Caras largas, gestos adustos, miradas perdidas... En la zona del vestuario visitante del “Nuevo Francisco Urbano”, el horno no estaba para bollos. San Martín acababa de dejar pasar una nueva oportunidad de mostrar su temple y de quedar bien parado de cara a las últimas dos fechas del torneo y en el seno del plantel ya lo habían asimilado.
Emanuel Dening ya había mostrado todo su enojo con el juez durante el partido. El goleador había sido uno de los más golpeados (en la primera le metieron un puñetazo en el ojo que le provocó un corte en el párpado, y que debió ser sancionado con penal y expulsión) y eso lo sacó de foco. “Ellos se hartaron de pegar. No pudimos hacer ninguna jugada porque cortaban con falta. Encima me pegaron una piña; era penal. Ellos no quisieron jugar en ningún momento. A mí, en todos los partidos me pegan; pero lo que sucedió en esta ocasión no me había pasado nunca en mi carrera”, afirmó el capitán, quien pidió levantar la cabeza, mirar hacia adelante y no bajar los brazos. “En el primer tiempo estuvimos bien; después abusamos mucho del pelotazo. Ahora tenemos que ganarle a Almirante; creo que eso nos puede volver a posicionar de cara a la última fecha. Estoy convencido”, resaltó.
En tanto, Pablo Frontini pidió levantarse rápido. “Debemos apuntar a que el equipo genere juego, se lleve por delante al rival y gane en Tucumán y la última fecha”, sentenció el DT.