Estudiantes del Instituto Técnico de Aguilares, de la Universidad Nacional de Tucumán, construyeron un satélite sub-orbital y conquistaron el  premio al mejor logro técnico, en el marco del concurso nacional que organizó la Comisión Nacional de Actividades Aeroespaciales (Conae), del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación.

El aparato, de un tamaño similar al de una lata de gaseosa, está destinado a medir y graficar los niveles de contaminación atmosférica que generan las quemas de cañaverales y de residuos a cielo abierto, entre otros registros. Representa un enorme logro para las instituciones, algunas del Estado, dedicadas a procurar un mejor medio ambiente.  

El aparato fue diseñado y construido totalmente por los alumnos, con la orientación y seguimiento de sus docentes. Ha sido lanzado con éxito el miércoles desde el Centro Espacial Teófilo Talabera de Falda de Cañete (Córdoba). El trabajo fue uno de los cinco que llegaron a la final del certamen del que participaron más de 600 establecimientos técnicos y otros del país. Los demás finalistas representaron a las provincias de Santa Fé, Córdoba, Entre Ríos y Buenos Aires.

“El año pasado también habíamos llegado a la final con este mismo trabajo, pero no clasificó para poder ser lanzado a la atmósfera por detalles técnicos que nos faltó completar. Ahora lo logramos y finalmente vimos despegar con éxito nuestro satélite”, contó emocionada Juanita Bornes, una de los nueve alumnos que trabajaron en el proyecto.

“Este satélite no entra en órbita, sino que regresa a la estación terrenal con la información a través de un sistema controlado, semejante a un dron, pero con la característica de aterrizaje de un mini-parapente. Este aporte ha sido innovador y nos permitió llegar a la final”, precisó Baltazar Lezcano, otro integrante del equipo vencedor. El cohete de lanzamiento fue construido por la empresa Sky Tec por encargo de la Conae. Los nueve estudiantes que trabajaron en la iniciativa pertenecen al quinto, sexto y séptimo año de la especialización Técnico Mecánico Electricista.

Sin respiración

“Estuvimos tres días en la zona de lanzamiento. El primero nos sirvió para ambientarnos y verificar los detalles del lanzamiento que se concretó en la segunda jornada. Vivimos momentos de mucha ansiedad. El satélite estaba en la plataforma de lanzamiento y todos, casi sin respiración, esperando el despegue. Es que se vivía el desenlace de bastantes horas de trabajo en laboratorio. No tuvimos vacaciones en julio. A todos nos unió el entusiasmo por conquistar el objetivo”, comentó Bruno Villagra. “El ver despegar nuestro satélite y  regresar enseguida nos colmó de alegría. El momento fue una fiesta”, agregó.

Según precisó, el aparato retornó con más de 128 paquetes de información tras un lapso de tres minutos en el aire. Tiene una dimensión de siete centímetros de diámetro por 25 cm de largo. “En ese espacio hubo que introducir y ajustar todos los sensores y los otros dispositivos que registraron los datos para el que se lo preparó. Eran las pautas que nos establecieron desde la Conae. Fue monitoreado desde la base con un sistema informático que funcionó tal como esperábamos”, apuntó Bruno.

Este alumno tuvo la responsabilidad del sistema de descenso; Juanita, del diseño del software y estuvo a cargo del control de la estación terrena; Lezcano del sistema eléctrico; Milagro Rivadeneira del proceso de captura de imágenes; Francisco Pérez Delgado y Máximo Arena, del diseño e impresión en 3D de la estructura. También hicieron su aporte los egresados Alejo Molina y Sebastián Castillo.  

DEL TAMAÑO DE UNA LATA DE GASEOSA. Los sensores se instalaron en un pequeño satélite. FOTO LA GACETA/OSVALDO RIPOLL

La orientación y acompañamiento del proyecto estuvo a cargo de los docentes Darío Lucchese, Mario Díaz y Ricardo Amaní. Colaboraron además Gustavo Poch y Juan Ramón Mazzuco. El equipo de trabajo se denominó Cóndor Salvaje, nombre que no tiene un origen especial ni nada referencial, según se explicó.

“Hay que destacar que esta creación tiene la posibilidad de evolucionar y ser más compleja y que puede ser utilizada en un dron. Lo interesante es que este logro entusiasma a los chicos a emprender otros proyectos innovadores. La verdad es que en estos tipos de trabajo aprendemos todos”, dijo Lucchese. “Esta idea cristalizada, precisamente tomó impulso gracias a la capacidad y conocimiento que comenzaron a exhibir cada uno en las distintas etapas del proyecto. Uno como docente los orientó, pero fueron ellos los que hicieron el diseño computarizado y los otros detalles”, añadió.

“El hecho de que se dejó librado a los estudiantes a su propia capacidad creativa, tuvo este resultado sorprendente. Así aparecieron chicos que revelaron tener una enorme destreza en el diseño y conocimiento tecnológico. De esta manera nació un satélite suborbital que tiene la particularidad de retornar a tierra intacto con datos inmediatos y de enorme valor para el seguimiento de la evolución de la atmósfera en estos tiempos de cambios climáticos” apuntó, por su parte, Poch.

Placa

Los jóvenes retornaron con la placa de reconocimiento que se le otorgó y la estructura del cohete que permitió impulsar el satélite a cientos de metros de altura. Los exhiben con sobrado orgullo y alegría. Son los rostros del otro país posible.

El Instituto Técnico de la UNT de Aguilares se puso en marcha el 14 de abril de 2005. Desde entonces es un referente en la formación de técnicos en el sur tucumano. Al moderno y amplio establecimiento, ubicado al oeste del municipio, asisten unos 400 alumnos.