Por Flavio Mogetta
Para LA GACETA - BUENOS AIRES
El 19 de septiembre de 1974, dos semanas después de pasar a la clandestinidad, Montoneros secuestra a los hermanos Juan y Jorge Born, herederos del emporio Bunge & Born, de la mano de la “Operación Mellizas”. Los liberan seis y nueve meses más tarde y tras cobrar un rescate de 60 millones de dólares. En 2015, la periodista María O’Donnell reconstruyó rigurosamente la historia en el libro Born, una crónica periodística que late al tiempo del policial.
Sin embargo, publicado el libro, y mientras este se convertía en best seller a O’Donnell comenzó a llegarle otro material, nuevos testimonios, que empezó a guardar pensando en una posible reedición, pero todo eso cambió cuando consiguió las trascripciones de las conversaciones telefónicas entre Montoneros y José María Menéndez, empleado de Bunge & Born, y el encargado de negociar la liberación de los herederos del principal grupo económico de la Argentina.
El material nuevo le permitió darle a la investigación “otra profundidad, otra densidad y otro punto de vista porque complementa mucho la anterior”, introduce la periodista en el diálogo con LA GACETA Literaria y no duda en subrayar “lo maravilloso de estas desgrabaciones que me permiten tener diálogos de esas situaciones, textuales”. Claro que antes de la reconstrucción a partir del nuevo material estuvo la duda porque “estaba súper ilusionada y a la vez dije a ver si no metí mucho la pata respecto de cómo la había abordado originalmente. El punto de vista del primer libro fue Jorge Born y yo a partir de lo que él me decía sospeché o me di cuenta de que él había tenido un rol importante en gestionar su propia liberación, pero nunca me imaginé que había sido tan relevante su rol”.
- Una de las principales dificultades en investigaciones periodísticas de este tipo es la falta de documentación para llevarla adelante.
- Claro, estamos en el ’75, poco después de la muerte de Perón, gobierna Isabel, se viene el golpe y la mayoría de las organizaciones guerrilleras -fundamentalmente ERP y Montoneros, que acababa de volver a la clandestinidad- se financiaban con secuestros extorsivos, pero ninguno con el monto del rescate que pidieron por los Born. Esos secuestros extorsivos no se denunciaban judicialmente porque se les pagaban a organizaciones guerrilleras, lo cual estaba prohibido por ley. Con lo cual no hay ningún registro ni siquiera investigaciones judiciales de cómo eran esos secuestros, cuál era la dinámica, la mecánica. Por eso también en ese sentido también me parece un documento único porque hubo secuestros con montos mucho menores, pero fueron centenares.
- Desde el título del libro, Born y Quieto, hay un movimiento de poner en lugar la figura de Roberto Quieto, que tiene un rol clave en la negociación del secuestro.
- Absolutamente, una figura bastante trágica. Porque Quieto era un guerrillero bastante más experimentado que Firmenich, le llevaba casi diez años, y había llegado a Montoneros desde la fusión de FAR y FAP, y le delegan la responsabilidad del secuestro por su experiencia, si bien la parte operativa de columna Norte la llevaba Galimberti. Y hay algo que me interesa mucho y que surge de las transcripciones y es que él era abogado laboralista y estaba muy metido en las cuestiones sindicales y todo el tramo final, una vez que ya habían pagado el rescate, tiene mucho de su impronta cuando toma el protagonismo como negociador y empieza a reclamar mejoras y condiciones laborales o el reconocimiento a comisiones gremiales más combativas.
- En el libro aparece lo importancia de esos reclamos además de la millonaria cifra que se pagó por el rescate.
- Antes de las grabaciones, la verdad es que yo no tenía conocimiento ni de cuán importante ni de cuán generalizado habían sido los reclamos en las fábricas de Bunge & Born, cómo habían usado el secuestro para conseguir mejoras en casi todas las fábricas. Me llamó la atención por la dimensión que tuvo. Y después un Quieto que divergía de la orientación militarista que estaba teniendo Montoneros porque es un año -el 75- donde se producen las operaciones militares más osadas y con mayor cantidad de muertos, después está el ataque al comedor de la Policía Federal en el ’76 -momento donde escala la violencia por parte de Montoneros- y las dudas que esto le despertaba a Quieto de perder la dimensión política de la organización y su situación personal, estar con una compañera que no acompañaba la lucha armada hasta que cae secuestrado. Uno de los primeros secuestrados-desaparecidos todavía en democracia -fue en diciembre de 1975- y luego es trágicamente condenado por sus propios compañeros, que sin derecho a defensa lo acusan de haber delatado información que comprometió a hombres y bienes de la organización hablando bajo tortura.
- La compañera de Quieto no era militante y en Montoneros eso empieza a ser casi una condición.
- Claro, justo en ese momento, en el ’75, Montoneros cambia el código de conducta interna y lo vuelve mucho más severo. En parte porque se daban cuenta de que con un estado que usaba la tortura para obtener información, era muy difícil combatir eso y eran conscientes del daño que podían causar. Primero cambian la disposición por la que le daban un plazo de 24/48 horas, que era algo frecuente en las organizaciones guerrilleras de la época, para el caso en que supieran que había caído tal persona cómo proteger a las personas que podrían quedar expuestas por esa persona. Y eso lo pasaron a los Evita Montonera y es impresionante porque dice que se puede aguantar perfectamente la tortura y que por lo tanto nadie puede cantar, y que aquel que cante iba a ser juzgado por delator y condenado a muerte. De hecho, ejecutaron sentencias así los Montoneros con sus propios compañeros. Me parece que también el libro toca un tema poco tratado, la cuestión disciplinaria. Había una rigidez de Montoneros que se metía en cuestiones personales. Diría una cierta cuestión moral, incluso la desconfianza de la homosexualidad. Había en los códigos de una conducta una mezcla de la apuesta al hombre nuevo, todopoderoso, y también una cuestión muy conservadora.
- Born y Quieto es una investigación periodística narrada al tempo del policial.
- Es un texto en el que intento desde lo narrativo sostener el pulso sin ceder a llenar agujeros con la ficción. Hay un compromiso con cierta ortodoxia de lo que es la crónica periodística para mí, que es que “donde no sé, no sé”. De hecho, en algunas cuestiones lo resuelvo con una nota al pie. Aparece la influencia de una escuela también desde lo narrativo. El desafío era meter mucha información de una manera que fluyera, porque tenés el contexto, tenés la historia en sí misma, tenés el ’75 -que fue un año tremendo- y después tenés los personajes, los grandes contendientes, y luego los dramas dentro de cada grupo. Born hijo con su padre, que no quiere pagar al principio; Jorge con su hermano Juan, que se quiebra; Born con Montoneros, hasta dónde coopera o no o hasta dónde traiciona al padre o está salvando su vida y la de su hermano. Quieto queriendo llevar adelante esto de una manera exitosa, pero a la vez en tensión con Firmenich, de alguna manera sabiendo que el botín que necesitaban para reforzar una apuesta en la que el tenía diferencias. Y después esos momentos, que me atraen mucho, en los que los dos negociadores se encuentran siendo socios en el sentido de “queremos sacar esto adelante”.
- El libro no se queda con el momento del pago y el rescate, sino que sigue a los protagonistas bastante más en el tiempo…
- Sí, porque esa historia sigue con los 60 millones de dólares, a dónde va a parar la plata, qué pasa con Quieto. Born que se va a Brasil. Galimberti rompe con Firmenich. Todos vuelven a la Argentina en los ’90 alrededor de Menem. Unos buscando el indulto, otros buscando algo de la plata y se arma un contubernio en el cual terminan de socios Galimberti y Jorge Born. Los dos impulsados no tanto por la búsqueda de venganza sino en cuanto de plata. Como si la dignidad a los dos, sobre todo a Born, se les restituyera obteniendo algo de ese dinero, aunque los métodos hayan sido completamente cuestionables. Entendía que eso le pertenecía y justificaba que lo recuperara de la manera en que lo hicieron con Galimberti, juntándole testigos a cambio de un indulto para frenar los pagos a la indemnización de la familia del banquero al que ellos le habían confiado la plata, que era (David) Graiver. De ahí sacan parte del dinero.
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Perfil
María O’Donnell nació en 1970. Es periodista graduada en Ciencia Política (UBA). Conduce en radio De acá en más, en Urbana Play, y en televisión Conecta2, con Ernesto Tenembaum, en CNN en Español. Escribió en Página/12, trabajó como corresponsal de La Nación en Estados Unidos y fue subdirectora de la revista TxT.
Recibió siete premios Martín Fierro, tres Tato, tres ETER y un Eikon. Es autora de Aramburu, el crimen político que dividió al país. El origen de Montoneros (2020), Born (2015, versión original), Propaganda K, una maquinaria de promoción con dinero del Estado (2007) y El aparato, los intendentes del conurbano y las cajas negras de la política (2005).