Hace poco se ha conmemorado el Día mundial de la salud sexual y el Día mundial de la prevención del embarazo no intencional en la adolescencia. Para lograr que la conciencia también “florezca” entre los jóvenes y adultos, el primer desafío consiste en aprender acerca de nuestros derechos para exigir luego su respeto y protección.

“La sexualidad es innata a los seres humanos y nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida, sin embargo, el peor error que comete la gente es restringirla al ámbito de las relaciones de pareja o exclusivamente el sexo. Eso lleva a que no se le brinde al tema la seriedad que merece y acabemos por aceptar lo inaceptable y caigamos en vínculos violentos, discriminatorios u otras prácticas abusivas”, comenta en diálogo con LA GACETA la sexóloga Estefanía Galindo.

Para hilar más fino, la profesional también resalta lo que implica disponer de una buena salud sexual. El término no hace referencia solo a la carencia de enfermedades o disfunciones sexuales. “Además de estar físicamente sanos este bienestar involucra otras esferas de acción, gozar de salud sexual es también sentir -por ejemplo- que se respeta nuestra orientación de género, poseer voz y voto en cualquier decisión que atañe a nuestro cuerpo, lograr acceder a métodos de protección, disfrutar del placer sin culpas, etcétera”, agrega.

Planteamientos

Los derechos sexuales y reproductivos forman parte de los derechos humanos, por lo tanto, a nivel nacional e internacional existen tratados y un amplio marco legal que los protegen.

Acorde con la Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS), entre ellos, se destacan:

- El derecho a la igualdad y a la no discriminación: sin importar su raza, etnicidad, sexo, religión, posición económica, orientación sexual, identidad o estado de salud cualquier persona tiene derecho a disfrutar de su sexualidad.

- El derecho a la autonomía e integridad del cuerpo: implica ser capaces de tomar decisiones (de manera libre y sin coerción) sobre lo que queremos o no hacer con nuestro cuerpo. Esto incluye hacernos cirugías o intervenciones físicas, realizarnos cambios estéticos y escoger que prácticas sexuales y parejas deseamos.

- El derecho a una vida libre de tortura, trato o penas crueles, inhumanos o degradantes: ninguna persona debe ser sometida a actividades dañinas como la esterilización forzada, la anticoncepción o aborto forzado; y otras tantas formas de tortura o tratos crueles cometidos por motivos relacionados con el sexo, el género y la orientación sexual.

- El derecho a una vida libre de todas las formas de violencia y de coerción: esto incluye la violación, el abuso sexual, el acoso, el bullying, la explotación sexual y la esclavitud. También es inaceptable cualquier acto violento cometido por razones de género, identidad o diversidad corporal.

- El derecho a la privacidad: en esta época caracterizada por las redes sociales y las filtraciones de fotos o videos íntimos, este derecho nos recuerda que podemos defendernos y reclamar justicia cuando un tercero divulga nuestra información sexual y personal.

- El derecho a la información: a través de plataformas y programas estatales, en el sistema educativo y en cualquier otra instancia formativa, la información referida a nuestra sexualidad debe ser precisa, fácil de obtener y no estar censurada ni manipulada intencionalmente. Este aspecto se complementa con “el derecho a recibir educación integral sobre la sexualidad”.

- El derecho al grado máximo alcanzable de salud, incluyendo la salud sexual que comprende experiencias placenteras, satisfactorias y seguras: abarca el bienestar en relación con su sexualidad, que incluye experiencias sexuales placenteras, satisfactorias y seguras. Esto requiere de servicios de atención a la salud sexual de calidad, accesibles, disponibles y aceptables, así como el acceso a los condicionantes que influyen y determinan la salud, incluyendo la sexual.

- El derecho a decidir tener hijos, el número y espaciamiento entre ellos, y a tener acceso a la información y los medios para lograrlo: para ejercer este derecho se requiere acceder a las condiciones que influyen y determinan la salud y el bienestar, incluyendo los servicios de salud sexual y reproductiva relacionados con el embarazo, la anticoncepción, la fecundidad, la interrupción del embarazo y la adopción. 

- El derecho a acceder a la justicia y a la retribución y la indemnización por violaciones a sus derechos sexuales: esto requiere medidas efectivas, adecuadas, accesibles y apropiadas de tipo educativo, legislativo y judicial entre otras. La indemnización incluye el resarcimiento a través de la restitución, compensación, rehabilitación, satisfacción y la garantía de que no se repetirá el acto agravante.

- El derecho a participar en la vida pública y política: toda persona tiene el derecho a un ambiente que permita la participación activa, libre y significativa y que contribuya a aspectos civiles, económicos, sociales, culturales, políticos y otros de la vida humana, a niveles locales, nacionales, regionales e internacionales. Especialmente, todas las personas tienen el derecho a participar en el desarrollo y la implementación de políticas que determinen su bienestar, incluyendo su sexualidad y salud sexual.