PARÍS, Francia.- Las chinches se han convertido en un problema público en las últimas semanas en Francia. Estos minúsculos insectos chupasangre son tema de conversación pública en noticieros, diarios y programas de radio. De las quejas en redes sociales, el asunto se convirtió en un reclamo de salud, cuando faltan 10 meses para la celebración de los Juegos Olímpicos en la capital.

Estos parásitos, que tienen el tamaño y el color de una pepita de manzana, se alimentan de sangre mediante picaduras, especialmente por las noches.

Se alojan principalmente en colchones, almohadas, sábanas y otras ropas de cama, pero también se los ha encontrado últimamente en las butacas de cines y de trenes y subtes. Como también se desplazan en valijas, mercadería y ropa, son una pesadilla para el turismo, una enorme fuente de ingresos para la capital francesa.

El Ayuntamiento de París ha pedido al gobierno nacional que ponga en marcha un plan para luchar contra estos insectos y el Ministerio de Transportes ha anunciado una reunión esta semana con los operadores de trenes y subtes parisinos.

Si bien no provocan enfermedades, son tremendamente molestas y difíciles de eliminar y en algunas personas las picadura puede desencadenar reacciones alérgicas o infecciones en las lesiones donde se rascan.

El ministro de Transportes de Francia, Clément Beaune, ha asegurado que “no hay casos confirmados” de chinches en el metro y los trenes, a pesar de fotos y testimonios que circulan en las redes, y pidió “no caer en la psicosis”.

La primera ministra del país, Élisabeth Borne, ha declarado la plaga que afecta a varias ciudades francesas como “un calvario” para los afectados y anunció la creación de un observatorio dedicado a este fenómeno.

El diario francés “Le Parisien” le ha dedicado su portada a la “psicosis” que viven los habitantes de la capital, que debe acoger los Juegos Olímpicos y Paralímpicos en menos de un año.

En medio de esta espiral de parásitos, picaduras y psicosis ha surgido, como suele ocurrir en estos casos, una teoría de la conspiración para explicar este fenómeno, según publicó el medio español “Público”: un ciudadano anónimo se proclamó el villano detrás de esta plaga. Lo hizo a través de publicaciones en el popular foro Reddit. ​

“Hace unos meses emprendí un nuevo tipo de campaña: yo, que vivo en un alojamiento cercano a una gran plaga de chinches, comencé a llenar paquetes de 10 todos los días y a enviarlos por correo, escondidos en cartas. En el momento en que abres el sobre, comienza tu nueva vida de pesadilla. Solo se necesitan unas semanas para que la infestación del objetivo sea irresoluble y en unos meses un vecindario entero se ha vuelto inhabitable”, dice el mensaje. Nada de esto tiene fondo ni manera de ser comprobado, pero igualmente genera confusión y enojo.

Más allá de la aparición de gente desequilibrada, como en en toda crisis, lo cierto es que en París piden que el problema de las chinches sea una cuestión de Estado. “Son un problema de salud pública y tienen que ser declarados como tal. Es necesario que el Estado reúna de manera urgente a los actores implicados para poner en marcha un plan de acción a la altura de ese azote”, dijo el vicealcalde de París, Emmanuel Grégoire.

La invasión de parásitos no sólo afecta a París, sino a otras grandes urbes, como Marsella, donde un instituto de enseñanza media ha cerrado temporalmente por la presencia de chinches.

De acuerdo con el último conteo oficial, que data del mes de junio, el 11% de los hogares franceses estaban afectados por la presencia de chinches de cama.

Este parásito, que se reproduce fácilmente, estuvo erradicado a mediados del siglo XX, hasta que a finales de los 90 los chinches regresaron al país. Ahora están dispersas por toda Europa, como no se había visto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Los motivos de su vuelta no se conocen completamente, aunque el aumento de viajes y la resistencia a insecticidas son dos de las hipótesis manejadas.