“Darío, no te olvides lo de la Biblia”. La encargada de Ceremonial de la Legislatura le recordaba al intendente de Banda del Río Salí y virtual ministro del Interior de la futura gestión, Darío Monteros, uno de los elementos centrales del acto de asunción del domingo 29: la jura de Osvaldo Francisco Jaldo como gobernador de Tucumán. El jefe municipal se consolidó como uno de los escuderos centrales del mandatario entrante. A tal punto que el jueves, en el Aeroparque Metropolitano Jorge Newbery de Buenos Aires, se lo observó cargando los atributos de mando en un bolso de palos de hockey, un hecho que no pasó desapercibido para los tucumanos que aguardaban el vuelo a Tucumán en la Puerta 7 de la aeroestación metropolitana.

Jaldo regresó del chequeo definitivo tras la operación a la que se sometió hace un mes, con el alta definitiva del equipo médico que lo atendió en el Hospital Italiano, pero también con la necesidad de contarle a la sociedad que nada es lo que se dice en los mentideros políticos y que esos comentarios le han causado tanto daño a su entorno familiar, como a cualquier persona. El mismo miércoles cuando pisó tierra tucumana, Jaldo exclamó: “estoy listo para asumir el 29”. Fue un mensaje para adentro y para afuera del Partido Justicialista. El mismo viernes lo reiteró públicamente y a viva voz ante los principales referentes locales de la CGT que se acercaron hasta la Legislatura para acompañar la campaña del oficialismo con vistas a las presidenciales del domingo 22. “Para que a nadie le queden dudas, estoy impecable de salud”, arengó Jaldo en el tercer piso del Palacio Legislativo. Minutos antes, el vicegobernador les había solicitado que acompañen a la fórmula de Unión por la Patria, integrada por Sergio Massa y Agustín Rossi, aunque expuso que hoy la meta es llegar como sea a la segunda vuelta y luego...Dios dirá. En el fondo, Jaldo sabe que es muy difícil que administre una provincia con igual signo político en la Casa Rosada como sí lo hicieron, por ejemplo, sus antecesores José Alperovich (con Néstor y luego Cristina Kirchner) y Juan Manzur (que en su segundo mandato fue cobijado por Alberto Fernández hasta que dejó la Jefatura de Gabinete). Lidiar con presidente de la Nación de otro color político no es fácil, aunque el caso del mandatario actual tuvo dos etapas: los primeros tiempos de buen trato con Mauricio Macri y luego de enfrentamientos constantes. Pero sea el libertario Javier Milei o la dirigente de Juntos por el Cambio Patricia Bullrich los que lleguen al poder, Jaldo tendrá la fortaleza de la liga de gobernadores peronistas para negociar.

Mientras tanto, el gobernador electo prepara su asunción. Ordenó al personal legislativo que se encargue de la ceremonia que se hará en el Teatro San Martín y no en el Mercedes Sosa, como alguien le sugirió. La ceremonia será netamente tucumana, afirman en el Parlamento, que admiten que no quieren demasiada intromisión del Poder Ejecutivo. Aún más, la lista de invitados contiene hasta ahora a gobernadores y vices del NOA y uno que otro mandatario peronista de otras latitudes. La vicegobernadora bonaerense Verónica Magario también forma parte de la nómina. ¿El motivo? Fue una de las pocas dirigentes de la centralidad política que estuvo permanentemente a disposición de Jaldo cuando estuvo internado en el Italiano. Hablar con funcionarios nacionales será difícil, una semana después de las presidenciales.

“El 29 se inicia una nueva etapa”, insiste el tranqueño, como una forma de trazar una invisible línea divisoria de lo que ha sido la gestión de Manzur. No reniega de eso; tampoco del enfrentamiento que tuvo en 2021 en el que el PJ ha salido fortalecido en los comicios primarios de ese año, aunque luego estuvo a dos puntos de perder la elección en manos de Juntos por el Cambio. Eso fue un espejismo. La oposición no estuvo a la altura de la circunstancia para enfrentar en las provinciales del 11 de junio al oficialista Frente de Todos por Tucumán que consagró a Jaldo y a Miguel Acevedo como la fórmula ganadora. En parte porque esa oposición no supo construir un espacio de poder para convencer al electorado tucumano, primero, y luego enfrentar en las urnas al monstruoso aparato peronista que movilizó con toda su artillería política y financiera para imponerse, finalmente, por 20 puntos de diferencia.

Hoy Manzur sigue apareciendo en los afiches de campaña como el conductor del PJ, del que es su presidente en el distrito tucumano y uno de los vicepresidentes del partido a nivel nacional. Su destino está cada vez más cerca: el Senado. Lo dice en privado y también lo sugiere Jaldo que, ante los cegetistas asumió que “tal vez” ocupe la banca en la Cámara Alta que le dejaría Pablo Yedlin, primer candidato a diputado nacional en las elecciones que se vienen.

Jaldo le viene pidiendo a Manzur que, antes de dejar el cargo, trate de arreglar la deuda de la provincia con el Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial, aprovechando que el actual mandatario es también el jefe de campaña del oficialismo en el Norte Grande. La otra petición es que le entregue el proyecto de Presupuesto 2024 antes de que deje el sillón del primer piso de la Casa de Gobierno. El cálculo de gastos y de ingresos estará listo esta semana. A prima facie, se estima un nivel de erogaciones cercano a $ 1,7 billón, contemplando el 60% de inflación estimada por Nación para 2024. La pregunta que surge en esta cuestión es ¿quién tomará la decisión de ser más austeros con el gasto público? Plata no sobrará; tampoco predisposición a la ayuda federal. Jaldo se asustó porque Tucumán ya no está entre los distritos más favorecidos por la distribución discrecional de fondos federales. No es un detalle, como tampoco la detracción de recursos coparticipables, producto de las medidas anunciadas por el ministro candidato Massa. ¿Y entonces? Es muy probable que deba echar mano a un plan de simplificación y de saneamiento impositivo, de tal manera de sostener a buen ritmo la recaudación provincial con acciones que tiendan a sacarle la soga del cuello a los deudores, pero a la vez estableciendo un sistema de premios a los buenos contribuyentes, a los que están al día. De todas maneras, este inflacionario año no dejará escapar el reajuste en las valuaciones con una suba que puede rondar el 70% tanto para el caso de las viviendas como de los automóviles.

Jaldo tampoco descuida la conformación del gabinete. Prácticamente ya está definido. Todo indica que Economía y Producción será confiado al consultor Daniel Abad. Éste será secundado por Fernando Solórzano en Hacienda y por Eduardo Castro en Desarrollo Productivo. Pero en la nueva estructura, el Instituto de Desarrollo Productivo (IDEP) tendrá un rol central paralelo a la Secretaría. Las decisiones que se adopten en ese ámbito surgirán del consenso entre los sectores público y privado. Allí también tendría un espacio la Economía del Conocimiento. Estarán todas las actividades privadas representadas.

La Fiscalía de Estado tendrá una cara conocida: la constitucionalista Gilda Pedicone de Valls en reemplazo de Federico Nazur, a quien Jaldo le ofreció la Secretaría General de la Gobernación. La respuesta está pendiente porque Nazur también tiene intenciones de desembarcar en la Dirección de Asesoría Letrada de la Legislatura. Un enroque corto. El tranqueño espera respuesta. En Salud todo indica que Luis Medina Ruiz continuará al frente de esa cartera como Eugenio Agüero Gamboa en Seguridad. En Educación pica en punta Susana Montaldo, pero en Obras Públicas se abrió un gran signo de interrogación, pese a que hay tres nombres en pugna como los de la titular del Instituto de la Vivienda Nora Belloni y de los actuales funcionarios nacionales Hugo Cabral y Santiago Yanotti. Para Desarrollo Social todavía se escucha el nombre del líder de Libres del Sur, Federico Masso, aunque hay un tapadito. La gran duda es Gobierno. Jaldo necesita un ministro que tenga aceptación entre los gremios, buena presencia ante la Justicia y dominio político para contener eventuales embates contra la gestión. Inscriptos sobran, incluso de otras fuerzas, pero ninguno tiene el aval pleno del actual vicegobernador.

La primera línea está prácticamente armada. Luego será el turno de la segunda, donde Jaldo aspira a contener a la dirigencia que lo acompaña y que será determinante para la defensa política de una gestión que arrancará exactamente dentro de tres semanas.

La preocupación del nuevo gobernador se extiende hacia la Cámara que dejará de presidir. Por eso, avanza con las conversaciones para conformar la nueva mesa de conducción. En la semana que pasó, Sergio Mansilla salió varias veces del despacho del vice con cara de satisfacción. Su continuidad en la presidencia subrogante de la Legislatura está cerca. El oeste tendrá representación integral en la línea de conducción con Regino Amado como vicepresidente primero, si es que se sostiene el esquema que dejó la semana que pasó. La sección Este será contenida desde la Casa de Gobierno con Monteros. ¿Y la Capital? Se abrirán varios espacios para los líderes territoriales. Hay un espacio que al nuevo gobernador le interesa: la jefatura del bloque oficialista. Con eso, el tránsito de la gestión de gobierno será menos traumático si es que las urnas no le sonríen al peronismo. Nada quedará librado al azar.