos, creativos, autogestores, etcétera. Según mi criterio, cada quien debe elegir lo que pueda, lo que le parezca y lo que quiera en función de las posibilidades, necesidades y tiempos de la vida en los que se encuentre. Emprender no es la única manera válida de realización ni la única forma de estar en el mundo laboral, pero la del emprendedor es una figura aspiracional y deseada”.
Las crisis argentinas están ayudando a entender cuán duro puede ser montar un emprendimiento propio. Korin vuelve a traer al coronavirus a colación para recordar cómo de un día para el otro los proyectos de quienes sueñan con ser sus propios jefes tuvieron que lidiar con los peores escenarios: “este golpe sí afectó las ganas de emprender y lo veo en mis asesorías. Al mismo tiempo, aparecieron otras alternativas, como el entusiasmo por trabajar de manera independiente para empresas radicadas en el extranjero. La parte interesante de lo que estamos hablando es que siempre que se apaga una aspiración, se enciende otra. Mi propuesta es que los seres humanos definan cuánto adhieren a esos modelos, cuánto les resuena y cuánto les resulta orgánico”. Quizá al final de esa navegación interior se llegue a la conclusión contenida en la página 41 del libro de Korin: “a veces nos distraemos con objetivos que no valen la pena”.
Entre libros, brindis, baile y sorteos: reunión de mujeres en el patio de Fafá
La presentación de “A veces el cambio”, libro de la asesora en cambio laboral, Mercedes Korin (izq.) ocurrió en un contexto particular: el 1° Encuentro de Mujeres organizado por la creadora de contenidos Mariana Soler (der.) y Agencia i. En el patio de Fafá Barrio Norte, la autora contestó preguntas mientras las asistentes degustaban vinos y picadas. Luego, hubo una sesión de baile en la escuela de La Botana. La reunión concluyó con sorteos de ejemplares y productos de Fafá.